Por Iván García.
El sueño de Óscar, dueño de dos viejos automóviles y un jeep que renta como taxis colectivo, sería pedir un crédito bancario para comprar automóviles de segunda mano y crear una empresa de transporte en La Habana. En un block va anotando las cifras para explicar su estrategia comercial.
“Incluso con una tasa de interés alta, 15 al 20%, en cinco años, a más tardar, se amortizaría la inversión. Lo ideal sería comprar los autos en el mercado estadounidense. Durante el mandato de Obama se flexibilizó el bloqueo (embargo económico, financiero y comercial de Estados Unidos) y se autorizó que los emprendedores privados podíamos importar, exportar y acceder a micro créditos de bancos norteamericanos. Si el gobierno tuviera suficiente voluntad política y permitiera la importación directa, sin mediar con empresas importadoras del Estado, quizás mi sueño fuera posible”, explica Óscar y subraya:
“Estoy convencido que si a cinco o seis MIPYMEs, las autorizan a importar autos, microbuses y ómnibus, el transporte público en Cuba mejoraría considerablemente. Y sería un negocio redondo para el gobierno pues recuperaba el préstamo con ganancias. Pero cuando planteas el proyecto a la ONAT (institución que fiscaliza el trabajo privado) solo te dan evasivas. Si los bancos cubanos no tienen el capital, debieran permitir que los emprendedores privados gestionen el dinero por otras vías. Políticamente también eso favorecería al gobierno, ya que tendría la aprobación del Congreso de Estados Unidos y del Parlamento de la Unión Europea”.
Óscar comenta que su negocio de transportista está en un limbo jurídico, porque con las normativas aprobadas recientemente «la licencia se le entrega solo al dueño del vehículo. Los propietarios de varios autos o camiones legalmente no están autorizados a tener una pequeña flota. Pero por la crisis del transporte el gobierno se hace el de la vista gorda, aunque en cualquier momento te lo pueden prohibir. Se escudan en un acápite de los lineamientos económicos que impide la acumulación de capital y empresas en los negocios privados”.
Miriam tiene una peluquería y considera que la apertura del trabajo privado por parte del gobierno siempre estuvo concebida “para que la persona pudiera mantener a su familia y tomarse unas cervezas los fines de semana. No para enriquecerte, establecer compañías subsidiarias ni generar riquezas con tus negocios. Son muchas las trabas. Para importar, por ejemplo, debes hacerlo a través de una empresa estatal que cobra precios que no son rentables. A eso súmale los altos impuestos. No puedes abrir más de una peluquería o poseer otro negocio. Si tengo una peluquería no puedo rentar habitaciones. Y a los profesionales les prohíben tener negocios particulares”.
Gustavo, economista habanero, sostiene que una muestra de lo que puede hacer un emprendedor privado, “es el medio millón de cubanos que desde 2013 viajaban a Panamá y México y en la práctica se habían convertido en importadores, porque a precios minoristas compraban ropa, artículos de aseo, teléfonos celulares y electrodomésticos que luego vendían en Cuba a mejor precio que las cadenas de tiendas estatales administradas por la empresa militar GAESA”.
Según Gustavo, el gobierno, en vez de ampliar esos espacios, y aprovechar las concesiones de Obama a los trabajadores privados para dar jaque mate al embargo, hizo lo contrario: «abrió tiendas en divisas con el pretexto de captar dólares. Era una estrategia para sacar del juego a esos importadores privados. Pero su ineficiencia, acompañado de precios escandalosos con impuestos de hasta 300 por ciento en las tiendas dolarizadas, permitió que las llamadas ‘mulas’ controlaran el mercado de venta de ropa, calzado, perfumes, cosméticos y teléfonos móviles. Si el gobierno utilizara los negocios privados como palanca para neutralizar al embargo su efecto fuera menor”.
