La ratificación del monopartidismo y la reiteración del marxismo leninismo como principal fundamento ideológico del proceso pusieron fin a las especulaciones de que la 1ra Conferencia del PCC podría constituir un viraje que encaminara a la nación cubana por nuevos derroteros.
Si alguien se sigue haciendo ilusiones con aquello del clima de máxima confianza y la necesidad de aceptar las discrepancias, quedó claro que eso solo funcionará entre quienes estén de acuerdo con el sistema y si alguien cree que la promoción de la democracia en nuestra sociedad encontrará sus mejores ejemplos dentro de las filas del partido, podrá corroborar su equivocación leyendo la breve Resolución acerca de los Objetivos de Trabajo del Partido donde se faculta al Comité Central para decidir las modificaciones que estime pertinentes a los Estatutos así como “para que pueda cooptar, por esta vez, hasta un 20% del número de integrantes aprobado en el 6to Congreso” ¿No era la Conferencia la que iba a recomponer el Comité Central?
Raúl Castro volvió a apelar a sus palabras favoritas: Orden, Disciplina y Exigencia (con mayúsculas en la versión oficial del diario Granma) y recordó una vez más que nada de lo allí acordado debería ser visto como “la solución mágica a todos nuestros problemas”.
Magos tendremos que ser los cubanos para encontrar la paciencia y la ecuanimidad que se requieren para comportarnos civilizadamente frente a un poder que impide a quienes piensen de otra forma organizarse políticamente para hacer propuestas diferentes.
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