Por Orlando Freire Santana.
La Nota Oficial aparecida en el periódico Granma este martes 22 de octubre acerca de la puesta en vigor de un cronograma de ejecución con vistas a la unificación monetaria, desató todo tipo de rumores, esos que, al decir de algunos, circulan más rápido que las noticias del Partido Comunista.
Pero no era para tanto. No se produjo ningún cambio de importancia en la cotización de ambas monedas y, por tanto, los agobiados cubanos que dependen de un salario promedio en moneda nacional (unos 445 pesos), seguirán “con la soga al cuello” para adquirir los productos que se venden en CUC o pesos convertibles, con el tipo de cambio inamovible de 1 CUC=25 pesos cubanos. Sin embargo, fue inevitable que, ante un tema tan sensible, afloraran los más disímiles comentarios desde las primeras horas de la mañana de ese martes.
Casi todas las personas opinan que sobrevendrá un fortalecimiento paulatino del peso cubano, hasta que se logre la paridad de ambas monedas y desaparezca finalmente el CUC. Algunos de esos criterios coinciden en que, al cabo de varios meses, el tipo de cambio podía estar en el entorno de 1 CUC=20 pesos cubanos.
Siguiendo el razonamiento anterior, un vecino de mi edificio comentó que podría producirse cierta presión sobre las casas de cambio de moneda (CADECAS), debido a que las personas intentarían deshacerse gradualmente de los CUC. Y hacerlo ahora, cuando todavía se mantiene el tipo de cambio citado de 1=25.
Una especulación diametralmente opuesta brotó de labios de un trabajador por cuenta propia que se aprestaba a iniciar sus labores. Él expresó que podría tratarse de una trampa del gobierno para recoger el dinero circulante, y darles un golpe mortal a los nuevos “macetas”. Según el cuentapropista, se va a crear una tercera moneda, que será la que prevalecerá, y hacia la cual tendrán que ser cambiados todos los pesos cubanos y los CUC. Pero ese cambio tendría un límite máximo, y lo que exceda de esa cifra se perdería para sus propietarios. Sería una especie de castigo para aquellos que han vendido sus viviendas a precios astronómicos con tal de abandonar el país.
Sea de una u otra manera, decidí comprobar, 24 horas después de aparecida la Nota Oficial, el ánimo de la población que aguardaba a la entrada de varias CADECAS de la capital. Aparentemente reinaba la tranquilidad, y las colas de las personas tenían el largo habitual en las casas de cambio del edificio Focsa, la calle 23 frente al Coppelia, y la Terminal de Ómnibus Nacionales. En este último sitio marqué en la cola para realizar una operación cambiaria y así poder indagar con las cajeras.
Las dos o tres personas con las que pude conversar admitieron no entender cabalmente el contenido de la Nota aparecida en Granma, pero aprecié en ellos cierto temor por lo que pudiera pasar. Y uno de mis compañeros de cola, el de más edad, no ocultó su desconfianza hacia las autoridades, y recordó lo sucedido con el cambio de moneda en los años 60, cuando hubo personas que fueron despojadas de buena parte de sus ahorros. La cajera que me atendió, por su parte, reconoció que el martes en la mañana hubo cierta insistencia de las personas en adquirir pesos cubanos. Mas el día de mi visita, el miércoles, el flujo cambiario había recobrado la normalidad.
Al departir con algunos colegas trascendió un punto de vista interesante. Esto podría tratarse de una maniobra mediática del gobierno para calmar la ansiedad de muchos ilusos, que piensan que con el fin de la dualidad monetaria se acabarán los problemas económicos del país. Los gobernantes contemplaron la unificación monetaria en los Lineamientos del Partido. Pero ahora no saben cómo ni cuándo hacerlo adecuadamente. Entonces, al menos, estarían ganando tiempo con el famoso cronograma de ejecución.
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