lunes, 20 de febrero de 2023

‘1984’ se quedó chiquito.

Por Zoé Valdés.

¿En manos de quiénes estamos? No busquen explicaciones, estamos en manos de los comunistas. Ay, Zoé, que tú ves comunistas por todas partes. Pues sí… Tengo razones y las he explicado más de mil veces. La principal: nací bajo el comunismo, no he conocido otra cosa en mi país que comunismo, maquillado de socialismo del siglo XXI ahora, que no fue un invento de Hugo Chávez, fue creación de Fidel Castro. Chávez lo patentó junto a Mahmoud Ahmadinejad y añadió lo del islamosocialismo, las imágenes existen en este documental titulado Hezbollah, la investigación prohibida.

Nos hallamos atrapados en las garras de los comunistas, que mientras más jóvenes e ignorantes son más peligrosos; de ahí el gran riesgo con este gobierno español por entero. No es sólo que sean comunistas, es que, como casi todos los comunistas de ahora, son, además de ignorantes, sumamente despiadados. Como en el pasado, poco ha cambiado, pero a estos el pasado les sirve sólo cuando se trata del franquismo.

Cada una de las leyes impuestas por este gobierno son leyes para dañar a los seres humanos, en particular a las mujeres y a los campesinos; exactamente lo que sucedió en Cuba.

En Cuba no tuvieron que inventarse ni siquiera una Ley del Aborto, como he contado en artículos anteriores. En Cuba el aborto se convirtió en una afrenta cotidiana, abortar era un gesto social progresista, un acto revolucionario, una protesta en contra del colonialismo clerical… Ah, esos términos de los comunistas. Mediante el aborto no sólo controlaban la natalidad, frenándola; mediante el aborto se ocultaron aquellos problemas de abortos “naturales” en las mujeres que fueron obligadas a trabajar en el campo desde la madrugada hasta la noche provocados por los productos químicos soviéticos rociados en los abonos. Los abortos servían además para que los fetos, mientras más completos y con mayor tiempo mejor, se usaran en los experimentos mengelistas del tirano.

Estoy en contra de cualquier ley del aborto, entre otras cosas porque como ya dije en un artículo, una sociedad debiera ser lo suficiente madura para entender que una mujer a estas alturas es responsable de su cuerpo, pero más allá de su cuerpo es responsable moral y espiritualmente de otro cuerpo que ya no es el suyo. La ley del aborto es una ley antiespiritual, aparte de que no posee ninguna racionalidad ligada con el alma, desconoce la importancia del espíritu en el ser, de la propia consciencia y de la existencia misma como esencia del todo humano. La política, los políticos, reitero, no están aptos para inmiscuirse en la complejidad del trauma.

Es curioso cómo este gobierno, mediante la ley animal, se inquieta por los derechos de las ratas, pero atenta contra los derechos del ser humano dentro de su madre, desprestigiando primero a la madre como portadora de vida y después a la vida como proceso último de creación.

Por otro lado, ha sido aprobada la zoofilia, siempre y cuando el animal consienta. No es de locos, es de gente mala. Además, es el primer paso para acabar de aprobar mediante ley la pedofilia, que es detrás de lo que andan hace rato. Si se puede con animales, pues lo más natural para esta gente sería que también se pudiera con niños que, en definitiva, según sus criterios, valen menos que las ratas.

En las escuelas en el campo los militantes comunistas que dirigían aquellos horrendos campamentos nos comparaban a menudo con las ratas que nos asediaban y atacaban día y noche. Inclusive hacían malas bromas, cuando alguna rata mordía a una niña cundían las burlas en torno al suceso, con comentarios como estos: “Pobre rata, morirá de la peste ’bobónica’ (por bobo o boba)”.

Lo peor es que el camino hacia el infierno hacia el comunismo está plagado de buenas intenciones y de gente muy idiota que facilita el acceso al poder de estos monstruos, que lo único que persiguen es la destrucción de la sociedad tal como la hemos conocido hasta ahora, para imponer la ley del embudo en una sociedad cada vez más ancha para ellos y más estrecha para el resto. Todavía peor es que el camino puede hacerse más y más corto, como lo vivimos en Cuba y lo estamos viviendo en España en la actualidad.
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