Por Oscar Espinosa Chepe.
El problema habitacional, entre los muchos que asfixian a los cubanos, es uno de los más graves y a todas luces uno de los más difíciles de solucionar. El Instituto Nacional de la Vivienda presentó en junio del 2005, un informe sobre la situación del fondo habitacional del país donde se señala un déficit de más de medio millón de viviendas, que necesitaría un programa de construcción con un costo estimado de 4 mil millones de dólares de inversión para resolver un problema acumulado por muchos años de insuficiente edificación de moradas y falta mantenimiento a las existentes. Asimismo, el Informe reflejó que el 43,0% de las viviendas registradas en aquel momento se encontraban en un estado entre regular y malo.
Esos datos fueron considerados conservadores por algunos especialistas, que situaban el déficit real cercano al millón de viviendas, mientras estimaban las viviendas en estado entre regular y malo en más del 50,0% del total. El gobierno ante la creciente crisis habitacional, a mediados de 2005 anunció un programa de construcción de 150 000 nuevas viviendas para edificarlas entre finales de ese año y 2006. Además, se planteó elevar el ritmo de terminaciones a no menos de 100 000 por año a partir de 2006; programándose realizar 380 000 labores de conservación y rehabilitación entre finales de 2005 y 2006.
Estos proyectos no se cumplieron. A partir de 2007 se observa un descenso constante de las construidas, que llegaron a 33 901 unidades en 2010; una cifra que difícilmente podrá reponer las viviendas destruidas por el desgaste del tiempo y la falta de mantenimiento. La tendencia al descenso en la construcción de nuevas viviendas se refuerza. Solo se construyeron 12 037 en el primer semestre del 2011, o sea 1 788 menos que en igual lapso del año anterior para un decrecimiento del 12,9%. Aunque podría haber una reactivación en el segundo semestre, es improbable que el total sea superior a las edificadas en 2010.
Por otra parte, los datos sobre las acciones de conservación y rehabilitación de viviendas en el primer semestre indican que tampoco marchan bien. De un plan de 50 477 rehabilitaciones se realizaron únicamente 13 501 para una dinámica del 26,7%. En tanto, de un plan de 18 923 conservaciones, solo se realizaron 16 898 para un cumplimiento del 89,3%.
Estas cifras no solo denotan la incapacidad para incrementar el fondo habitacional, sino además para reponer y mantener las viviendas. Debe subrayarse que las edificadas después de 1959 tienen una gran cantidad de deficiencias constructivas, por la mala calidad de los materiales empleados y trabajos efectuados; mientras las más antiguas han subsistido, en su mayoría, sin un mantenimiento mínimo, como el resto de las edificaciones del país. A ello se suman los efectos de los huracanes que azotaron en los últimos años. Tan sólo los ocurridos en 2008 dañaron más de 647 110 viviendas, con derrumbe total de 84 737 para un 13,1%. Las viviendas dañadas por solo esa causa desde 2005 totalizaron 889 146, de las cuales sufrieron derrumbe total 116 693, cuando en el trienio 2008/2010 fueron terminadas 113 761.
Como puede apreciarse, las viviendas en construcción, un poco más de 30 000 anuales, no solo no alcanzan para resolver el déficit habitacional, sino ni siquiera para reponer las perdidas por diversas causas. Por tanto sigue aumentando el déficit. A la vez que por la falta de mantenimiento y recursos, el fondo habitacional continúa deteriorándose. En los últimos tiempos el Estado ha vendido algunos materiales, pero a precios muy altos, lo cual dificulta a las personas con ingresos bajos reparar sus moradas. Otro factor que afecta la construcción y mantenimiento es la carencia de personal especializado como albañiles, electricistas, carpinteros y plomeros, debido a la ausencia de prioridad en la formación de mano de obra calificada, en particular para la construcción. Así también en ese sentido han sido desfavorables las persecuciones y la falta de recursos para quienes deseaban realizar esas labores de forma independiente.
En conclusión puede afirmarse que el problema de la vivienda empeora con consecuencias muy negativas para la sociedad. El hacinamiento de las familias en lugares sin las condiciones mínimas para una vida digna no es precisamente un factor para promover las virtudes, sino conflictos y desencuentros. La falta de vivienda es una de las causas fundamentales de que las tasas de natalidad sean sumamente bajas, con el efecto de que en cuatro de los últimos 5 años la población en términos globales haya descendido y el envejecimiento ronde el 18,0% de la población total. No pocos cubanos jóvenes, asfixiados por la situación general del país, en particular por la falta de vivienda, optan por marcharse de Cuba en procura de un futuro mejor.
No obstante, nada indica que la situación pueda mejorar en el futuro, en un país que cada día se adentra más en un proceso de bancarrota.
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