Por Iván García.
El televisor de pantalla plana que cuelga en la barra del bar ofrece una cobertura noticiosa de la visita del presidente designado Miguel Díaz-Canel a Nueva York. El audio está apagado y ninguno de los turistas o parroquianos que beben mojitos, whisky o ron a la roca se molesta en decirle al barman que lo suba.
Un cantinero prepara de manera simultánea cinco daiquiris y un par de cubatas. Con bufandas y camisetas del Barcelona, la clientela espera el comienzo del partido donde los azulgranas de Lionel Messi exponen su liderato.
En las paredes del bar cuelgan afiches de estrellas de fútbol junto a una amalgama de medallas y trofeos. “Cada vez que hay un partido de la Champions o la liga española esto se pone a full”, comenta un lunchero.
El hotel donde radica el bar pertenece a Gaviota, un grupo dedicado al turismo que desde su fundación, hace 29 años, es administrado por militares. Bajo su mando se encuentran más de 60 hoteles, entre ellos el Gran Hotel Manzana Kempinski La Habana, las agencias Gaviota Tours S.A., Marinas Gaviota y Transgaviota, y la sociedad mercantil A.T. Comercial. El Grupo Gaviota se codea con gigantes de la hostelería mundial como Marriott, Hilton y Meliá.
Aunque GAESA (Grupo de Administración Empresarial S.A.), consorcio militar que controla el 95 por ciento de las divisas que entran en Cuba y apenas ofrece datos y estadísticas de su volumen de ventas y beneficios, al ser un monopolio, sus ingresos se contabilizan por miles de millones.
Les presento a Gerard, nombre ficticio de un economista de un hotel cinco estrellas. Viste a la moda, sin estridencia. Lleva siete años en turismo, un sector muy codiciado en Cuba, no por sus altos salarios, sino por las propinas de los visitantes y la posibilidad de ‘inventar’, un verbo que enmascara su verdadera definición: robar al Estado.
Para él, “ni con mil auditorías se pueden precisar las ganancias reales que deja el turismo. Si damos crédito a la edición de 2017 del Anuario Estadístico de Cuba, en 2016 los ingresos asociados al turismo interncional fueron de más de 3 mil millones de pesos cubanos convertibles (cuc). Pero te aseguro que se mueve mucho más dinero. Una parte importante se la roban los jefes, el resto se lo fachan los empleados. El año pasado, 4 millones 700 mil turistas visitaron la Isla y en 2018 se esperaba la deseada cifra de 5 millones o más. República Dominicana, con un millón de turistas más que Cuba generó 7 mil y pico de millones de dólares, casi el doble de nuestros ingresos. Es cierto que a Cuba no está viniendo el número de americanos que se esperaba, que son los que más gastan y más propinas dejan, pero existe un inmenso agujero negro. Los pesos pesados meten la mano sin rendir cuenta a nadie”, denuncia Gerard y añade:
“El sector del turismo es un antro de corrupción y está controlado por una mafia más poderosa que la del Ministerio de Comercio Interior. Aquí corre dinero suficiente para ‘mojar’ a funcionarios del partido municipal, provincial e inspectores nacionales de la Controlaría General de la República. Una plaza, en cualquier instalación turística, sea de limpiapisos o mucama, cuesta el equivalente a 800 dólares. Y, desde luego, los trabajadores también meten la mano. El gobierno te obliga a robar, pues los salarios que pagan se encuentran entre los más bajos del país. Mientras el salario promedio anda por los 700 pesos, en turismo el sueldo fluctúa entre 300 y 500 pesos”.
Los hoteles, restaurantes de lujo y cafeterías administrados por el Ministerio del Turismo suelen abastecer al mercado negro. Yoel, ex almacenero de un hotel todo incluido en Varadero, explica que “una parte considerable de la comida y la bebida que se vende en el mercado subterráneo sale de los hoteles, donde es más fácil justificar el robo. Es muy difícil para el Estado controlar los insumos. La cantidad de pollo, carne de res y queso, por ejemplo, que consume un hotel, alcanza para garantizar la alimentación de tres hoteles. Después se justifica como consumido. Pero todos saben que salió por la puerta de atrás, para vender a los cuentapropistas o en el mercado negro”.
Mientras transcurre el partido de fútbol, un cantinero cuenta de las múltiples variantes para buscar dinero. “Si se vende mucha cerveza o ron, uno coge el dinero de la venta y luego lo repone comprando por la izquierda cajas de cerveza o botellas de ron a menor precio. El lunchero compra jamón y queso en la calle y el que le dan, de mayor calidad, lo vende en el mercado negro. Pero como el ‘bisne’ de la cerveza está en crisis, la mejor opción, en contubernio con el jefe de almacén, es vender la cerveza y malta en grandes cantidades a negocios particulares. A cada caja se le gana 2 chavitos (cuc). Pero cuando usted logra vender cientos de cajas, entre los dependientes puede repartir 20 chavitos por cabeza”.
Según testimonios de varios empleados del sector turístico, la búsqueda de dinero por debajo del tapete ha disminuido considerablemente. “Hace cinco o seis años, en un día malo, yo me buscaba 50 o 60 fulas (cuc). Ahora, raspando aquí y allá y robando en los vueltos, no llego a 10 chavitos. De cualquier modo, es mejor trabajar en turismo que cortando caña”, alega un dependiente de una cafetería estatal en divisas.
Diego, con dos décadas de experiencia en el sector, opina que existe una especie de competencia.”El Estado por joderte a ti y pagarte la menor cantidad de dinero posible, y el trabajador, que busca la manera de robar lo más que pueda al Estado. El gobierno sabe que le roban. Por eso en muchos centros no nos dan ni almuerzo y a cada rato el sindicato te pide una donación para niños enfermos de cáncer o cualquier otro asunto. Hubo tiempos mejores, en seis meses te podías comprar una moto. Ahora la cosa está mala, como en toda Cuba, pero algo siempre se raspa”.
El turismo es una auténtica gallina de los huevos de oro. El régimen ha ingresado miles de millones en los últimos años y sus trabajadores se roban todo lo que puedan para mejorar la calidad de vida de ellos y sus familias.
0 comments:
Publicar un comentario