viernes, 25 de marzo de 2022

La revolución de los cuatreros.

Por Alberto Méndez Castelló.

La ley que por sacrificar sus propias reses encarcela al ganadero cubano como si fuera un cuatrero cumplió 60 años este domingo. El precedente criminal del vigente Código Penal, que indistintamente sanciona al propietario y al ladrón de ganado con privación de libertad, es la Ley No. 1018 del 20 de marzo de 1962.

En Cuba es delito “contra la economía nacional” el sacrificio de ganado mayor y venta de sus carnes, conceptuando al respecto el artículo 240.1 del Código Penal: “El que, sin autorización previa del órgano estatal específicamente facultado para ello, sacrifique ganado mayor, es sancionado con privación de libertad de cuatro a diez años”. El que “venda, transporte o en cualquier forma comercie” con carne de ganado mayor sacrificado ilegalmente “es sancionado con privación de libertad de tres a ocho años”, dice el propio artículo 240 en su apartado dos.

Hurtar o robar una res constituye delito de abigeato en cualquier lugar del mundo, no así la potestad que tiene el dueño para, luego de cumplir con los requisitos administrativos y civiles debidos, entre los que se encuentran los sanitarios y los impositivos -o como se decía en Cuba, “pagar la puñalá” - , disponer de sus animales según entienda conveniente. Pero en Cuba hace 60 años que el ganadero tiene prohibido bajo conminación de encarcelamiento -o como se dice ahora, dejar el cuero en la cárcel-  el sacrificio de sus reses o la venta de ganado de carnes a carniceros particulares. Funciona así desde que fuera promulgada en el ya lejano 1962 la Ley No. 1018, que criminalizó la matanza de ganado vacuno tanto para el consumo propio como para la venta de sus carnes.

Puesto que sin la intervención del Estado el “propietario” de ganado no puede disponer libremente de sus producciones -ya sea del rebaño lechero como el de carne- es un sofisma afirmar que en Cuba exista propiedad privada sobre el ganado vacuno o bufalino. En realidad, entre el Estado y el ganadero sólo existe una relación que recuerda la que existió en el feudalismo entre el siervo y el señor feudal. Esto ha traído graves consecuencias para la nación cubana, visibles en tara sociológica en las familias, lastradas por miles de reclusos o exreclusos, de ya varias generaciones, sancionados por sacrificio, venta y receptación de carne vacuna en un comercio clandestino que, lejos de proteger el rebaño, como era el propósito de la Ley No. 1018, hizo disminuir la ganadería como nunca antes.

Ejemplifico. En 1958 la población cubana era de unos seis millones de habitantes, en ese mismo rango se encontraba el rebaño ganadero, promediando 0,92 cabeza de ganado por habitante. En 1989, cuarenta años después, mientras la población prácticamente se duplicó, el rebaño nacional descendió en un millón 80 mil 344 cabezas, para un per cápita de sólo 0,46. En 2022, más de treinta  años después -y en el 60 aniversario de la ley penal que supuestamente protegería a la ganadería cubana-, la situación es mucho peor. Así lo muestra la inexistencia de productos lácteos y cárnicos en el mercado o el encarecimiento de sus precios.

Según fuentes oficiales, en Las Tunas -una provincia con más de 400 años de tradición ganadera-, los delitos de hurtos y robos vinculados al sacrificio de ganado mayor se incrementaron en 2021, existiendo, igualmente, una tendencia al crecimiento de esos hechos en 2022. Pero si usted revisa los datos de otras provincias se percatará de que, de la misma manera que en Las Tunas, en otras regiones del país existe incidencia de abigeato. No se trata de una situación nueva, sino de algo que ocurre desde hace muchísimos años, siendo pertinente, desde el ángulo jurídico, sociológico, político y ciudadano, preguntar: ¿Por qué existe en Cuba propensión al robo de ganado y a la receptación de carne de ganado mayor robado cuando esos delitos, antes de 1959, eran raros e incluso hoy tienen escasa o nula incidencia en la criminalidad de otros países del mundo civilizado? La respuesta es una: porque el Estado monopolizó los mercados y el monopolio es fuente de delito.

Con más de medio siglo de atraso tecnológico y de manejo del rebaño respecto a sus vecinos de Norte, Suramérica y el Caribe, Cuba sí posee suelos, subsuelo, agua, vegetación, clima y una tradición ganadera con más de 400 años que hacen posible el desarrollo ganadero en el archipiélago cubano. Entonces, el lector, poco enterado de cómo funciona la economía en la Isla, se preguntará: ¿Por qué si los cubanos en su país pueden producir ganado, carecen de carne, leche y de todos los productos agropecuarios que hoy no encuentran en el mercado? La respuesta es simple: las políticas del Partido Comunista para mantenerse en el poder perpetuo están diseñadas y dirigidas a subordinar a toda la sociedad en una economía centralizada, donde se aparenta una propiedad privada o cooperativa que realmente no existe, porque no necesita clientes en los comercios, sino clientelismo político. En la Isla, la vida económica y espiritual de las personas es controlada por el Estado, y un ejemplo práctico es este: En lugar de incentivar la ganadería con el comercio libre de lácteos y cárnicos, el régimen lleva 60 años prohibiendo al vaquero vender reses al carnicero. Dicho de otro modo: haciendo cuatreros.

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