Por Iván García.
Anciano vendedor de periódicos en Holguín, provincia a unos 700 kilómetros al este de La Habana.
Ya en la madrugada del domingo 4 de julio, llovía a intervalos y ráfagas de viento aisladas se sentían en Baracoa, municipio de la provincia Guantánamo ,a más de mil kilómetros al este de La Habana. Eran las dos de la mañana cuando en el destartalado bohío de Delio, campesino que cultiva plátanos, junto a sus dos hijos terminaba de reforzar el precario techo de tejas colocándole encima sacos de piedras, para que la tormenta tropical Elsa, con rachas de viento de hasta 100 kilómetros por hora, no destrozara las tejas del techo.
Cuenta Camilo, hijo del campesino, que la gente en la zona reza para que el fenómeno meteorológico sea moderado. “Hace cinco años, en 2016, el huracán Matthew despedazó todo lo que encontró en su paso. Hasta con el puente que une a Baracoa con Holguín. Todavía hay decenas de familias que no han podido recuperar sus casas. La cosa está que arde. No pudimos comprar pan o galleta en ningún sitio. Tampoco clavos ni planchas de madera para reforzar el techo del rancho de mi padre. Los agromercados, tiendas y comercios de Guantánamo están pelaos. Solo los que tienen divisas pueden comprar latas de conserva y otros alimentos. Para campear el temporal, matamos dos gallinas del viejo y estamos preparando una caldosa y salcochando fongo (plátano burro). Quiera Dios que la tormenta no sea intensa”, dice en un chat por WhatsApp.
Jennifer, dependienta de una tienda en Guantánamo, dice que desde hace una semana, a la terrible escasez se han sumado apagones de cinco y siete horas diarias. “Muchos guantanameros matan el hambre tomando agua con azúcar. Los que tienen dinero y en la nevera tienen carne, la salaron o hirvieron para que no se les eche a perder si se va la luz. Pero la llegada de la tormenta Elsa cogió a muchos sin provisiones. El fin de semana las personas caminaban de un lado a otro buscando víveres. No había nada. Y se sabe que lo peor de un huracán en Cuba es el día después, porque los apagones duran cinco o seis días, no hay agua potable y poco que comer”.
Los funcionarios provinciales están desbordados. Apenas tienen dinero y recursos para casos de emergencia. La pandemia del Covid-19, que según una fuente del Ministerio de Salud Pública ha obligado a desembolsar casi de dos mil millones de pesos y cientos de millones de dólares que no estaban planificados, ha dejado las arcas del Estado en números rojos.
“El poco dinero que entra se gasta en la pandemia, en importar un poco de pollo y asegurar los servicios básicos. Si la tormenta causa demasiados estragos y la temporada ciclónica es muy activa, las autoridades cubanas tendrán que pedir ayuda internacional. El coronavirus, junto al bloqueo -embargo económico de Estados Unidos- y las medidas implementadas por Trump han provocado más daños que una guerra. La situación del país es peor que la del Período Especial en la década de 1990. En aquella etapa, cuando el PIB cayó un 35% por ciento, las reservas estatales estaban mejor abastecidas y había un líder como Fidel Castro que todavía una parte importante del pueblo respetaba. Los que hay ahora dan la sensación que están improvisando todo el tiempo. La población no los respeta”, afirma un funcionario.
Guantánamo y Granma, han sido las primeras provincias en recibir los embates de la tormenta Elsa. En bodegas, mercados y placitas lo único que se ofertaba eran mangos y plátanos verdes. Las autoridades locales apenas cuentan con reservas de harina para elaborar pan en venta libre. El combustible está en mínimos. En Guantánamo se han habilitado 171 centros de evacuación para albergar a los damnificados. También se prevén utilizar cuevas, varas en tierra y 56 mil viviendas de cubierta rígidas para guarecer a los ciudadanos más vulnerable. Según la prensa oficial lo más importante es cumplir con las medidas higiénicas para evitar una mayor propagación del SARS-COV-2.
