Por Pablo González.
Las llamadas “Tiendas de merma comercializable” son para muchos un escándalo por los elevados precios de sus productos. Para otros se han convertido en una oportunidad para sobrevivir dedicándose a tiempo completo a la compra, reparación y venta de estos artículos de segunda mano.
Son lugares adónde van a parar los productos rotos o inservibles de las mejores tiendas de la Habana. Sin garantía, ni derecho a reclamar nada, se venden productos como electrodomésticos rotos o incompletos, adornos despedazados, ropas y zapatos en mal estado, y cosméticos en frascos por la mitad o vencidos.
La tendera Maritza Rojas, trabajadora de una de estas tiendas situada en Boyeros, comentó: “Aquí se venden mercancías que me da pena tenerlas en el mostrador. Los zapatos de mujer están descascarados y vencidos, se rompen o se despegan enseguida. Los perfumes y champús están a medio pomo, rebajados solo al diez por ciento.”
“El otro día tuve que indicarle a una muchacha que desistiera de comprarse una cafetera en mal estado porque lo más probable es que se volara la cabeza con el primer café que hiciera. Lo más triste son los juguetes de niño porque ellos no entienden que un carrito no tenga ruedas, que un plumón esté seco, que una pistola de agua no funcione o que una muñeca esté sin cabeza, pero increíblemente la gente compra los productos así mismo para repararlos en casa. Hay productos rotos como ese televisor que lleva más de dos años en exhibición”, agregó.
Por otra parte estas tiendas representan una oportunidad para algunos como un conocedor y reparador de equipos electrónicos del poblado Abel Santa María, Boyeros, quien no quiso revelar su nombre por temor a perder su negocio.
“Yo aprovecho las rebajas que hacen en estas tiendas. Compro los equipos rotos y los trato de arreglar. Es un riesgo pero es un buen negocio. La última vez compré una computadora en 150 dólares, tenía rota la placa madre sin remedio, invertí en una nueva y después vendí la computadora en 350 dólares. Le saqué casi el doble. Y así hago con refrigeradores y televisores. A menudo utilizo la electrónica de algunos equipos para reparar otros”, describe el hombre
“Conozco el almacenero donde compro los productos, quien me guarda las mejores ofertas, y comparto una parte de la ganancia con él; de otra forma seria muy difícil dar en el clavo”, confiesa.
Estos locales pertenecen a la cadena de tiendas Panamericana de la corporación CIMEX. Bajo el eslogan “Oportunidades: descuento de 40 por ciento y 80 por ciento”, venden productos dignos de desechar, cuyo precio casi equivale al que tenían inicialmente.
Julio Hernández, estudiante de informática, comentó su experiencia de una compra que hizo en la tienda de merma que está detrás de la terminal de ómnibus de la Habana: “Hace unos días me compré una ducha eléctrica en 15 dólares que tuve que botar, estaba dentro de una caja llena, fue como jugar a la ruleta rusa y al final me tocó perder porque no admitió reparación, y yo gano sólo 25 dólares al mes, pero una ducha nueva en la tienda Carlos Tercero (una de las principales tiendas de La Habana) cuesta 40 dólares.”
“Esto es como una especie de ‘Ebay cubano’ de malísima calidad y sin internet, con la diferencia además de que el dueño es el Estado y no se permiten devoluciones. Los productos están rebajados de precio, pero la verdad es que deberían estar en la basura. Me resulta difícil creer que haya gente que invierta su dinero en comprar productos aquí para revender en la calle, incluso fuera de provincia”, añadió.
Con el objetivo de recaudar fondos, el estado vende al pueblo productos deteriorados a altos precios. Una vez más se puede observar la inventiva de los cubanos para sobrevivir en un país donde el salario promedio es alrededor de 23 dólares al mes.
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