Por José (Pepe) Martel.
Un toque de distinción a la alimentación del cubano dentro de la isla es algo que nadie en los medios de la prensa escribir dice, expresa y denuncia. Es una cosa curiosa ya que los que vivimos dentro del comunismo cubano debemos recordar los distintos platos que la cocina del ciudadano de a pie tenía presente en su menú del día. El racionamiento que la dictadura castrista implantó limitó en cantidad y calidad la alimentación de la población a que esa magra cuota solo alcanzaba para 10 días de suministro por persona. Pero un tópico que deseo desarrollar es la forma que la gente tenia que inventar y reinventar como sopesar esa hambruna que todos, de una forma o de otra, tuvimos que pasar durante estos 53 años de privación de libertad y desnutrición corporal.
Los compatriotas que abandonaron la patria durante las dos primeras décadas no sufrieron en carne propia y barriga vacía las desgracias impuestas por un patriarca que cada final de mes se reunían en la Junta Central de Planificación (JUCEPLAN) para ordenar que alimentos se distribuyeran en cada bodega, supermercado y tienda del pueblo del país. Las continuas escaseces y máximas penurias impuestas hicieron que la gente para llevar algo al estómago idearon platos que en tiempos normales hubiesen sido desconocidos y nunca ingeridos.
Antes de pensar que el primer Periodo Especial a la caída del bloque de repúblicas soviéticas y países socialistas ya la gente utilizaba el gofio para hacer picadillo y la frazada de piso para elaborar un biftec sintético. Eso no lo conocieron los que salieron de Cuba durante las dos primeras décadas (1960-1970). Y recuerdo una redada que la policía efectuó en dos de la Playa de Marianao en la capital donde se vendía el susodicho pan con supuestas lascas de pavo utilizando carne de aura tiñosa. Ese hecho fue un gran escándalo y un atentado a la salud del ciudadano.
Ya en pleno primer y segundo Periodo Especial del Hambre en Cuba el régimen comenzó a destrozar el estómago del cubano produciendo alimentos elaborados en sus industrias de bajísimas calorías y extravagantes sabores que repugnan produciendo cambios sustanciales al paladar del consumidor. Por citar algunos que memorizo en esta siguiente relación:
- El fricandel o perro caliente de carne e ingredientes desconocidos sin sabor alguno.
- La pasta de oca de color blancuzco, grasienta y sabor repugnante. En la capital se acostumbraba a sazonarla con puré de tomate, cebolla, ajo y ajíes. Envolverla en pan rayado o galleta molida y después freírla tipo croqueta.
- Las famosas hamburguesas conocidas como las “Mal Castro” que el régimen comenzó a ofertar en distintos lugares de la capital diciendo que eran mejores que la McDonald americana. Aquello era para morirse de la risa, eran flacas y aplastadas aunque no sabía mal. Para empatarse con una Mal Castro había que hacer una cola para recibir un ticket y más tarde otra cola para comprar dos unidades por persona-
- La caldosa que suplió al sustancioso ajiaco criollo con solo una vianda de estación que se vendía en distintos establecimientos de forma racionada de un plato hondo por persona que consistía en un caldo de agua hervida, vianda y el pase de una cabeza de puerco. Aclaro, cuando digo –pase- es que ese plato se cocina en un gran caldero de hierro donde por medio de una rondana y cadena se sumerge la cabeza de animal para obtener algo de substancia. Escribo esto bajo absoluta seriedad ya que en varias ocasiones observe ese pase de cabeza dentro del agua hirviendo. ¿Dónde? En un antiguo Pío Pio (nombre de establecimiento que vendía pollo empanizado) sito en calle 42 y 37 en el municipio Playa de La Habana.
- La masa cárnica otro producto que se vende en las carnicerías cubanas. Algo parecido a la pasta de oca. Sus ingredientes era un secreto de estado. La necesidad de comer algo se hacía una obligación ingerir esa bazofia siempre mejorando su sabor con algo de sazón y frita.
- El picadillo de soya otro invento que apesta y solo olerlo produce nauseas pero no puede ser rechazo de consumo popular. Para niños menores de 7 años y tercera edad con certificado médico un frasco de litro de leche de soya.
- La jamonada “castrada” que el pueblo digiere con un pedazo de pan de boniato y un poco de agua con azúcar prieta en sustitución al descontinuado .
- La pizza cubana con queso de papa, tipo pizzeta. El clásico arroz frito (chino) desaparecido y en su lugar el arroz salteado sin jamón, camarones, puerco ahumado, frijolitos y otros atributos con ese nuevo de pedacitos de jamonada castrada y revoltillo de huevo.
- Y no podemos dejar de mencionar la croqueta de ave (averigua de ¿qué?> y sola al plato. Los refrescos de sirope y néctar tipo instantáneo. Y en la cocina cubana el uso de las pastillas de poli-vitaminas utilizadas para darle color al arroz amarillo en sustitución de esos legendarios condimentos del bijol y el azafrán.
Y cerrar estas memorias culinarias y tentativas de opciones en la alimentación del pueblo a través del mercado clandestino o subterráneo (bolsa negra) la venta de leche con cal (nociva) y la pizza de preservativo (imitación queso) y en la zona oriental del país el picadillo hecho con cascara de plátano verde molido.
Mostrar y darles a todos los cubanos que emigramos por las razones que sean que en Cuba se ha comido y siguen consumido comidas y platos –ingeniosos y nocivos – desgraciadamente por la traición y la criminalidad de dos degenerados, corruptos hermanos que solo merecen el desprecio y condena de un pueblo que nunca mereció esta descomunal barbarie por la que transita desde el mismo primero de enero comienzo del holocausto de la nación cubana.
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