Por Martha Beatriz Roque Cabello.
Cuando no hay argumentos para defender lo rebatible entonces se acude a las ofensas como la única forma de desviar la atención de lo que se está planteando. En el caso de la dictadura cubana, a este método añaden una dosis bastante elevada de mentiras y odio.
En Cuba de forma constante se acusa a los disidentes, o a todo aquel que se ponga en la acera opuesta del régimen de ser terroristas, mercenarios, vendepatrias y toda una serie de improperios que pueden llenar una página, aunque también se explica que la mayoría ha pasado por la prisión con cargos comunes como robo, desacato, tráfico de cualquier cosa, receptación, y un largo etcétera.
¿Dónde buscó Fidel Castro el capital para llevar a cabo su proyecto de “revolución”? Pues ahí, oyendo la conversación, están las fotos de este señor sentado en una mesa llena de dinero que recogió entre los cubanos de Estados Unidos de América. Pero eso –en el lenguaje virtual de la dictadura– era cooperación para lograr la libertad de Cuba de la dictadura de Batista, no mercenarismo.
Fidel Castro muestra el dinero donado a su revolución durante una visita a Tampa en 1955.
¿Y de dónde provinieron los fondos para comprar el yate Granma?
¿Y el avión con armas que en 1956 trasladó el fallecido Huber Matos a la Sierra Maestra, desde Costa Rica? No eran estos fusiles, ametralladoras, pistolas, para matar soldados, eran para que estuvieran seguros los rebeldes en las montañas.
Podríamos remontarnos a 1959 y empezar por aclarar ¿quiénes son los ladrones? Desde ese año en que tomaron el poder y hasta 1968 el régimen realizó varios procesos nacionalizadores e intervencionistas, con el fin de terminar con la propiedad privada. No solo afectaron los monopolios y las grandes empresas, también a pequeños y medianos propietarios, entre ellos a emigrantes judíos, españoles, chinos y cubanos. Ninguno vio un solo centavo al pasar a manos del Estado los esfuerzos de su trabajo de toda su vida. Y ahora ¿dónde están todos esos negocios intervenidos? En la ruina.
Todo lo que se robaron los “revolucionarios” desde 1959, saqueando las casas de aquellos que se marchaban del país para después darlas a habitar a la cúpula de “comandantes”, hoy convertidos en “generales”. ¿Dónde está? ¿Quiénes lo tienen?
Igual sucedió con las grandes compañías americanas; 5 913 empresas mantienen una demanda oficial contra las expropiaciones –que se estiman por un valor superior a los 7 mil millones de dólares–, un acto abusivo de nacionalización sin compensación
Y los años que siguieron, despojando a todos lo que abandonaban el país de forma definitiva. Robaron mucho, y después, como si fuera poco, lo volvieron a hacer en 1987 con las Casas de Cambio del oro y la plata, que fueron trampas para cubanos incautos que vendieron sus reliquias familiares y recibieron por estas una miserable parte de su valor. ¿Dónde se conserva este patrimonio?
Sin embargo, el mayor agravio al Gobierno y el pueblo de los Estados Unidos de América fue la pretensión de Fidel Castro (léase La Piedra) durante la Crisis de octubre de 1962 de lanzar los cohetes hacia aquel país para ocasionarle muerte y destrucción. A aquel “loco egocéntrico” no le interesó para nada la vida de los americanos y tampoco la de los cubanos que estábamos tan cerca.
¿De qué terrorismo puede hablar un país que quiso desaparecer a otro? La dictadura cubana puso al mundo en el momento de máximo riesgo del Siglo XX.
Es poco lo que hace el gobierno de Estados Unidos en contra del mal llamado gobierno que quiso desaparecer su pueblo; y el embargo es producto de todas las acciones que ha tenido el régimen cubano contra este país y su sociedad.
Entonces, cuánta mentira y odio hay en las palabras de la conocida “Revolución” en contra de los que dentro de la Isla disienten y por algún motivo tienen relación con el gobierno de Estados Unidos de América y con los cubanos exiliados en ese país.
Cualquier embargo, o “bloqueo” como suelen llamarle, no se mide a la destrucción de un país con armas nucleares. Si tuvieran vergüenza ni siquiera expusieran esto en la Organización de Naciones Unidas (ONU).
Los americanos, con sus Leyes contra Cuba, se han quedado como niños lactantes en comparación con las ideas de destrucción que contra ellos se gestaron, por eso no se puede permitir que sigan haciéndose los mártires delante de los gobiernos y pueblos del mundo, y que sigan poniendo ceros a las cifras de daños causados por el embargo.
Mucho menos puede permitírseles que sigan desprestigiando y acusando de mercenarios y terroristas, sin pruebas algunas, a aquellos que luchan por la democracia en Cuba.
0 comments:
Publicar un comentario