Por Raúl Rivero.
Hay una tiempo mágico, lleno de ensoñaciones y misterios que, aunque nunca se puede tocar en realidad, no se puede ver, ni se puede vivir, -sólo se le puede presentir-, es la gran esperanza y la ilusión más importante que tienen los países para asumir el presente con entusiasmo, sosiego y alegría.
Hablo del porvenir. Un sueño al que puede no se llegar nunca, pero que les ofrece a las personas, el espejismo de que, por encima del agobio cotidiano, vendrá, por fin, una estación maravillosa con un caudal sustancioso de felicidad. El problema es que la sociedad cubana no tiene espacio en esa quimera.
La gente que vive en Cuba disfruta, desde luego, del sueño de su futuro en el plano individual. Ahora, es verdad que como nación, como país, la Isla no alcanza tener esa fantasía colectiva y abarcadora. Para ellos, para quienes tienen que amanecer todos los días en aquel mapa, el viaje se realiza en sentido inverso.
La caminata se hace, con determinación y firmeza, hacia el pasado, hacia la nada, directamente a un pedazo de la vida que ya se vivió y que, por decisión de los gobernantes, sigue siendo el escenario natural de los cubanos.
Instalada en unos niveles estables de pobreza y escasez desde a mediados del siglo pasado, Cuba presenta en estos momentos, en pleno año 2018, un panorama devastador que se ha convertido en un asunto grave, después del paso por las cercanías de su territorio de un huracán.
Para aliviar la crisis alimentaria de la población, los funcionarios oficiales decidieron adelantar la cuota oficial de productos que venderían por la libreta de racionamiento en el mes de julio. Y se comenzó la entrega: 7 libras de arroz, 4 de azúcar, 20 onzas de frijoles y media libra de aceite.
Además de las pérdidas de miles de hectáreas de cultivo, el abandono del mantenimiento de las viviendas provocó que, con las lluvias, se produjeran derrumbes en cuatro provincias del país y unos 60 mil ciudadanos han tenido que ser movilizados a lugares seguros, residencias de familiares o albergues provisionales.
A ese esquema desolador, donde se ha acentuado la ausencia de productos básicos para el mantel de los ciudadanos, hay que añadir algunos datos que no provienen de ningún fenómeno natural ni del descuido de los jefes. Vienen de la esencia represora del socialismo.
A lo largo del mes de mayo, la policía política arrestó a 132 cubanos, según información divulgada por el Observatorio Cubano de Derechos Humanos con sede en Madrid, España. La mayoría de los detenidos pertenecen las Damas de Blanco, Unión Patriótica de Cuba, Juventud Despierta, Partido Boitel y Frente de Acción Orlando Zapata Tamayo. En lo que va de año, los represores han metido en la cárcel de manera arbitraria a 1,224 cubanos.
Para Cuba, el porvenir no tiene magia.
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