domingo, 15 de noviembre de 2015

Los primeros que abandonaron el castrismo.

Por Tania Díaz Castro.

El año 1959 fue determinante para aquellos que no seguían las ideas comunistas de Fidel Castro. Habían luchado por la libertad y la democracia.

Muy caro les costó a algunos. Otros tuvieron la suerte de escapar de la nueva dictadura que aún perdura en Cuba para desgracia de su pueblo.

Cuando los terratenientes, comerciantes, fabricantes, banqueros, incluso el gobierno de Estados Unidos que reconoció el mismo 7 de enero al nuevo régimen castrista, no se percataron de la debacle que se avecinaba, varios de los principales hombres que habían luchado contra Batista, se dieron cuenta de las estrategias maquiavélicas del nuevo caudillo para afincarse en el poder.

Entre las acciones estratégicas que se pusieron en práctica los días 3 y 4 de enero, estuvo el fusilamiento a más de setenta personas, por orden de Raúl Castro -seis días antes de legalizarse la pena de muerte- a militares, policías y civiles vinculados al régimen depuesto, con juicios rápidos y sumarísimos.

De esa forma comenzó el terror en la mente del cubano.

Según la cronología de ese año, fue el Comandante Faure Chomón y muchos de sus hombres integrados al liderazgo del Directorio Revolucionario 13 de marzo, quienes estuvieron entre los primeros en dar un paso al frente para oponerse a Fidel Castro. En dos grupos, se concentraron con sus armas el 4 de enero en el Palacio Presidencial y en la Universidad de La Habana, cuando se vieron marginados del nuevo gobierno, precisamente porque no eran comunistas.

Fue entonces que a través de su célebre frase ¨Armas para qué¨, Fidel Castro pudo controlar aquel intento de sublevación, que sí se concretó poco después, el día 7, cuando el cabo del Ejército de Batista Luis Lara Crespo se fugó de la cárcel de Pinar del Río y organizó en la Sierra de los Órganos la primera guerrilla anticastrista.

Le siguieron, por orden de fecha, el Comandante Pedro Luis Díaz Lanz, jefe de las Fuerzas Aéreas Revolucionarias. El 29 de junio renunció al cargo y salió al exilio.

El 17 del siguiente mes, el doctor Manuel Urrutia dimitió como primer ministro y el 20 de octubre lo hizo el Comandante Hubert Matos Benítez. Un poco después Mario Chanes de Armas, compañero de Fidel en el Ataque al Cuartel Moncada y en el yate Granma.

Urrutia cayó en una trampa política. Matos y Mario Chanes, como escarmiento, fueron condenados a largos años de cárcel, simplemente por renunciar al comunismo. Matos cumplió veinte años tras las rejas. Mario cumplió treinta, convirtiéndose en el preso político de la era moderna que más años estuvo en prisión.

Con la luz del tiempo, implacable ante la mentira y la falsedad, podemos ver qué motivos tuvieron aquellos hombres para abandonar una vida de privilegios y poder político.

Consternados se sintieron aquel 7 de febrero, cuando fue abrogada la Constitución de 1940, el 5 de abril cuando fue rechazado el derecho de huelga por la Confederación de Trabajadores Cubanos, el 27 del mismo mes durante la ¨depuración¨ del profesorado en las universidades.

Los pronunciamientos públicos de Fidel Castro lo dejaban todo muy claro. El 9 de abril pospuso las elecciones hasta eliminar el desempleo y el analfabetismo -otra de sus estrategias para ganar tiempo-. El 13 de junio calificó de traidores a quienes criticasen a la Reforma Agraria y el 28 de octubre atacó al sector moderado no comunista del Movimiento 26 de Julio, dirigido por él.

El 13 de diciembre hizo llegar a La Habana a un personaje tenebrosamente clave en esa historia, el agente de la KGB Aleksandr I. Alexeiev, disfrazado de corresponsal de la agencia de prensa soviética TASS.

Curioso, pues el 27 del mismo mes, como primer paso para abolir la libertad de prensa, Fidel Castro ordenó introducir las famosas ¨coletillas¨ al pie de los artículos adversos a su régimen, supuestamente redactadas por los trabajadores.
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