Al respecto, la dependienta Jennifer no es optimista. “Va ser muy difícil mantener la higiene en un país donde muchas personas no pueden comprar detergente ni jabón de lavar, por las tremendas colas o porque no tienen divisas. En la zona donde vivo en Guantánamo el agua potable viene cada cinco días. Entonces, me pregunto, cómo carajo la gente va a lavar su ropa, mantener la higiene de su casa, si no tiene jabón ni detergente. Después que se vaya Elsa, seguro los casos de coronavirus se van a multiplicar”.
Mirta, empleada del sector turístico residente en Matanzas, a cien kilómetros al este de La Habana, le asombra la “desfachatez y el descaro de los gobernantes exigiendo que se cumplan las medidas de seguridad para enfrentar el coronavirus cuando el Estado no vende mascarillas, gel desinfectante, caretas de protección ni guantes. Ni siquiera hay medicinas para tratar una gripe común. Los centros de aislamientos y hospitales están colapsados. El personal de salud agotado. A veces falta el oxigeno y la gente está hacinada en las salas de los hospitales. Solo los casos más graves los ingresan”, explica y añade:
“En la ciudad de Matanzas y en el municipio Cárdenas se han disparado las cifras de contagiados por irresponsabilidad del gobierno. Abrieron el turismo y ya se están pagando las consecuencias. Laboro en un hotel en Varadero y los empleados tenemos pánico cada vez que vamos a trabajar. Son cientos los casos de compañeros que se han contagiado con el coronavirus. Los más indolentes son los turistas rusos que andan sin mascarillas y un alto por ciento son asintomáticos. Ahora, con la llegada de la tormenta tropical Elsa, le piden más sacrificios al pueblo. A una población que vive con mala alimentación, haciendo interminables colas en medio de una pandemia y constantes apagones”.
Algunas cifras. Al cierre del sábado 3 de julio, en Cuba se reportaron 3,519 personas contagiadas del Covid-19, un nuevo récord para el país. Lo preocupante es que en los últimos tres días, con más de tres mil casos diarios, se bate un récord tras otro en apenas 24 horas. De los 197 contagiados procedentes del extranjero, 183 eran turistas rusos o cubanos que regresaban de Rusia. A pesar de ser los pioneros en las vacunas para enfrentar el coronavirus, con la vacuna Sputnik V, según datos de las autoridades sanitarias rusas, poco más del 12 por ciento de la población ha recibido las dos dosis.
Un especialista en epidemiología, aseveró que la variante Delta y Delta plus llegaron a través de los viajeros rusos y los obreros indios que construyen hoteles de lujos en La Habana y Varadero. Aunque se han vacunado a más de dos millones 600 mil personas con al menos una dosis, y a pesar del triunfalismo del régimen que asegura que la efectividad de los dos candidatos vacunales fluctúa entre el 62% y el 92%, en el mundo académico existen dudas razonables debido a la falta de información científica que permita corroborar esos parámetros.
En los últimos cinco días, los casos de coronavirus en Cuba oscilan entre 2,952 y 3,519 y el porcentaje de contagiados , 0,031%, es superior al de Rusia que en los últimos cuatro días fluctuó entre 0,010% y 0,016%. Incluso el porciento de infectados con Covid-19 en la Isla supera a la India, que en la última semana tuvo 0,0027% y 0.0035%. En América Latina, epicentro de la pandemia, Cuba ocupa el quinto puesto por contagiados percápita detrás de Brasil, Colombia, Argentina y Uruguay.
El contexto en Cuba es sumamente complejo. Crisis económica sistémica, amplio descontento social, desabastecimiento generalizado, deuda descomunal con el Club de París, rebrote intenso de la pandemia, y por si fuera poco, el mes de julio comenzó con un huracán que por suerte se debilitó y convirtió en tormenta tropical.
La sensación que se percibe cuando usted conversa con los cubanos, es que están al límite de sus fuerzas. El estrés y el desgaste cotidiano para llevar un plato de comida a la mesa son considerables. No se vislumbra la luz al final del túnel. Todo lo contrario. Según expertos locales, la cifra de contagiados por la pandemia pudiera alcanzar los 5 mil casos diarios, la crisis económica pudiera agravarse y la temporada ciclónica recién comienza.
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