Por León Padrón Azcuy.
Mientras los cubanos de a pie siguen dependiendo para su desayuno de esa extraña libación mezclada con una excesiva cantidad de chícharos, el Estado cubano acaba de facturar una costosa inversión de equipos de tecnología de punta para la empresa procesadora de Café Asdrúbal López en la provincia de Guantánamo.
La información aparecida en un artículo publicado el 4 de agosto del 2015 en el periódico Granma, con el título “Instalada nueva tecnología en procesadora de Café”, bajo la autoría de Jorge L. Merencio Marín, da cuenta de que los medios fueron adquiridos a la firma suiza Bhuler, y tienen como prioridad perfeccionar, aún más, los atributos, la calidad y la cantidad de los ocho tipos de café que exporta. La nueva planta se alista para comenzar en septiembre el procesamiento de los granos recogidos en las provincias cafetaleras de Guantánamo y Holguín.
En ese artículo se explica que “la selectora óptico-electrónica, por ejemplo, es bicromática y emplea cámaras de alta resolución, lo cual facilitará la detección y expulsión de los granos con defectos, tales como granos negros, fermentados, brocados, manchados, entre otros”.
Pero en todo el país muchos ciudadanos se han preguntado, a su vez, si no habrá mejoría con respecto al café mezclado, distribuido en un envase de cuatro onzas una vez al mes por la libreta de racionamiento, al precio de cuatro pesos y donde se puede encontrar desde el polvo negruzco con que hacer la bebida hasta restos sólidos de cualquier otro grano. Desde hace tiempo, en cualquier rincón de la cocina cubana, ese engendro ha recibido una oleada de críticas y maldiciones.
Cubanet salió a buscar impresiones sobre este café adulterado, procesado y envasado en una planta ubicada en las Ocho Vías, en el municipio Guanabacoa de La Habana, y que impúdicamente plasma en forma de anuncio en letras blancas, en la superficie de la envoltura de nylon: “mezclado con chícharo al 50 %”.
El resultado de la encuesta fue que once de los quince entrevistados al azar en la calle, declararon que esa mezcla tiene mal sabor, produce irritación en el estómago, y que es muy trabajoso colarlo debido a las tupiciones en las cafeteras, que en muchas ocasiones explotan produciendo roturas en las cocinas, manchas en los techos; sin contar que se han reportado personas con quemaduras y otras lesiones.
Mayra, ama de casa residente en el Vedado y criada en un campo cafetalero del Oriente cubano, comentó alarmada: “Nosotros siempre hemos presumido de consumir un buen café. Este que nos venden en la bodega, no se sabe ni qué cosa es. Yo, primeramente lo paso por un colador, para extraerle los restos sólidos que contiene, lo mismo pueden ser chicharos, que frijoles, o semillas de aguacate. No sé hasta cuándo nos seguirán embutiendo con esta mezcolanza explosiva que cada vez viene peor”.
Otro entrevistado, antiguo maestro tostador, residente en la calle 25 del Vedado, de 85 años de edad, quien prefirió no se mencionara su nombre, que trabajó durante muchos años en la desaparecida procesadora Pilón, ubicada en Diego Velázquez y Santa María en el municipio Plaza, muy cerca del Zoológico de 26, refiere que los granos del café han sido siempre uno de los principales productos de origen agrícola comercializados en los mercados internacionales y supone una gran contribución a los rubros de exportación en la isla. Pero también enfatiza que “en Cuba estaba el café bueno a disposición de todos, pero después de la nacionalización de esta industria, los cubanos han sido privados de consumir con abundancia y calidad esa deliciosa bebida que suele tomarse como desayuno, o en la sobremesa después de las comidas, y constituye una de las bebidas sin alcohol más socializadoras, no sólo en Cuba, sino en muchos países del mundo”.
Tanto la Asdrúbal López (o Alto Serra por nombre comercial) en Guantánamo, como la UBC Torrefactora Café Selecto, situada en Almendares y Santa María, en la capital, dos de las más importantes procesadoras del café puro, de donde sale el Extraturquino Especial, el Turquino, el Serrano Superior, el Caracolillo, el Alto Serra, el Cubita, el Arriero y otras marcas, enfilan sus producciones a la exportación o comercialización en las tiendas recaudadoras de divisas CUC.
Esto se traduce en que el café de calidad ha sido expulsado de las costumbres del cubano, y de su paladar. Y solamente logrará probar algo mejor cuando alguien lo trae de los campos donde se cultiva, un riesgo que muchas personas no se disponen a correr por temor al decomiso y a las multas excesivas que se imponen en los controles policiales de las carreteras, o lo compre en las tiendas dolarizadas.
Resulta increíble que siendo Cuba uno de los productores de café a nivel mundial, se les oferte a sus ciudadanos este café ligado con chícharo. Mejor es que lo exhiban en una galería de arte surrealista.
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