Por Horacio Vázquez Rial.
Me enteré el viernes de que algo estaba pasando con Max Marambio, uno de los personajes más oscuros y siniestros de la ya larga historia del castrismo. Pensé de inmediato en escribir este artículo, después de consultar debidamente la mejor fuente que conozco al respecto, que es La autobiografía de Fidel Castro, de Norberto Fuentes.
Y hete aquí que el sábado 17 compro el ABC y me encuentro una tercera firmada precisamente por Fuentes, con el título "El segundo hijo". En realidad, debiera haberse llamado "El segundo padre", porque de eso se trata: de que Fidel es su segundo padre, cosa hasta ahora cierta, porque en varias ocasiones, por lo menos tres, dice Fuentes, lo sacó "del hueco y de la cárcel".
La historia, muy resumida, es la siguiente: el guatón Max Marambio (guatón es, en Chile, "panzón"), chileno, es hijo de Joel Marambio, diputado socialista chileno y leal de Fidel. Don Joel lo entregó a Fidel para su educación revolucionaria, que se llevó a cabo en las Tropas Especiales del Ministerio del Interior, "míticas", según Fuentes, que también perteneció a ellas, junto a los gemelos Tony y Patricio de la Guardia. Éstos fueron procesados en 1989, junto al general Ochoa. Tony fue fusilado con Ochoa y Patricio sigue en prisión. El cuarto hombre, el propio Norberto Fuentes, sobre el que iban a caer todas las furias de la revolución, huyó a los Estados Unidos, donde se le dio asilo en virtud de su jerarquía; permanece en lugar protegido, escribiendo sus voluminosas y preciosas memorias, La autobiografía de Fidel Castro: conozco pocos títulos más acertados: es Castro el protagonista y es Castro el hombre que Fuentes hubiera querido ser.
En los últimos tiempos, Marambio dedicó sus mejores esfuerzos a la inútil campaña presidencial de Miguel Enríquez-Orinami, hijo de Miguel Enríquez, fundador y secretario general del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, muerto en un enfrentamiento con la DINA, la policía política de Pinochet, en 1974. Enríquez padre y su MIR fueron la espina cubana clavada en el costado de Salvador Allende, hombre en el fondo ingenuo que se creyó lo del socialismo por la vía pacífica cuando ya era un rehén de Castro. Situación en la que Enríquez, su hijo y los hermanos De la Guardia tuvieron un papel preponderante.
En el primer tomo de la Autobiografía cuenta Fuentes la misión real de todos esos ilustres altos cargos situados en la embajada cubana en Santiago: ocuparse del relevamiento militar del país andino y preparar la resistencia frente a un potencial golpe de estado contra Allende, que mandaría a tomar viento la vía chilena al socialismo. Sólo que el golpe llegó antes de lo previsto y Allende duró exactamente tres años en el poder: del 4 de setiembre de 1970, en que ganó las elecciones con un magro 36 por ciento de los votos, hasta el 11 de setiembre de 1973. Y allí se perdieron muchas esperanzas cubanas; Enríquez padre pasó a la clandestinidad y lo mataron, y los de las Tropas Especiales, Marambio incluido, se largaron a La Habana tras diez meses de encierro en la embajada cubana y varios combates con pinochetistas, que intentaron sucesivos asaltos a la sede diplomática.
Salvador Allende.Cuando empleo la palabra rehén para referirme a Salvador Allende, lo hago a plena conciencia y en su sentido lato. Porque el apoyo de Castro al nuevo presidente fue tan generoso que hasta le proporcionó su equipo de seguridad: fue Enríquez, que lo desbordaba ampliamente por la izquierda, quien se encargó de proponerle un excelente jefe de seguridad, procedente de las tropas especiales: Max Marambio, el "hijo" en el afecto de Fidel. Él organizó el GAP, Grupo de Amigos del Presidente, la escolta personal, a la que la leyenda siempre creciente hizo pertenecer a más gente de la estrictamente presente: hay más miembros supervivientes del GAP que miembros reales del GAP, pero cada uno hace su carrera política como puede. Eso sí: hay que decir que los que realmente estaban allí pelearon junto a Allende hasta el último momento.
Finalizada la etapa heroica –que terminó para todos en América Latina en el 73, porque después vino Namibia y no pasó nada más hasta la aparición de Hugo Chávez–, Marambio, igual que no pocos miembros del entorno de Ochoa y de los hermanos De la Guardia, se dedicó a los negocios. Él, con la anuencia y hasta el apoyo del régimen. Los demás, perseguidos por corrupción. Fidel podía permitirse un empresario chileno a su servicio, pero no podía permitirse una nueva clase formada por cubanos, de modo que éstos fueron acusados de corruptos y eliminados, fusilados, encarcelados o desvanecidos en el aire.
