Por Zoé Valdés.
Ponerse un pin de la Agenda 2030 no hace más que definir a quien lo porte, y calificarlo en dependencia del nivel de pensamiento e intenciones en que se mueva: el de la ingenuidad o en el de la componenda mundial y vergonzosa en la que algunos participan.
La Agenda 2030 no es una agenda para los ciudadanos nobles, trabajadores, mucho menos para que podamos vivir mejor. Ese «no tendrás nada y serás feliz» no es más que pura y puerca demagogia, porque varios de los que la promueven, por el contrario, poseerán una enormidad, y sin embargo sus riquezas no definirán la felicidad. La felicidad es una ilusión, no pasa de momentos puntuales. Lo que de verdad importa es la realización personal, individual, mediante el trabajo. Que un político hable de felicidad no garantiza nada, dado que en el que menos se puede confiar en la actualidad es en un político presionado bajo la categoría inmoral del izquierdismo.
Sin embargo, la Agenda 2030 propone que trabajes como esclavo, y no tengas nada, y que para colmo seas feliz. Cierto, no pasa de proposición hasta ahora… Pero, no sólo en el 2020 experimentaron con nostros, mediante una pandemia cuyo origen todavía desconocemos y cuyo fin no se ha determinado en el tiempo, además se supone que en el 2030 lo que hoy oímos como pronóstico será impuesto como orden, probablemente incluso hasta como ley; el que no cumpla la ley será muy infeliz, desde luego, en una cárcel, aunque más pequeña y mejor definida, porque la grande estará asegurada por su absoluta indefinición: ¿fascismo, comunismo, o las dos cosas?
El sistema me recuerda a Cuba, toda esa verborrea pareciera escrita por los Castro, quienes a su vez fueron seguidores de Hitler y de Stalin. Fidel Castro fue un amante de Mein Kampf, de joven no paraba de leer el libraco, que subrayó y acotó como quiso, e incluso bajo comentarios del género: “aquí Hitler se equivoca, yo haría otra cosa”. O sea, con la idea y la convicción de perfeccionar el horror hitleriano. Raúl Castro, por otro lado, nadie lo ignora, era y es el adorador de Stalin. El uno complementa al otro. De tal modo fusionaron sus ideologías en ese modelo que tanto nos envidian, desde Occidente incluido: la Agenda 2030.
No voy a atosigarles con el desmenuzamiento de los parámetros y cláusulas, porque no lo duden, de lo que se trata es de parametrar y de emitir cláusulas que reafirmen la censura y eliminación de las libertades. No habrá libertad y serás feliz. Que una gran cantidad de energúmenos aplauda esta imbecilidad sólo confirma el nivel de idiocia generalizada a la que nos enfrentamos, y la poca experiencia de realidad que algunas generaciones asumieron mediante la negación de la lectura y de la cultura, para adoptar en buena medida el camino de la tecnocracia, o de la ignorancia por comodidad.
La Segunda Guerra Mundial culminó con mucho dolor, la fiesta fue adoptada como antídoto, en lugar de la reflexión y el recogimiento espiritual, los festejos se sucedieron hasta cuando se desmochaba las cabezas de las novietas o amantes de los boches. No hay más que remitirse a los bailoteos promovidos que se eligieron por encima de los actos de conmemoración y reflexión, sin contar que en el París de la Ocupación jamás esos espectáculos de falsa alegría se detuvieron, como prueban varias obras, entre ellas la titulada ‘Y siguió la fiesta’, de Alan Riding, que hace alusión a la obra de Ernest Hemingway ‘París era una fiesta’, pero la de Riding, por supuesto, describe los tiempos de la ocupación alemana.
Reirás, festejarás, no tendrás nada, y sin embargo aparentarás felicidad, sólo porque alguien lo decidió por ti.
Tras la pandemia del PCCH, empezó la 3ra Guerra Mundial. Al inicio de la pandemia el presidente francés pronunció durante su primera intervención en seis ocasiones la palabra guerra, para definir a lo que nos exponíamos. Tenía razón, la pandemia fue lo más parecido y devastador a una guerra. Y lo que estamos viviendo ahora, la guerra real entre Ucrania y Rusia, que no es solamente entre ellos, sino que es entre todos, con un divertido espectador: China… ya nos va dejando avisos reales…
La fuerza del agua en los grifos ha mermado, la luz no ilumina con la misma fuerza. Nos ordenan que en pleno verano tomemos las menos duchas posibles, que dejemos de usar ventiladores y aires acondicionados, y nos amenazan con que moriremos congelados en el próximo invierno. ¿Es este el plan de los políticos para que en el 2030 seamos felices? ¿O se refieren ellos sólo a los que sobrevivirán a este infierno en el que nos han sumido, y que sólo podrán ser ellos quienes por su nivel de vida podrán sobrevivir?
O sea, estamos trabajando para vivir de manera pobre, incómoda, tristes, ahora con una supuesta perspectiva de felicidad, sin nada, sólo para enriquecerles los bolsillos y las cuentas bancarias a esta partida de zánganos e hijos de puta que para colmo se burlan en nuestras caras argumentando que seremos felices bajo esos planes y proyectos de basura, y que se llenan la boca con el argumento de que ponerse un pin en la solapa es una acción humanitaria. Yo no los mandaría a tomar por el sainete póstumo, no. Yo directamente los mandaría a los tribunales, ¿pero serán competentes a estas alturas los tribunales? No, nadie puede ya estar seguro de nada.
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