El economista habanero opina que el embargo puede afectar en la “compra de un equipamiento especifico para la industria biotecnológica, petrolera o de nuevas tecnologías. Pero si tuviéramos una economía saludable, Cuba podría comprar en el mercado europeo o asiático. Desde mi punto de vista, donde más afecta el embargo es en el sector financiero, pues Cuba no pertenece al FMI, Banco Mundial u otras instituciones financieras que otorgan créditos. Debido a su pésimo historial en el trato a algunos inversionistas y su incapacidad de pago, los pocos créditos que les otorgan son con tasas de intereses muy altas. Ni siquiera China o Rusia, sus aliados, se aventuran a concederle amplios préstamos. Reconocen que les sería imposible cobrarlos”, apunta y agrega:
“El gobierno ha diseñado un relato con el ‘bloqueo’ que lo deja en una posición muy cómoda y le sirve de pretexto para camuflar la ineficiencia intrínseca del sistema económico y político, que es el que impide que se desaten las fuerzas productivas. La crisis sistémica que padece el país no es achacable al embargo. En los primeros 30 años, mientras existió la URSS, que subsidió con miles de millones dólares a Cuba, Fidel Castro se burlaba del ‘bloqueo yanqui’. Cuando el país tuvo que depender de sus capacidades productivas, fue cuando se derrumbó el modelo”, concluye Gustavo.
Si la Isla hubiera invertido de forma coherente los más de 35 mil millones de dólares que recibió entre 1962-1989 del Kremlin, casi del doble del Plan Marshall de Estados Unidos para ayudar a Europa occidental después de la Segunda Guerra Mundial, probablemente el impacto del llamado Período Especial hubiera sido mínimo. Pero Fidel Castro gastó millones de dólares en subversión y campañas bélicas en África, sin contar los desastres en la economía que se tragaron cuantiosas sumas de dinero.
¿Cuánto costó al país proyectos económicos inviables como desecar la Ciénaga de Zapata, arrasar con bosques para utilizarlos en cosechas que no siempre se dieron, la zafra de los diez millones o la construcción, que nunca entró en funcionamiento, de la central nuclear de Juraguá? En lo militar los gastos, para una nación pobre del Tercer Mundo, fueron desproporcionados.
Alain, licenciado en ciencias políticas, echa en falta una “investigación seria, profunda y objetiva del dinero que se gastó en planes subversivos en América Latina, Asía y África. En determinado momento de manera simultánea -algo que solo está al alcande de potencias militares como Estados Unidos-, Cuba participó en dos guerras civiles, en las de Angola y Etiopía. En esas batallas, además de soldados, el gobierno utilizó a los buques de la marina mercante para transportar material militar y aviones de caza. Sostener una guerra cuesta muchísimo dinero. El principio del fin de la URSS fue su ruinosa campaña militar en Afganistán. Y la mayor potencia militar y económica del planeta, Estados Unidos, tuvo que retirarse de Irak y en 2021, luego dos décadas, de Afganistán. ¿Cuánto le costó a Cuba esas guerras?”.
Eusebio, ingeniero, tiene muchas dudas con respecto al embargo. “Yo puedo entender que el bloqueo impida comprar determinados productos informáticos en Estados Unidos, pero no es culpable que la carne de puerco esté a 200 pesos la libra, que las naranjas sean un lujo y que un kilogramo de limón cueste 300 pesos. La gente se pregunta, si hay bloqueo, por qué en la construcción de hoteles de lujo no faltan materiales de primera calidad y en las tiendas por divisas se venden equipos y alimentos Made in USA».
Un recorrido por la tiendas MLC (moneda libremente convertible) en La Habana confirma la venta de marcas estadounidenses como Coca Cola, RCA, Black&Decker, Palmolive y Head&Shoulders, entre otros. El 31 de enero, el periódico digital 14ymedio publicó fotos de peras de la variedad Anjou, cultivadas en Oregón y Washington y comercializadas por la empresa CMI Orchards, que estaban vendiendo, a 0.90 centavos de dólar cada una, en Galerías Paseo, en 1ra. y Malecón, Vedado.
Estados Unidos, a pesar del embargo, es el quinto país que más alimentos exportó a Cuba: 235 millones de dólares hasta septiembre de 2021. Sara, ama de casa, confiesa estar cansada del “cuento que un día sí y otro también, hace el gobierno sobre el bloqueo. Porque en verdad, el bloqueo solo afecta a quienes no tienen dólares”.
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