Por Colaborador desde Cuba.
Un hospital de Cuba.
Una oferta de empleo publicada por la mipyme Econova Surl ha causado revuelo. Se trata de un negocio de limpieza en hospitales que ofrece salarios a limpiapisos muy superiores a los de un médico, incluso varias veces por encima de lo que ingresa mensualmente cualquier directivo o funcionario de primer nivel en el mismísimo Ministerio de Salud Pública.
La nota se ha vuelto viral en las redes sociales, y como revelación que deja al descubierto el modo torcido de cómo en realidad “funciona” por dentro la economía cubana, ha provocado la ira del régimen cubano que, a falta de un desmentido, ha reaccionado bloqueando y reportando algunas de aquellas cuentas que han replicado el anuncio de manera crítica, en tanto el asunto no solo destapa una “irregularidad” que algunos quisieran hacernos ver como “singularidad”, cuando de modo concreto, y sin matices, luce como pura corrupción.
Aunque siempre debiéramos buscar las raíces de estas “singularidades” del sistema cubano en su naturaleza corrupta, no se trata esta del típico desequilibrio o “distorsión” que existe cuando comparamos los altísimos ingresos mensuales de un chofer de taxi o de ómnibus, de un parqueador, incluso de un mesero, de un vendedor ambulante en un portal, con los insuficientes ingresos mensuales de un cirujano, un ortopédico o un dentista que, en comparación con otros profesionales —como ingenieros, abogados, profesores universitarios que ejercen exclusivamente en plazas estatales— obtienen salarios muy superiores, de acuerdo con los tabuladores generales establecidos por los ministerios de Trabajo y Seguridad Social, y el de Finanzas y Precios.
Analizado desde el punto de vista de una pirámide salarial invertida, donde algunos oficios y servicios no profesionales son mejor remunerados que cualquier actividad profesional altamente calificada, el notable desbalance salarial entre el personal de limpieza manejado por la mipyme en cuestión y los médicos pagados por el sistema de salud del régimen cubano, se enmarcaría en ese “mundo al revés”, pero en realidad se trata en esencia de un fenómeno diferente, relacionado con la corrupción imperante en el propio Ministerio de Salud Pública, que utiliza tal “distorsión” para camuflar prácticas lucrativas.
El éxodo laboral en el sistema de salud es un fenómeno que afecta la calidad de los servicios y es incluso reconocido públicamente por el propio régimen. Pero no solo se trata de médicos, enfermeros y técnicos que renuncian al ejercicio por causa de los bajos salarios y las malas condiciones laborales sino, sobre todo, de un personal de servicios que por escaso se enfrenta a jornadas laborales de más de 12 horas diarias, al multioficio y a pagos que en general no superan los 10 dólares mensuales.
Como consecuencia, cada día el estado de las instalaciones hospitalarias se ha vuelto deplorable. El deterioro de la higiene es evidente y general en baños, pasillos, consultas, salas de ingreso, centros de elaboración de alimentos, laboratorios, cuerpos de guardia y hasta en las áreas exteriores.
Frente a tal panorama, las acciones del Ministerio de Salud Pública no se han encaminado a estimular con mejores salarios la captación de personal para las labores de higienización, a destinar el presupuesto necesario para retener la fuerza laboral sino a desentenderse de las inconformidades y denuncias del personal propio, apelando a contrataciones externas asumidas por los llamados “actores económicos no estatales” que, paradójicamente, reciben pagos por hombre contratado hasta 10 y 20 veces mayores que lo recibido por un empleado de nómina.
Una solución que a simple vista resulta absurda, en tanto debiera ser más provechoso para una institución doblar o triplicar el salario de un trabajador antes que desembolsar 10 veces el valor de este a una empresa externa, pero la decisión cobra sentido cuando se conocen los mecanismos corruptos usados por los funcionarios de las direcciones de Recursos Humanos para otorgar los contratos al mejor postor.
“Un trabajador real en una nómina no es negocio; un trabajador contratado a una mipyme, sí”, asegura Lorenzo, funcionario de la Dirección de Salud Pública de La Habana que explica en detalles, bajo la condición de no revelar su identidad, en qué consiste el negocio de las contrataciones de personal externo.
“[Con las mipymes] para los de Recursos Humanos se resolvió el problema de inflar nóminas para embolsillarse salarios de trabajadores ficticios. Eso era una candela por lo fácil de detectar en una auditoría. Ahora ganan muchísimo más llegando a acuerdos con los dueños de las mipymes. Estos les dan una buena comisión por elegirlos a ellos y no a otros (una comisión que sale de la cantidad aprobada para pagar a la mipyme por los servicios de limpieza). Así pasa también con las mipymes que hacen las instalaciones de aires acondicionados, las reparaciones constructivas, el mantenimiento de equipos, etcétera”, detalla el funcionario, que insiste en el carácter corrupto del mecanismo y en el conocimiento de ello que tienen los directivos de Salud a nivel nacional.
