Por Iván García.
Para un amplio sector de la ciudadanía en la Isla, las MIPYMES son filiales del gobierno o están conectadas con el Estado. Saben que algunos de sus dueños son parientes de caudillos de la dictadura o testaferros de sus negocios.
La gente no es tonta. En plena crisis económica, con la inflación disparada, donde más del 70% de la población come una vez al día y los servicios básicos son un caos; las personas perciben que en medio del desastre y la mugre, la élite empresarial importa automóviles de Estados Unidos, compra residencias en Miramar y en un bar de moda gasta más de mil dólares -el salario de cinco años de un profesional de calibre- bebiendo whisky escocés y bailando reguetón con el Taiger o el Micha que vuelan desde Miami y ganan de cinco a diez mil dólares en una noche.
“Hay algo que nos están ocultando”, indica Joan, ingeniero de una empresa estatal. “Tengo la impresión que el gobierno está repartiendo el cake y ha dejado al pueblo fuera de la fiesta. El sistema nunca ha funcionado de forma autónoma. Siempre ha tenido que ser subsidiado, ya sea por Moscú o Caracas. Entiendo que quieran apostar por el capitalismo. Ok. Pero men, deja que todos podamos tener las mismas oportunidades de hacer dinero. No sé de donde han copiado el modelo, si de Rusia o China. Pero es muy egoísta capitalizar negocios y querer que el pueblo con las consignas fidelistas de socialismo o muerte. Y la gente viendo cómo el país se cae a pedazos, mal vestidos, hambrientos, cada vez con más mendigos en las calles mientras un grupo sigue construyendo hoteles y ganando dinero a manos llenas”.
Melissa, estomatóloga, asegura que “desde hace tiempo la mayoría de los cubanos no creen en la revolución, ni en Fidel Castro ni en su hermano y menos en toda esa muela jorobada. La población no es ciega. Por internet ven que prohíben a un dentista y a un médico ejercer de manera privada y los hospitales del pueblo están en ruinas, pero existen clínicas relucientes y bien equipadas exclusivas para los dirigentes y extranjeros. Con la anuencia del gobierno, un grupo de privilegiados se está apropiando del patrimonio nacional. Han diseñado una economía paralela. Con las MIPYMES igual. Han creado una clase pudiente con personas de su confianza y se dedican a acosar al resto de los cuentapropistas».
Llamémosle Adrián, dueño de un negocio al oeste de La Habana, coincide que se ha “trazado una estrategia para colonizar a emprendimientos privados fuera de la órbita gubernamental. El método es simple: aceptas las reglas de juego o la cuchilla fiscal y una manada de inspectores supervisarán tu negocio y te forzarán a cerrarlo. Una ofensiva que no es contra todas las MIPYMES, es solo contra los negocios que están fuera de su radar y no pueden controlar. No tenemos un marco jurídico imparcial ni acceso a divisas del sistema bancario. Hacer negocios en Cuba en las actuales condiciones es imposible. Demasiados controles y prohibiciones. Se inmiscuyen en todo. Pongo un ejemplo: la embajada de Estados Unidos en La Habana me otorgó visa debido a mi negocio. A los pocos días un tipo que se presentó como funcionario quería saber los detalles y si yo podía gestionarle visa estadounidense a otros mipymeros. Desde que te inscribes en la ONAT (Oficina Nacional de la Administración Tributaria ), todos los negocios son fiscalizados por el Estado”.
Adrián reconoce que “las MIPYMES más rentables son operadas por el gobierno. Juan Guillermo Almeida -medio hermano del destacado influencer Juan Juan Almeida, residente en Miami e hijo de Juan Almeida Bosque, uno de los pesos pesados de la revolución de Fidel Castro- es el zar de la cerveza en Cuba. Le han ido arriba a los minoristas que traían un contenedor de cerveza. Ahora hay que comprar el producto directamente en el puerto del Mariel, al negocio que maneja Juan Guillermo. Así sucede con el pollo y otros alimentos. También con la venta de carros que importan directamente de Estados Unidos».
Según Adrián, las comisiones son exorbitantes. «El gobierno gana más dólares que el fabricante del automóvil. Esos mayoristas son familiares de ‘pinchos’ (funcionarios importantes), ex militares de alta graduación o cubanos radicados en el exterior que trabajan asociados con personeros del gobierno. Mientras a un emprendedor le ponen tope de precios y un montón de restricciones, los capos del ‘bisne’ (negocio) ganan millones de dólares y nadie los supervisa. A determinados cubanos que viven en Estados Unidos se les permite tener negocios si sson rentables para ellos. Cuando molestan, los meten presos y se lo quitan del medio. Actúan como un cártel de la mafia”.
