Por Sayli Navarro.
Cuántos años he escuchado en medio del contexto familiar y de las amistades la palabra cambio, para definir ese eslogan marcadamente popular de conseguir un estilo social y político para la nación y los ciudadanos.
Así, con la percepción del mensaje sonoro característico de esa palabra, a la par de leerla en una pancarta a la entrada de cuanta casa de opositor pacífico visito; o en pegatinas adheridas a los parabrisas de vehículos aparcados que uno u otro intrépido activista colocó ingeniosamente. Hasta se muestra grabada en profundidad o a relieve en cintas de goma usadas como manillas o pulseras en los brazos de muchos cubanos. Pocos espacios del cubano se libran de esta singular palabrita.
Si se indaga cuál es el motivo de tanta fijación con dicha palabra, la respuesta más repetida hace alusión a que recoge el anhelo de todo un pueblo que se debate entre tanto acoso, restricciones y estrecheces legales que le impiden vivir libre y abierto al disfrute pleno del progreso social y económico.
Quienes así se expresan llegan a convencerte de que para sobrepasar tales obstáculos, se precisa un cambio radical que remueva definitivamente el actual modelo político, en el que muy pocos creen, dados los repetidos fracasos en cada una de las esferas de la sociedad durante todos estos años. Irremediablemente, no admite un nuevo experimento bajo las mismas riendas del poder político.
Organizaciones de la emergente sociedad civil muestran sus variados matices. Son pocos los ciudadanos para quienes se hacen invisibles sus esfuerzos por aunar voluntades, por dar autonomía a las variadas estrategias. Estas transitan desde la recogida de firmas para el Proyecto Varela, al que convoca el Movimiento Cristiano Liberación; o tomados de la mano novedosa que ofrecen los espacios que muestran proyectos como Nuevo País y Estado Sats. Así como el dinamismo contagioso de las acciones populares que muestran la presencia de activistas en las calles repartiendo panfletos, colocando proclamas o lanzándolas al aire; las protestas en la calle, de frente al ciudadano, dándole a conocer su espacio real y palpable; el modo de exigir el respeto a los derechos y libertades conculcados por decenios.
Estas últimas son estrategias desarrolladas con preferencia por activistas de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), de Santiago de Cuba; del Movimiento de Resistencia y Democracia (MRD), de Guantánamo; de la Coalición Central Opositora (CCO); del Foro Antitotalitario Unido Juan Wilfredo Soto García y las acciones del Movimiento Damas de Blanco “Laura Pollán”; de Ivonne Malleza Galano, Rosario Cabrera, Sara Martha Fonseca Quevedo y Odalys Sanabria, entre otras destacadas mujeres cubanas por diversos escenarios de la capital.
Pero si desde las filas contestatarias se nota la efervescencia, muy superior y con saña se manifiesta el Gobierno a través de sus cuerpos uniformados, represivos y sus alabarderos.
Desde los primeros días de marzo están detenidos en Guantánamo Rogelio Tavío López y Niorvis Rivera Guerra, a la espera de un juicio por los supuestos delitos de lesiones, desorden público y otros actos contrarios al normal desarrollo del menor, a pesar de que la vivienda de Tavío fuera asaltada y saqueada de forma violenta por fuerzas combinadas del Ministerio del Interior.
Una situación muy similar ocurrió el pasado 2 de abril en Palmarito de Cauto, en la provincia de Santiago de Cuba, contra José Daniel Ferrer García, su familia y hermanos de ideas y de lucha.
En días recientes activistas prodemocráticos, desde las filas del Partido por la Democracia Pedro Luis Boitel, tomaron calles en varias localidades municipales matanceras y lanzaron al aire proclamas exigiendo respeto a los derechos y libertades civiles y políticas de los cubanos. Las autoridades reaccionaron con violencia contra los activistas en Jagüey Grande.
Mientras, en Perico, Jorge Manuel Querol Catalá, primer Secretario del Partido Comunista de Cuba, instalado en el municipio el domingo 8 de abril, en una reunión con los militantes de la localidad dio órdenes de ahogar a golpes de patadas, porrazos, piñazos, piedras, un nuevo intento de la “contrarrevolución” con proclamas en la calle.
Desde esta panorámica, Cuba permanece aún sin salida hacia un cambio favorable.
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