Danilo, agiotista ilegal de divisas, ha tenido una semana movida. “Compro dólares, euros y pesos convertibles. Pero después que el gobierno anunciara el inicio del proceso para la unificación de la moneda, me he quedado sin fondos”, comenta en una céntrica avenida habanera.
Aunque el régimen intenta frenar el pánico, y en una nota oficial informó que las medidas a implementar no afectarían a los ahorristas, se observan largas colas en sucursales del Banco Metropolitano.
“En solo cinco horas, 14 clientes han cerrado sus cuentas en divisas en el banco donde laboro”, dijo un empleado. La noticia no tomó por sorpresa a un segmento de la población.
A mediados de agosto, la avalancha de rumores ante una posible devaluación del peso cubano convertible o cuc, propició que centenares de personas cambiaran a pesos cubanos o cup sus ahorros en moneda dura.
“Desde hace dos meses saqué todos los ‘chavitos’ de mi cuenta bancaria y compré pesos. No está claro cómo se implementarán esos pasos para la unificación de la moneda, pero se rumora que antes de desaparecer, el peso convertible se irá devaluando progresivamente”, señala un trabajador por cuenta propia.
En Cuba, los rumores suelen tener más credibilidad que las informaciones difundidas en los medios oficiales. Eusebio, economista, considera que la doble moneda distorsiona los precios, la contabilidad y las transacciones comerciales internas.
“Muchas empresas locales son rentables gracias a que venden su mercancías en pesos convertibles. La mayonesa de fabricación nacional, por ejemplo, se vende entre 3 y 5.50 cuc, alrededor de 75 y 132 cup. Cuando se unifique la moneda, esa distorsión tendrá que desaparecer y los precios inflados, debido a la circulación de una moneda fuerte, tendrán que reajustarse. No se resuelve nada sustituyendo el ‘chavito’ por el peso cubano si en las redes comerciales se mantienen los precios atrofiados, en cup y cuc. El precio real del arroz que se vende racionado en las bodegas no es de 0.20 centavos de pesos la libra. Ni tampoco los 800 cuc de un televisor de plasma, equivalente a 20 mil cup. La unificación de la moneda resulta complicada, y sectores productivos se verán afectados y pueden sufrir pérdidas”, argumenta el economista.
Ya en algunas cadenas de tiendas y mercados se venden productos en pesos tasados al cambio del peso convertible. Magaly, maestra de secundaria, cree que eso no resuelve nada. “Si una gran cantidad de la población ahora no tiene 25 ‘chavitos’ para comprar comida, no tendrá 625 pesos para adquirirla. De lo que se trata es de reajustar precios y elevar salarios”.
Un funcionario de un organismo estatal pide paciencia. “Los salarios de los empleados que laboran en sectores productivos que generan fuertes ingresos en divisas (turismo, salud pública, Cubana de Aviación o ETECSA), en un plazo breve comenzarán a ganar salarios acordes al nuevo panorama. Su poder adquisitivo se verá aumentado. Tanto para el consumo como para la sociedad, será saludable revalorizar el papel del trabajo. La pirámide invertida, donde los profesionales ganan sueldos inferiores a los de un basurero, gradualmente va a cambiar”, aunque no quiso entrar en detalles.
La macarrónica nota publicada en Granma ha provocado más preguntas que respuestas. La gente espera que antes de que finalice el año, las disposiciones para unificar la moneda comiencen a hacerse efectivas.
Cuando el 26 de julio de1993, Fidel Castro despenalizó el dólar, comenzó a circular el peso cubano y el dólar estadounidense. En mayo de 2004, Estados Unidos multó con 100 millones de dólares al banco suizo UBS, por violar el embargo y haber ‘lavado’ casi 4 mil millones de dólares a Cuba. Fidel Castro montó en cólera. Seis meses después, en noviembre de 2004, el dólar fue sustituido por el peso cubano convertible. Pero a Castro no le bastó haber sacado de circulación al dólar estadounidense: en marzo de 2005 lo devaluó en un 18% en la isla.
Después de la llegada al poder de su hermano Raúl en 2006, y con el objetivo de recaudar más billetes verdes, en 2011 se revaluó el dólar en un 10%. A pesar del injusto gravamen, altos precios en divisas de alimentos en mercados minoristas y lento flujo de movimiento de cientos de artículos en las tiendas del Estado, las remesas familiares desde el exilio crecen de manera espectacular.
Si en 2000, por concepto de remesas el país ingresó 986 millones de dólares, en 2012 habían aumentado a 2,605. Para 2013 se calcula que superará los 2,800 millones de dólares. A eso súmele casi 3 mil millones en ropa, alimentos, recargas telefónicas, electrodomésticos y medicamentos que entran a través de ‘mulas’ y agencias de viajes establecidas en la Florida.
Un sondeo entre una veintena de habaneros que por estos días apasionadamente debaten sobre la unificación de la moneda, arrojó que los principales problemas continuarán siendo los salarios de miseria, pobre productividad y regulaciones excesivas en un sistema ineficaz.
Según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información, el salario medio ronda los 466 pesos, unos 20 dólares. A pesar de las tímidas reformas económicas, la agricultura no acaba de despegar y la industria necesita algo más que buenas intenciones para ser eficiente.
Cuba importa desde frutas destinadas al turismo hasta cepillos de dientes vendidos a la población. Nadie cree que, de momento, la desaparición de la doble moneda mejore su calidad de vida. Pero es el comienzo de nuevos retos.
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