Por Juan Gonzalez Febles.
El cardenal Ortega hizo un alto en sus divinos negocios para inaugurar el llamado "Foro sobre la emigración". Semánticamente, lo correcto desde el punto de vista político, es hablar de emigración y hasta de diáspora, exilios no.
El Foro fue concebido como espacio privilegiado que reuniría a gusañeros de siempre, junto a otros más o menos encubiertos de allá, con ellos los polivatos y junto a ellos, los guaracheros del clero. Los de aquí y los de más allá, juntitos y en familia. El Foro sirvió para redactar el documento, "La diáspora cubana en el siglo XXI".
A diferencia de los encuentros similares celebrados en Washington, Miami y Madrid, en Cuba se trató de un evento cerrado a la prensa y al público. No se permitió la presencia de periodistas en ninguna de las variables internas. Ni la prensa extranjera acreditada y muchísimo menos la independiente. Preguntado sobre el particular, el vocero del arzobispado, Orlando Márquez, expresó que "en Cuba las condiciones son diferentes". Al vocero de clerecía le faltó aclarar que de forma intencional, fueron excluidos todos aquellos que se consagran a terminar con la "diferencia". Esa que marca los límites entre dictadura y estado de derecho o entre democracia y autocracia militar totalitaria.
Hay quien atribuye la exclusión de la prensa a otras razones. Para algunos, entre los que me cuento, el cardenal, al cerrar las puertas a la prensa, se puso fuera del alcance de preguntas sobre negocios inmobiliarios en que se afirma está involucrada la iglesia y él, a modo muy personal. Curioso que no haya un desmentido sobre un tema publicado en España, Miami y La Habana. Es de todos conocido que el señor cardenal Ortega difícilmente deja pasar la oportunidad para intentar dejar mal parada a la prensa independiente y ciertamente echamos de menos el desmentido. ¿Qué pasa, Monseñor?
El paso al capitalismo verdeolivo del siglo XXI corre a marchas forzadas. La élite gobernante pierde el resuello al pensar cómo podrían desarrollarse los próximos eventos políticos de Venezuela. Esteban Lazo, un miembro prominente del Buró Político del único partido, expresó en su muy deficiente español que se preparan para que un porciento muy superior a lo administrado por el estado, -en términos de producción económica- pase a manos particulares.
De lo que se trata es, ¿de qué "manos particulares" se habla? Lo menos traumático es que sean manos de gusañeros exiliados. Ahora, imaginen por un instante la frustración si de repente, ex militares, ex ministros o ex funcionarios, comienzan a adquirir hoteles, fábricas, restaurantes, negocios corporativos, etc., con el "fruto de sus ahorritos", hechos y colectados, mientras la mayoría se desgastaba en construir el socialismo. ¡Parte el alma!
Visto desde otro punto de vista, la oferta es tentadora. Invertir en un espacio sin huelgas, sindicatos y con trabajadores absolutamente desprotegidos, es un sueño para explotadores. Por supuesto, la diferencia entre los capitalistas europeos y norteamericanos es obvia. Ellos explotan obreros extranjeros, a diferencia de nuestros gusañeros que explotarán a su propia gente, si es que aún somos su gente. Eso queda por ver.
La iglesia tuvo su fiesta con gusañeros y además la presencia de funcionarios del gobierno militar, como fue el caso del empresario e historiador Eusebio Leal y el periodista oficial de la revista Bohemia, Ariel Terrero, entre otros. Tuvieron su fiesta en paz en San Juan María Vianney. Veamos si a "los otros", se les permite hacer la suya el próximo día 10 de diciembre. Para esta fecha, un grupo de organizaciones integrantes de la oposición pacífica ciudadana preparan la "Reunión de la Nación por la Democracia". Veremos cómo se desarrollarán las cosas en ese momento.
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