viernes, 31 de agosto de 2012

Casa de cambio en La Habana.

Por Raúl Hernández Ortega.

El régimen cubano implementa desde principios de julio un plan experimental que permite pagar con moneda nacional en los comercios que operan en divisas, siempre que se haga al cambio oficial.

Al menos tenemos confirmación de que en el mercado Carlos III, en La Habana, se puede pagar con tarjeta magnética y en pesos cubanos el equivalente en pesos convertibles. O sea, que el precio del producto se multiplica por 25 para realizar la transacción.

Acercarse a la realidad cubana constituye siempre un acto arriesgado. Son muchas y complejas las situaciones que se presentan en el día a día del cubano. La trama criolla es complicada, kafkiana, incomprensible en ocasiones hasta para los que viven en la isla, mucho más para quienes solo han tenido referencias de lo que ha sucedido en Cuba en el último medio siglo.

Traté de explicarle a un sueco que en Cuba había dos monedas diferentes circulando simultáneamente y casi colapsamos los dos. Yo, porque ya no sabía de que manera explicárselo, y el sueco porque no había forma de que lograra entenderlo.

Cuba es un país donde se paga en pesos cubanos (CUP) y se vive en pesos convertibles (CUC). El CUP es el peso cubano normal, el sato, el que vale poco, con el que le pagan al obrero, al maestro y al médico. El CUC es la moneda fuerte, el chavito, la divisa, el peso cubano convertible, con el que venden los productos en las tiendas y se pagan los celulares. Con el que se puede hacer una reservación en un hotel o pagar la cuenta de un restaurante. Para comprar un CUC se necesitan 25 CUP. O lo que es lo mismo, el salario se reduce 25 veces cuando un cubano entra a una casa de cambio con sus pesos y sale con los chavitos que necesita para comprar aceite, jabón, detergente o papel higiénico.

Ganar 250 pesos en moneda nacional, es igual que ganar 10 pesos cubanos convertibles. Y ese es salario mínimo mensual. Casi nadie gana el equivalente de 20 CUC al mes. Una caja de cigarros en moneda nacional vale siete pesos, una soda vale 10, una pizza cinco, una cerveza 18. La cuenta de la energía eléctrica puede ser de 80 pesos mensuales, pero hay quienes pagan 300 y hasta 500, en dependencia de los efectos eléctricos que tengan. Montarse en una máquina de alquiler en La Habana cuesta 10 pesos aunque te bajes en la siguiente esquina. Y hasta aquí solo estoy refiriéndome a lo que puedes pagar con pesos, de los satos, de los que valen poco, de los que tienes que dar 25 para obtener un CUC.

Cuando pasamos al área en divisas todo lo tenemos que multiplicar por 25. El celular requiere de cinco CUC al mes para mantenerlo activo, son 125 CUP, o sea la mitad del salario mínimo. Un hotel barato en Varadero cuesta 40 CUC al día por persona. Ya aquí estamos hablando de mil pesos cubanos, o sea el equivalente al salario mínimo de cuatro meses. Una caja de jugo de frutas Del Monte vale dos CUC con 60 centavos, o lo que es lo mismo, 65 pesos cubanos. Así que el salario mínimo alcanza para comprar cuatro cajas de jugo al mes, pero con el salario promedio no alcanzaría para comprar siete.

Si hablamos de electrodomésticos entonces sí que es toda una locura. El refrigerador más barato que se puede encontrar cuesta unos 600 CUC, el salario mínimo de cinco años. Si hacemos un simple cálculo veremos que con el salario de 25 años de trabajo se pueden comprar cinco refrigeradores de los más baratos del mercado, y solo alcanzaría para uno si se tratara de los más caros.

El actual gobernante de Cuba se ha referido a la necesidad de eliminar la doble moneda y algunos ilusos creen que eso va a suceder algún día, o que al menos van a bajar un poco los CUC y cotizándose a 15 o 20 pesos cubanos, provocar que el salario rinda un poquito más.

Eso es imposible, la doble moneda seguirá hasta que esté en el poder el gobierno que la implantó con la autorización del dólar en 1993.

Ni van a pagar en CUC, porque sería ridículo que oficialmente un ingeniero cubano tuviese un salario de 18 CUC al mes, ni van a vender los productos de las tiendas en pesos cubanos, porque sería evidente la desproporción entre los precios de los productos y los salarios.

Como están las cosas en la actualidad es muy difícil que los turistas comprendan que la moneda con la que te pagan no es la misma que sirve para comprar en la tienda. Además de que los turistas van a Cuba a disfrutar lo realmente disfrutable de la isla, y no a romperse la cabeza con una realidad de monedas dobles inventadas por simuladores de la peor calaña.

Un canadiense, un europeo o un japonés jamás entenderían este macabro crucigrama. Pero hasta los propios cubanos, los que puedan pagar ahora con su tarjetica magnética, comprobaran una vez más que el salario de todo un mes de trabajo no alcanza para casi nada.
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