Por Esteban Fernández, Jr.
Últimamente existe la creencia generalizada de que Mariela Castro Espín es la princesa de Cuba. Bueno, que se lo crea, siempre y cuando ande bien alejada de Punto Cero. En los predios de la bruja Dalia, ella no es ni Blanca Nieves.
Mariela es una payasita, que si se lanza en la más ligera impertinencia con la santera mayor, pasa tremendo susto en menos de lo que canta un gallo. Punto Cero es territorio prohibido para todos los herederos de Raúl. Si se le ocurriera acercarse, por lo menos a tres kilometros de la víbora en jefe, alguna posta la para en seco y la baja de esa nube. Es más, ni su madre, Vilma, podía tirarle una parejería a la única persona que tiene al tirano Fidel Castro cogido por el narigón.
Bastante tuvo que soportar Dalia cuando a los cubanos se les ocurrió erróneamente otorgarle el título de "Primera Dama" a Vilma Espín (que nunca lo fue) y ahora queremos endilgarle un título nobiliario a esta plebeya.
Y en realidad, la madre tenía mas méritos castristas que la hija porque su acaudalada familia se gastó un dineral en contra del gobierno de Batista. Vilma estuvo en la Sierra Maestra, y todavía perdura el rumor de que fue la que delató el paradero -y le costó la vida- de Frank País.
Esta Mariela simplemente se destapó, se tiró para el solar, tras la enfermedad de su tío y eso le debe caer a Dalia como una patada en el hocico. El cranque que Dalia le debe dar a su marido debe ser de altura, aunque resulta innecesario, porque todo el que conozca un poquito al dinosaurio, sabe que cuando escucha algo de su sobrina debe gritar: "¿Y a la mocosa esta quién le dio vela en este entierro?"
Cada vez que veo a Mariela al frente de una comparsa de homosexuales y lesbianas me río imaginando que un día se envalentone y se atreva a conducirlos a medio kilometro de Punto Cero. Ya al llegar a Jaimanitas, hasta ella cogería patadas por el trasero.
Que pena que en el momento en que Dalia comenzaba a cogerle el gusto a aparecer públicamente en algunos lugares, ahora esta bufona le usurpa el puesto que ella se cree merecer desde hace más de 47 años.
Desde el principio de su relación con la bestia, Dalia tuvo que soportar ser opacada por Celia Sánchez. Y al final de la jornada tiene que aguantar que en el mundo entero, y dentro de Cuba, consideren a esta mentecata igualada como la heredera del trono, cuando obviamente ella cree firmemente que debe ser ocupado por su hijo preferido, el parásito Antonio Castro.
Juégueselo todo al canelo, que mejor reciben a Mariela en la Casa Blanca que en la residencia de Fidel Castro. Cada cual puede elevar o rebajar a la hija de Raúl Castro, pero para mí no es más que una parejera, una atrevida, un esqueleto rumbero y simplemente una delegada de su padre.
Lo increíble es que la gente le brindó toda la atención a ella, (menos Marzo Fernández quien inteligentemente puso el dedo en la llaga) en lugar de a Eusebio Leal que es mucho mas taimado y peligroso que este garabato.
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