Por Rui Ferreira.
Raúl no es un nombre común en Cuba. Pero, estos días, es popular.
De Raúl Modesto Castro Ruz se espera mucho estos días en la Isla. Desde que hace ya casi una década sustituyó a su hermano Fidel al frente del Gobierno, Raúl es visto en las calles, ante el visitante extranjero, como la persona en la cual el ciudadano común ha depositado sus esperanzas. No por confianza, sino por diferencia. Por incógnita.
Lo dice Marta. “Mi vida ha mejorado con Raúl. No puedo decirle menos que eso, señor. Me ha dejado tener mi negocio, le estoy dando una vida mejor a mis nietas. Fidel ha sido importante para nosotros los cubanos, pero Raúl nos ha dejado hablar. Que nadie lo critique por publicar mis palabras. Porque son sinceras”, dice Marta, quien se dedica a vender dulces en una esquina de la calle Obispo.
En un mercado popular al lado del puente de hierro en El Vedado, otrora barriada lujosa de La Habana y que hoy día sobrevive a encontronazos, Juan Carlos vende cebollas a 50 pesos cubanos el racimo. También las vende en CUC, la moneda convertible, pero demuestra que el peso cubano es, en estos y muchos casos, más fuerte. Si entrega el racimo a 45 pesos también los oferta a CUC, en este caso a dos, o sea, 50 pesos. Y lo explica: “Es la oferta del mercado”. Palabra nueva que se introduce en la sociedad socialista sin que nadie la cuestione.
Raúl Castro lo ha dicho claro, que la nueva sociedad cubana debe, e intenta, acomodarse a las nuevas necesidades y eso se siente en la calle. “Aquí no se está construyendo una economía de mercado sino una economía pública que no rechaza el mercado”, lo afirma el académico Rafael Hernández.
Las existencia de dos monedas, en la cual el peso cubano es de hecho ya convertible, (1 por 24), le ha creado al gobernante cubano un dilema con el cual está bregando. Al acabar con esa dualidad ¿qué cotización escoger?
Hoy día es 24 o 25, pero economistas consultados en La Habana están de acuerdo en que la razón del retraso en el fin de la dualidad se debe a que no hay un consenso sobre la cotización apropiada. Pudiera, y lo aspiran, de que sea alrededor del 10 por uno, lo cual convertiría la moneda cubana en una de las más fuertes del continente.
“Me es muy difícil hacer esta conversión, pero me gusta que los CUC sean sólidos”, explica Marcos Alejandro, un pintor cubano que vende su arte en los alrededores de la Plaza de la Catedral. “Nuestro problema son los sueldos, no la iniciativa privada”, afianza.
De acuerdo con él, y mucho más duro, es Alejando González, un veterano de la epopeya de la Sierra Maestra, la cuna de la revolución, que se queja también de los bajos sueldos aunque le agrada la pensión que recibe. “Aquí hay que aumentar los sueldos. Sino, me da pena decírtelo, el pueblo no es feliz”, dice.
¿Y Raúl? “Fue mi jefe. Diferente al hermano. Esperemos”.
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