Por José Antonio Fornaris.
Desde que existen los obreros; o mejor dicho, desde que el hombre recibe alguna remuneración a cambio de los servicios que presta o de los valores que crea, conoce que quedarse sin la posibilidad de obtener algún bien material como recompensa a su labor para poderse cuidar y cuidar a su familia, es algo grave.
El principal caballo de batalla de los comunistas, fuera del poder, es "luchar" por los derechos de los asalariados, y el principal de esos derechos, por su incidencia en lo personal y en la vida de las naciones, es el empleo.
Pero eso cambió de la noche a la mañana en Cuba de manera radical. Ahora y a tenor con el tema de las plantillas infladas en las empresas presupuestadas, según el comunicado dado a conocer por la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) el 13 de septiembre, quedarse desempleado es bueno para el país y la economía nacional. Además, es óptimo para el perfeccionamiento del modelo económico que quiere lograrse en el país.
Esa posición es obscena. La CTC, por un asunto de pudor (todos sus cuadros profesionales se nutren de la cuota sindical que pagan los sindicalizados) está obligada a defender a los trabajadores.
Si el asunto es que dada la situación calamitosa de la economía, no es posible continuar pagándole a gente improductiva, ¿por qué no comienzan por reducir el Consejo de Estado, que tiene 31 miembros, y a tenor con la situación general que afronta el país, ninguno realiza su trabajo?
El aparato del Partido Comunista, todo el andamiaje de propaganda gubernamental, y los cuerpos de represión política, son entidades presupuestadas y no crean bienes. ¿Por qué no los reducen al máximo?
Además, se puede apostar cien mil a uno, sin temor a perder, que ninguno de los hijos o allegado de los jerarcas del régimen está entre el anunciado próximo medio millón de desempleados. Ninguno va a perder su puesto directivo –no existe uno que sea un simple empleado- y sus prebendas.
( Edificio de la CTC en las calles San Carlos y Peñalver en la ciudad de La Habana. Este edificio de se lo regaló Fulgencio Batista a la Central de Trabajadores de Cuba cuando el líder obrero y comunista Lázaro Peña la dirigía. Nota y foto añadidas por el bloguista de baracutey Cubano)
A todo esto hay un artículo, el 45, de la Constitución de 1976, la que pusieron en vigencia los comunistas, los mismos que tienen en sus planes dejar fuera, en dos o tres etapas, a más de la cuarta parte de la fuerza laboral activa de la nación, que deja establecido la imposibilidad del desempleo:
"El trabajo en la sociedad socialista es un derecho, un deber y un motivo de honor para cada ciudadano. El trabajo es remunerado conforme a su calidad y cantidad, al proporcionarlo se atienden las exigencias de la economía y la sociedad, la elección del trabajador y su aptitud y calificación, lo garantiza el sistema económico socialista que propicia el desarrollo económico y social, sin crisis, y que con ello ha eliminado el desempleo y borrado para siempre el paro estacional llamado ‘tiempo muerto’".
No es la primera vez que el régimen viola su propia Carta Magna, de una u otra forma lo ha hecho siempre, pero en esta ocasión su carácter insolente y violador está más en la superficie, porque siempre se ha presentado como representante y garante de los derechos de los trabadores.
¿Qué han hecho por su parte los denominados líderes oposicionistas ante un panorama que anuncia más dificultades para una buena cantidad de familias cubanas? Hasta el momento, ni pompitas de jabón. Al parecer, ni siquiera se han percatado de que todas esas personas pueden ser, en un futuro no muy lejano, votantes para los partidos o grupos de los que dicen ser sus representantes.
¿Hacia qué perfeccionamiento económico se quiere avanzar? A juzgar por todo lo que el régimen ha puesto en práctica en más de medio siglo, aunque ahora mucha gente quedará liberada de la tutela dañina del Estado, se puede augurar que hacia un mar de miseria con mayor calado.
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