Por Miriam Leiva.
Los huevos en Cuba son tan caros y exclusivos como las 69 obras maestras del gran orfebre ruso Peter Carl Fabergé, ordenadas por los zares Alejandro III y Nicolás II. En el apartheid alimentario de la Isla, también los huevos son elitistas. Se desconoce cuántos huevos llegan a las residencias de los dirigentes.
Treinta huevos se venden en el mercado informal de Cuba por 3.000 pesos. Más baratos, por 2.700 pesos, aparecieron sorpresivamente en las pequeñas y bien abastecidas tiendecitas privadas de La Habana, el 20 de noviembre. Solo duraron unas horas, pues llegaron compradores cercanos y lejanos, avisados por las redes sociales de las mipymes y por familiares y amigos.
La mayoría de la población solo puede adquirir los cinco o siete huevos mensuales vendidos con inestabilidad a través de la libreta de racionamiento. El salario medio en Cuba es de 3.828 pesos, y la pensión media de 1.840 pesos, frente a una inflación galopante. Los huevos, los espaguetis y las pizzas fueron los salvavidas priorizados por Fidel Castro durante el llamado Período Especial, pero los tres han desaparecido de los establecimientos del Ministerio de Comercio Interior, por lo que tienen altos precios en los mercados libre e informal.
Muchas personas se preguntan cómo es posible que las mipymes puedan poner sus camiones para vender cajas de pollo en las esquinas de la ciudad, además de abastecer con variedad de carnes, quesos y muchos productos a las pequeñas tiendas situadas en los garajes de los edificios o en los locales alquilados al Ministerio de Comercio Interior y otros organismos. Las mipymes venden arroz, harina de trigo y otros productos a las empresas estatales carentes de financiamiento para importar, lo que ha sido reconocido en la Televisión Cubana con satisfacción por directivos de las fábricas cuyas producciones han estado detenidas. Esa forma de propiedad privada ha sido demandada por los cubanos desde hace años. ¿Cómo es posible que se limite a los campesinos para cultivar y vender, y se persiga a los vendedores ambulantes por elevar los precios por encima de los establecido oficialmente, mientras hay laxitud con las mipymes?
En la sociedad se comenta si el Gobierno será propietario de la mayoría de ellas, a las que utilizaría para abastecer a quienes tienen dinero, mientras deja en la hambruna a la mayoría de la población. En agosto de 2020 los negocios no estatales en Cuba recibieron por primera vez la autorización para realizar operaciones de comercio exterior, supervisadas por empresas estatales. Entonces se aducía la urgencia de impulsar la economía y enfrentar la crisis generada por la COVID-19. Hasta ahora, se han firmado 15.497 contratos con trabajadores por cuenta propia, cooperativas, mipymes, entre otros actores, para poco más de 300 millones de dólares, según Vivian Herrera Cid, directora general de Comercio Exterior del Ministerio de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera.
De los “módulos” mensuales controlados, pero no incluidos en la libreta de racionamiento porque no se pueden garantizar, según ha expresado el viceprimer ministro Alejandro Gil, desapareció el pollo estadounidense en octubre, cuando la empresa CIMEX informó a la población que no se vendería junto al paquetico de picadillo, el litro de aceite, el detergente y las salchichas habituales.
Esto parece el preludio del fin de la libreta de racionamiento. Si bien las cantidades de arroz, azúcar, frijoles, huevos y el supuesto picadillo solo alcanzan para una semana, ayudan a distanciar las compras a elevadísimos precios en el mercado libre. La eliminación del racionamiento debería realizarse por el incremento de la oferta a precios adecuados, lo cual no parece que se hará.
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