La injerencia de las instituciones del Estado es palpable. La empleada de una MIPYME cuenta que «al negocio llegan militares de alto rango en jeeps de marcas americanas y cargan cajas de comida. Se toman unos tragos con el dueño, le dan unas palmaditas en la espalda y se van sin pagar un centavo. Para colmo, en una reunión que el dueño sostuvo con nosotros, nos pidió crear un sindicato. Y al que cojan hablando mal del gobierno en las redes sociales o en su puesto de trabajo se va del aire”.
Recientemente, el portal oficial Cubadebate, informó que el gobernante Miguel Díaz-Canel, en un pleno extraordinario del PCC en la provincia Sancti Spíritus, 300 kilómetros al este de La Habana, expresó la intención de crear estructuras de bases del Partido y la UJC en el sector privado.
Una ex trabajadora de una MIPYME llamada Clamanta, que elabora productos lácteos, revela que “los negocios más grandes y exitosos sus dueños son familiares de altos funcionarios o militares del gobierno. A veces tienen testaferros. Los verdaderos jefes nunca dan la cara.. El dueño de Clamanta, supuestamente, es Martin Nizarane Araluce. Su nombre aparece en el registro empresarial de Navarra y otras localidades españolas. Pero detrás del negocio se rumora está Dalia Soto del Valle, la viuda de Fidel y madre de cinco de sus hijos. La MIPYME está enclavada en Punta Brava, no muy lejos de Punto Cero, el conjunto residencial donde vivía Fidel con su familia y allí tenía hasta una fábrica de helados y quesos”.
“Todas las MIPYMES no son iguales. Las protegidas por el régimen, como Clamanta o El Roble, les otorgaron contratos exclusivos para vender en tiendas MLC, pertenecientes al Estado, a precios carísimo. Una tina de helado de cinco litros cuesta 16.80 dólares, igual de caro es el yogurt probiótico. Tienen neveras con publicidad propia en los mercados de 3ra. y 70 y La Puntilla, en Miramar, y en Harry Brothers, Habana Vieja, entre otras. En enero de este año, en un gesto publicitario, Nizarane Araluce, probablemente orientado por los capos, donó 140 sacos de leche en polvo a un orfanato y a una escuela primaria. Al hogar materno Luz de Láncara, que lleva el nombre del pueblo donde nació el padre de los Castro en Lugo, Galicia, además de cientos de litros de helados y yogurt, entregó 200 libras de pollo, 200 paquetes de 500 gramos de espaguetis y 30 litros de aceites. Y a un hogar de ancianos donó 25 sacos de leche en polvo. Toda esa operación propagandística fue reseñada ampliamente por Cubadebate y el noticiero nacional de televisión. Fue una estrategia de lavado de cara para intentar frenar la impopularidad de las MIPYMES”, explica la antigua trabajadora.
Un informe reciente presentado por el ministerio cubano de Relaciones Exteriores, señala que “las restricciones del bloqueo han afectado de manera significativa la actividad de numerosos emprendedores privados, dueños de empresas y cooperativistas cubanos”. Y culpan a Estados Unidos de que en 2023, 685 MIPYMES tuvieron pérdidas en su gestión, lo que representó un 7,2% del total. Posteriormente, en un artículo publicado en Cubadebate, ‘emprendedores’, como Martin Nizarane Araluce, dueño de Lácteos Clamanta y Carlos Miguel Pérez Reyes, fundador de DOFLEINI Software y diputado del monocorde parlamento nacional, entre otros ‘dueños de negocios’, comentaron el freno que “significa el bloqueo para el sector privado”.
Los entrevistados pidieron aperturas financieras y tecnológicas a la Casa Blanca y poder hacer negocios con empresas de Estados Unidos. “Asedian con subidas de impuestos y prohibiciones a los pequeños negocios tildados de ‘no confiables’ y los empresarios amparado por el gobierno, cada vez piden más mientras mantienen el dominó trancado para el pueblo. Son unos sinvergüenzas”, se queja Adrián.
Gustavo, economista, está convencido que la actual estrategia de hostilidad a una parte del sector privado es descabellada. “El plan es ingresar más dólares al Estado. Pero esto puede desencadenar una híper inflación descontrolada que combinada con la recesión, pudiera profundizar todavía más la crisis económica. Estamos abocados a una hambruna”.
En Cuba muchos reconocen que con los actuales gobernantes, las cosas solo pueden empeorar. Pero si algo saben los cubanos es esperar.
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