Marambio fue muy sagaz. Nunca permaneció demasiado tiempo en La Habana después de la salida de Pinochet del poder, cuando desplazó a Chile el centro de sus actividades, aunque todas sus empresas dieran rentas importantes al imperio de Fidel. Se casó bien: con una socia del actual presidente Piñera en la compañía aérea LAN Chile. No estamos hablando de empresarios medianos: Forbes estima la fortuna de Piñera en 2.200 millones de dólares, y sus socios no le van muy a la zaga. Cuanta Fuentes que, después de su primer desastre, en 1981 –en la venta ilegal de coches soviéticos en Cuba–, Fidel le hizo llegar un millón de dólares, como préstamo por quince años y sin intereses, "para que levantará cabeza". De aquel millón salió International Net Group, inicialmente una empresa editorial que hizo la revista corporativa de Cubana de Aviación: por esa publicación empezó Marambio a hacer pie en las empresas aéreas. Y no tiene sentido contar aquí el resto de su camino hacia el dinero verdaderamente grande, en el cual destaca el hecho de que se le hayan confiado en cierto momento (por Fidel) las TRD (Tiendas Recaudadoras de Divisas, o diplotiendas). Sí hay otro detalle importante en ese recorrido: en 1989, Fidel lo rescató de una acusación de narcotráfico promovida por su hermano Raúl.
Entre tanto, Marambio hizo una carrera como escritor, y llegó a ser best seller local con Las armas de ayer. Fue en una entrevista con motivo de ese libro (2008) que se definió como "un león manso" (parodia de la frase de Perón "Ya soy un león hervíboro"). Fidel, en la cumbre de su cinismo, dijo: "Juro que, si tuviera dinero, financiaría una edición masiva de este libro". Pobre.
Max Marambio.Y ahora, de pronto, se encuentra nuevamente procesado en el marco de lo que, según Fuentes, que suele tener razón –nadie conoce ese percal como él, por eso es la fuente más importante para la historia de la Cuba contemporánea–, "promete ser el más grande caso de corrupción en la historia de la Revolución Cubana y en el cual ya se reportan centenares de arrestos". Marambio está salvo, en Chile, al igual que su hermano Marcel, que hace poco recibió noticias cuando iba hacia La Habana y dejó el avión en México.
En el mejor estilo estalinista, se propone a Marambio que vaya a la isla "para aclarar las cosas", pero él da largas, en lo que se muestra no sólo prudente, sino hasta sabio.
¿Qué fue lo que cambió para que se haya llegado a este punto? Primero están los rumores que se han hecho correr contra él: dice Radio Bemba que ha dejado sin producción las plantas de leche evaporada. ¡La leche de los niños cubanos, Dios mío! El rumor siempre precede a la acusación. ¿Cuándo se inició el rumor? Cuando Piñera ganó las elecciones y, como el comandante en su día, mandó a parar: negocios sí, pero de este lado. Sin embargo, hay un comienzo anterior: el comienzo del deterioro irreversible de Fidel, su enfermedad y la asunción de la presidencia por Raúl. Raúl odia a Fidel, Raúl odia a Marambio, Raúl odia. Lo imagino en plena crisis de salud de Fidel, haciendo listas de personas a las cuales cobrarles las deudas de medio siglo.
El Chino Raúl: dice Radio Bemba que se le llama así por sus remotos rasgos asiáticos, que indicarían una infidelidad de su madre con un trabajador chino de la hacienda paterna. El hermano, sí, o el medio hermano, pero nunca el número dos: antes estuvieron Cienfuegos, Guevara, hasta Ochoa en su momento. Él nunca había tenido tanto poder. El resentimiento es uno de los grandes motores de la historia, y a Raúl Castro le sobra, lo exuda por todos los poros. No, Marambio no puede volver a pisar la isla mientras Raúl esté allí: Fidel ya no puede proteger a nadie.
Raúl tiene, sin embargo, un problema: nadie lo quiere. Fidel ha sido amado por las masas, la gente lo bautizó el Caballo porque el caballo es Ochún, figura mayor del panteón santero. No ha durado cincuenta años en el poder porque sí, sino porque hasta el más mísero de los habitantes de Cuba, sobre todo el más mísero, está dispuesto a denunciar al traidor a la Seguridad del Estado, una red bien trabada a la que pertenecen desde la camarera del hotel –una camarera del Riviera me lo dijo hace años con el mayor desparpajo– hasta el taxista improvisado que espera con su coche destartalado a la puerta del Nacional. Por Fidel, jamás por Raúl. El poder de Raúl es un poder vicario, que durará lo que dure el hermano mayor. Y después veremos.
Hillary Clinton quiere levantar el embargo: sería la única buena obra del gobierno Obama, porque sin el embargo se acaban los argumentos de la dictadura.
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