“Eso lo sabe hasta el ministro, que detrás de las contrataciones de servicios a las mipymes ha surgido un negocio grande, que los de Recursos Humanos se quedan con buena parte del presupuesto destinado a esas contrataciones y, lo peor, es que al final ni siquiera brindan servicios de calidad, no se ven diferencias en que la limpieza la haga una mipyme, que mensualmente cobra a la institución más de 200.000 pesos, y un trabajador de la nómina que ni siquiera en 10 años llega a esa cifra”, denuncia Lorenzo.
Una visión similar, que corrobora la información anterior, la ofrece Marta, trabajadora de la Dirección de Recursos Humanos de un hospital materno de La Habana donde comienza a implementarse la modalidad de contratación externa para las labores de mantenimiento e higiene.
Aunque acepta que ha recibido sobornos por parte de varios dueños de mipymes y hasta de su jefe inmediato para que, según sus propias palabras, “mantenga la boca cerrada y mire para otro lado”, confiesa que lo recibido no es casi nada comparado con los miles de pesos que mensualmente, por concepto de contrataciones, reciben otros trabajadores de la Dirección, una cadena de corrupción que, sospecha, pudiera llegar “hasta lo más alto”.
“Es tanta y tan evidente [la corrupción] que sin dudas eso llega hasta lo más alto, eso lo sabe hasta el director del hospital”, dice Marta. “Hace como dos meses se aprobó casi un millón de pesos para el mantenimiento de equipos de refrigeración en la cocina y la reparación de dos salas; todavía eso no se ha ejecutado ni se piensa comenzar jamás. Ni siquiera porque ese presupuesto fue aprobado por el Ministerio. Ya yo entregué dos cheques al de la mipyme contratada, ya se cobraron, y en ese hospital no hay ni un saco de cemento, las neveras y las salas siguen como hace mil años, y tampoco nadie ha visto ni a un solo trabajador de las brigadas. Pero mi jefe ya tiene moto eléctrica y el director está reparando su casa”, concluye Marta.
Por su parte, Moisés, exempleado de Mantenimiento del Hospital Nacional y actualmente trabajador de una mipyme de reparaciones constructivas, que solo trabaja por contratos con empresas estatales, informa que decidió unirse como pintor a este emprendimiento privado luego de que fuera testigo directo de las ventajas que obtendría.
“En el hospital todos los de Mantenimiento pidieron la baja, solo quedaba yo haciendo todo, era el hombre orquesta”, afirma Moisés. “Pintaba, chapeaba, hacía plomería, y al final cobraba 6.000 pesos al mes [menos de 20 dólares al cambio actual], y eso porque cobraba dos salarios, el que me pertenecía y otro que me pagaban por la izquierda (…). Un día veo que traen a una mipyme para reparar un bloque del hospital y me dice uno de los trabajadores que por pintar tres o cuatro paredes le iban a pagar 20.000 pesos, ahí mismo me fui (…). Es que a los de Personal [Recursos Humanos] les conviene que la gente [los trabajadores de la plantilla] se le vayan, porque cuando contratan a una mipyme ellos reciben un montón de pesos. Con la misma mipyme que contrataron con esa misma me fui”, contó Moisés. Asimismo, detalla que su esposo, que trabajaba como enfermero en el mismo hospital, actualmente pertenece a una brigada de limpieza privada que brinda servicios a hospitales, hogares de ancianos y cualquier institución estatal que los contrate.
“Leonardo también se fue. Ahora gana 20 veces más que lo que ganaba como enfermero. Va por la mañana, limpia un poco, y después del mediodía ya está en la casa. No creas que hacen un trabajo especial, no es una mipyme donde él está, son él y como ocho personas más, como para dos hospitales y un asilo a limpiar, pero eso es ir, pasar la colcha y ya. Porque la ganancia del jefe no está en que dejen eso como un crisol sino en el contrato que hace con el hospital”, asegura Moisés.
Luego de publicada la convocatoria de empleos de la mipyme Econova Surl, que quizás sin proponérselo ha puesto a debate público un tema sensible que va más allá de los bajos salarios del sector estatal y que arroja luz sobre los oscuros recovecos de las contrataciones y su interconexión con un sistema corrupto, la pirámide salarial que hasta ayer nos parecía invertida, de cabeza, ahora comienza a verse como realmente es, y menos que una pirámide parece más una criatura torcida.
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