Por Osmar Laffita Rojas.
Una muestra de hasta donde se ha contraído el bolsillo de la mayoría de los cubanos, se aprecia en el hecho de que el gobierno se vio obligado rebajar los altos precios de los insumos agrícolas para aquellos que recibieron tierras en usufructos y no habían podido ponerlas en explotación. Una medida similar tomó el 20 de diciembre, con la rebaja de 122 productos que se venden en los establecimientos de materiales de construcción.
Pero el asunto de los altos precios cobra mayor dramatismo en el sector alimentario. En el año que terminó, muchos de los mercados agropecuarios estatales permanecieron prácticamente desabastecidos. Estos establecimientos son los frecuentados por los cubanos que devengan un promedio de 22 dólares mensuales. Con tales ingresos tienen que pagar el arroz, a 0.14 centavos de dólar la libra; los frijoles, a 0.32 dólar la libra; la carne de cerdo, a 0.84 dólar la libra; la malanga, a 0.10 dólar la libra; y la yuca, a 0.06 dólar.
Sin embargo, esos mismos productos se pueden comprar, con más variedad y calidad, a los 14 454 carretilleros, vendedores ambulantes de productos del agro, y en los mercados agropecuarios de oferta y demanda, con la excepción del arroz, que el Estado vende liberado, a 0.20 centavos de dólar la libra.
El que quiera hacer un potaje de frijoles colorados, tiene que pagarlos a 0.60 dólar la libra. Si quiere deleitarse con un potaje de frijoles negros, o una fabada de judías, tiene que pagar la libra a 0.72 dólar.
Comer vegetales en La Habana es hoy un lujo. Una libra de tomates de ensalada cuesta 0.20 dólar, la de remolacha o zanahoria, cuesta 0.40 dólar.
La situación se torna grave para aquellos que quieran comer carne de cerdo. La no procesada y los recortes, están a dólar la libra. El lomo y la costilla, está a 1.20 dólar la libra. El filete hay que pagarlo a 1.60 dólar la libra. Como se comprenderá, no muchos pueden darse esos lujos con salarios que, por lo general, no sobrepasan los 15 o 20 dólares mensuales.
El estado no logra detener la subida de los precios de los productos agropecuarios porque la agricultura continúa atrapada en los incumplimientos, la ineficiencia y la desorganización. Además, es afectada por la corrupción general que incluye a los propios funcionarios de las empresas del gobierno.
Por otro lado, las Tiendas de Recuperación de Divisas, desde su surgimiento, suben continuamente los precios de todos los alimentos, haciéndolos cada vez más inasequibles. A esto hay que sumarle los 5,10 o 15 centavos de dólar, que le agregan a los precios los empleados de las tiendas, para provecho propio.
Ante todo esto la indefensión del cliente es total. Nadie sabe adónde dirigirse para protestar, o para reclamar que se le ponga coto a esta loca política de constante aumento de precios, mientras los salarios no crecen.
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