Si a algún militante radical de izquierda en Latinoamérica, Europa o cualquier lugar del mundo le preguntan si está dispuesto a vivir con un salario de 28 dólares al mes, creerá que es una broma.
Pero no lo es. En la Meca de la izquierda continental, la Cuba castrista, ese es hoy el salario promedio, un país que en 1958 era el tercero con los sueldos más altos en América, y el octavo a nivel mundial.
El año anterior del asalto al poder por los Castro, los trabajadores industriales cubanos ganaban seis dólares diarios por jornada de ocho horas, y un trabajador agrícola tres dólares. Así está registrado en las estadísticas de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de la ONU.
O sea, el salario de un obrero cubano industrial hace 60 años era de 130 dólares mensuales (resultado de multiplicar 30 semanales por 52 y luego dividir entre los 12 meses). El del obrero agrícola era la mitad: 65 dólares mensuales. Y vale recordar que el peso cubano estaba a la par con el dólar, a uno por uno, convertible al instante.
Claro, en Cuba nadie sabe (no tiene cómo) que en 1958 ese salario de seis dólares diarios era el octavo más alto del mundo, detrás de EEUU (16.80 dólares), Canadá (11.73), Suecia (8.10), Suiza (8.00), Nueva Zelanda (6.72), Dinamarca (6.46), y Noruega (6.10). Dan fe de ello las cifras de la OIT.
El salario de tres dólares diarios de los trabajadores agrícolas cubanos era el séptimo más alto del mundo, luego de Canadá (7.18 dólares), Nueva Zelanda (6.72), Australia (6.61), EEUU (6.80), Suecia (5.47), y Noruega (4.38).
Y, mucho ojo, un dólar de 1958 equivalía a 8.68 dólares de 2018. Tenía un valor de compra nueve veces más alto que el dólar de hoy, según el sitio web El dinero en el tiempo, luego de aplicar las fórmulas adecuadas y tener en cuenta la tasa promedio de inflación de 3,67% en estos 60 años.
Es decir, en 1958 el abuelo obrero "explotado" por la burguesía ganaba 1.128 dólares mensuales de hoy. Y 60 años después, su nieto obrero socialista gana 27.92 dólares mensuales (670 pesos), revelación hecha por la propia Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), en 2017. En Haití fue más del doble (59 dólares).
Pagar 794 dólares por un kilogramo de pechuga de pollo.
En 1958 no solo el salario nominal de los cubanos era cinco veces más alto que hoy, sino que el salario real era infinitamente superior teniendo en cuenta la relación salario-precio vigente entonces.
En esa época los precios en Cuba y en EEUU eran muy similares. Por tanto, vale saber que en 1958 en EEUU, con un salario promedio de 364 dólares mensuales, una libra de "bistec filete" de res costaba 75 centavos; un litro de leche, 20 centavos; una bolsa de arroz Uncle Ben de 14 onzas, 19 centavos; un pan de molde, 19 centavos, un galón de gasolina, 24 centavos; un sello de correo, cuatro centavos.
Y un automóvil Ford sencillo, 1.967 dólares; una casa promedio de tres habitaciones, 10.450 dólares; viajar en un crucero de La Habana a Miami, 42 dólares por persona. Y por dos dólares se disfrutaba en vivo de un partido de los Yankees de Nueva York contra los Red Sox de Boston.
El contraste es de ciencia-ficción. En las shopping de Cuba, de acuerdo con una lista oficial de precios publicada por Cibercuba, un kilogramo de pechuga de pollo con pellejo y hueso cuesta entre 3.80 y 4.50 dólares. Un kilogramo de carne de res de segunda calidad, entre 4.20 y 5.20 dólares. Y para comprarse un auto Peugeot de 2013, el aspirante y sus descendientes deben trabajar durante 783 años (hasta el siglo XXIX) para pagar su precio de 263.185 dólares.
Aplicados hoy esos precios castristas en EEUU, con un ingreso per cápita de 4.961 dólares mensuales en 2017 (según el Banco Mundial), un consumidor de Idaho o de California, tendría que pagar 794 dólares para para adquirir un kilogramo de pechuga con hueso y pellejo. Ni Kafka habría sido capaz de imaginárselo.
El capítulo más dramático es el de los jubilados. Con pensiones promedio de 12 dólares mensuales (287 pesos), según publicó Cubadebate en 2017, en la Isla los jubilados y ancianos desamparados no jubilados viven en la miseria y la marginalidad. El Estado no hace nada por ellos. Venden por las calles lo que pueden, hasta sus pertenencias personales, o revenden periódicos y cucuruchos de maní, turnos en las colas, o son vigilantes en áreas públicas. Muchos hurgan en los latones de basura. Ese es el triste final de sus vidas.
Sin embargo, según datos oficiales de mayo de 2018, mientras que el presupuesto para la seguridad social ha ido bajando y hoy es de unos 300 millones, el dedicado a las Fuerzas Armadas y el MININT aumentó de 1.702 millones en 2006, a 2.546 millones en 2016. Claro, ellos mantienen en pie a la dictadura.
No hay peor explotación que la marxista.
A decir verdad, no hay nada en el mundo que exprima más a un trabajador que el sistema diseñado por Karl Marx. Ante todo, porque el Estado socialista se queda con la mayor parte del salario del trabajador. Se lo confisca sin que se dé cuenta.
A la luz de la propia doctrina económica expuesta por Marx en El Capital, el régimen castrista no solo se apropia de la plusvalía creada por el obrero, o sea, el valor que este crea por encima del valor de su propia fuerza de trabajo, sino que al Estado pagar un salario tan bajo se apropia además gran parte del valor creado por el obrero para mantenerse a sí mismo.
Ese valor creado para sí mismo el trabajador debiera recibirlo íntegramente en forma de salario para su alimentación, vivienda, transporte, y demás necesidades de él y su familia. Pero el Estado se queda no solo con la ganancia que le corresponde como dueño de los medios de producción, materia prima, etc, sino también con gran parte del valor creado por el trabajador para sí mismo. Eso es robo de salario.
Esa represión económica debe ser denunciada. No se trata de aflojar la batalla por las libertades políticas y humanísticas, sino de hacer más bulla en la denuncia de la hasta ahora "invisible" represión económica del castrismo.
Insertada ya en el ADN de la nación, esa represión es la primera desgracia que se abalanza sobre cada cubano de a pie cuando se despierta por la mañana. No le alcanza el salario para nada. Por eso debiera ser una de las banderas reivindicadoras de los cubanos en su lucha por sus derechos y la libertad.
Protestas en todas partes porque el pan no sirve, o no llegó; o porque no llegaron las papas; o porque los salarios no alcanzan para adquirir la canasta básica de alimentos; o por la falta de medicamentos; o por la basura acumulada y putrefacta en las calles; o porque viven un albergue insalubre medieval hace 20 años, serían una nueva forma de presión interna más difícil de manejar por la dictadura. Y tendría impacto allende los mares.
La pregunta es obvia: ¿Para qué ha servido la "revolución socialista" a los cubanos si hoy un tienen un nivel de vida mucho más bajo que seis décadas atrás?
El dictador y su Junta Militar deben sentir el rechazo popular a la represión económica, que es intolerable el absurdo causado por el modelo socialista que hasta el mismísimo Fidel Castro dijo que "no funciona".
Y repetirlo por doquier: el abuelo trabajador cubano en 1958 ganaba 1.128 dólares de 2018, exactamente 40 veces más que su nieto trabajador "revolucionario". Este último es el hombre nuevo del "Che" Guevara.
0 comments:
Publicar un comentario