Por Soledad Álvarez.
La unificación monetaria en Cuba es probablemente la más compleja de las reformas económicas emprendidas por el gobernante Raúl Castro y también un reto ineludible que proyecta riesgos sobre la frágil economía del país, además de muchos interrogantes.
Tras dos décadas de coexistencia del CUC, equivalente al dólar, y el CUP, la débil moneda nacional, un sistema que generó distorsiones macroeconómicas y desigualdades sociales, el Gobierno anunció esta semana la puesta en vigor de un cronograma para unificar la moneda, pero sin ofrecer demasiados detalles sobre cómo se hará.
De la información oficial se deduce que será un proceso gradual, que comenzará a aplicarse en el sector empresarial en una primera etapa y que finalmente será el CUP la única moneda de circulación en la isla.
“De lo que se trata es que el peso cubano se convierta de manera efectiva en la moneda cuyo valor restaurado contribuya a estimular la actividad productiva y que, por otra parte, sea la moneda única que permita ejercer operaciones bancarias, financieras y servir de medio para la redistribución de los recursos”, según Danilo Guzmán, presidente de la Asociación de Economistas y Contadores de Cuba (ANEC) citado este jueves en medios locales.
Una de las primeras incógnitas son los plazos de ese proceso: el gobierno no los ha precisado, aunque podría durar hasta dos años si se tiene en cuenta que el tope fijado para la implantación del plan de reformas económicas del general Castro es 2015.
“Los lineamientos (como se conoce en Cuba el plan de reformas) tienen una fecha de cumplimiento y por lo tanto yo pienso que el plazo debe estar cercano a esa fecha de cumplimiento”, indicó en declaraciones a Efe Juan Triana, especialista del Centro de Estudios de la Economía Cubana (CEEC).
Más complicado es responder a la pregunta de cómo quedará el valor del peso cubano (CUP), es decir, qué tasa de cambio se aplicará (actualmente 1 CUC equivale a 24 CUP).
Economistas como Triana opinan que la tasa del peso cubano debería ser “lo más cercana a la real posible”.
“Desde mi perspectiva la tasa debe estar más cercana a 24 que a uno. Es preferible ver a la gente con una sonrisa en los labios por la mañana cuando ve que la tasa bajó de 24 a 23 y no verla con una mueca porque la tasa subió de 10 a 19”, opinó este especialista en una conferencia impartida esta semana en un foro económico en La Habana.
Uno de los riesgos que planean sobre este proceso es la inflación, que va a pasar a ser una “variable” importante en un país donde hasta ahora apenas se tenía en cuenta.
De hecho, expertos estadounidenses advirtieron esta semana de que la eliminación de la doble moneda en Cuba puede disparar la inflación y provocar una “dislocación” económica con perjuicio para la población, según Jaime Suchlicki, director del Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos (ICCAS), de la Universidad de Miami (UM).
Pese a los peligros y las incógnitas, existe coincidencia en que la unificación de la moneda en el único país comunista de occidente es una medida “positiva” y “necesaria”.
Una de sus ventajas más inmediatas será que permitirá una medición macroeconómica fiable y dará transparencia a un sistema profundamente distorsionado por la equiparación 1 a 1 de las dos monedas en las cuentas nacionales o por la existencia de diferentes tasas según los sectores de que se trate.
“(La unificación) va a contribuir a crear una contabilidad real: cuánto realmente gastan nuestras empresas, cuánto ingresan … nadie lo sabe. Nosotros sumamos a veces cocos con aguacates”, ironiza un economista local.
Mientras tanto, los cubanos de a pie todavía no saben muy bien a qué atenerse y si deben empezar a cambiar sus pesos convertibles (la moneda fuerte) en pesos cubanos.
No obstante, el gobierno ha garantizado que “ninguna medida que se adopte en el terreno monetario será para perjudicar a las personas que lícitamente obtienen sus ingresos en CUC o CUP”.
El sistema de doble moneda rige en Cuba desde que, en plena crisis del Periodo Especial decretado tras el desplome de la Unión Soviética, se creó en 1994 el llamado peso convertible o CUC como alternativa al dólar, que había quedado despenalizado un año antes y cuya circulación se eliminó de nuevo en 2004.
La mayoría de la población cobra sus exiguos salarios o jubilaciones en pesos cubanos, moneda con la que se pagan servicios estatales y con la que compran una muy reducida gama de productos básicos.
La doble moneda ha sido una fuente de desigualdad social ya que los ciudadanos que acceden al CUC -mediante remesas de sus familiares en el extranjero o porque trabajen para firmas extranjeras, entre otras vías- tienen mayor poder adquisitivo para, por ejemplo, comprar en las llamadas tiendas de recaudación de divisas, mucho más caras pero mejor dotadas que los comercios en pesos cubanos.
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