domingo, 9 de marzo de 2025

Eufemismos para disfrazar el desastre.

Por Luis Cino.

Recientemente, en un informe lleno de eufemismos de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) sobre la muerte por envenenamiento de una madre y su pequeña hija, en Guanabacoa, al este de La Habana,  por haber ingerido sal de nitro, se explicaba que la sustancia fue llevada a casa de las víctimas por  un tío de las mismas que “trabaja como recolector de materias primas”, que la había hallado en un basurero y pensó que era sal común.

“Recolector de materias primas” es el modo eufemístico que usan las autoridades cubanas para designar a los llamados “buzos”, los varios millares de personas de cualquier sexo y edad que en todo el país hurgan en los vertederos de basura en busca de latas, botellas, zapatos y ropa que puedan remendar, alambres, piezas de electrodomésticos y todo cuanto puedan luego aprovechar para su uso o vender. A veces se ve a algunos de ellos devorar sobras de comida que extraen de la basura.

Esos infelices que escarban  en la basura para ganarse la vida se ven expuestos a multas y arrestos por las autoridades, que los acusan de “propagar enfermedades”, afectar la higiene y el ornato público. Como si no estuvieran las calles llenas de lomas de basura, escombros y ríos de aguas albañales…

El régimen, siempre tan dado a los eufemismos, desde la época de Fidel Castro y hoy más con sus continuadores, mediante su uso, trata hipócritamente de encubrir las tristes realidades resultantes de la crisis socio-económica, la más grave de la historia de  Cuba, que han provocado con sus empecinadas, torpes y antipopulares políticas económicas y su aferramiento al poder a costa de lo que sea, incluso de la supervivencia de la nación.Turismo en Cuba

Así, para ocultar que cada vez hay más pordioseros y mendigos, porque, según aseguran, “la mendicidad es incompatible con el proyecto social cubano”, han acuñado el término “deambulantes”. A veces los recogen e internan en albergues, de donde se van enseguida, pues es tan mala la alimentación que prefieren seguir en las calles.

Consideran “actos de indisciplina social” a los cada vez más frecuentes robos, asaltos y riñas tumultuarias en lugares públicos.  A los desempleados los llaman “disponibles”. A ancianos y enfermos cuyas jubilaciones no les alcanzan ni siquiera para mal comer unos pocos días, a personas que viven prácticamente en la indigencia, los llaman “vulnerables” y como tales  les conceden  ayudas ridículamente insuficientes. Al desalojo, generalmente por la fuerza,  de personas que ocupan locales y casas abandonadas lo llaman “extracción”. Las villas miseria, -que engalanan cual aldeas Potemkin para las visitas de los mandamases- son calificadas  como “comunidades en desarrollo”, y “comunidades de tránsito” los inmundos albergues, verdaderos almacenes de náufragos, donde se hacinan las personas a las que se les han derrumbado sus casas y donde deberán permanecer durante diez, quince años o más en espera de que les asignen una vivienda o un derruido local para reparar.     

Eufemismos ridículos y cínicos le sobran a la Cuba oficial y los  seguirá inventado para disfrazar las tristes situaciones que ya no puede ocultar y de las que no puede atribuir la culpa solamente al “criminal bloqueo y la compleja situación económica internacional”.   

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