Por Leandro Feal.
Es difícil entablar un diálogo en estos días sin caer en el tema de "La lista de los 178". A mí personalmente me parece un resumen de las actividades más populares del s.XVI, pero sé que soy de las pesimistas. Bueno, dicen mis interlocutores que soy de las "pesimistas", para mí soy de las "obviamente realistas" porque ¿hasta cuándo vamos a "empezar a mejorar el sistema"? Ellos dicen socialismo, pero yo de facto me niego a llamarle socialista a un gobierno que en menos de dos años pretende despedir a un millón de trabajadores, eso después de haber elevado la edad de jubilación, haber disminuido los productos eufemísticamente llamados "subvencionados" y no pensar ni remotamente en subir los salarios, para no hablar de la espada de Damocles que representa para nuestra economía hoy la doble circulación de moneda. No voy a hablar de libertades económicas, sociales o políticas ya que, evidentemente, para esos que consideran el modelo cubano un modelo socialista, esas libertades vienen siendo algo así como un lujo capitalista ¿o me equivoco?
Gracias a dios no me he vuelto una "talibana" -así llamamos aquí a los extremistas de ambos bandos, sobre todo a los del PCC que son los que más abundan en esta zona de la geografía- y mantengo excelentes relaciones con algunos comunistas (ellos dicen que son comunistas, yo no estoy tan segura). El caso es que una de estas amigas tiene un diminuto negocio privado: hace pasteles por encargo. Desde hace varios años logra sobrevivir, sin lujos y sin robar, de la venta de sus pastelitos de guayaba y de coco. Con lo que gana puede darle un dinerito extra a sus hijos, arreglar alguna bobería en la casa y comer. Cuando conversa conmigo siempre está a la defensiva, por eso nunca me ha confesado que la mayoría de la materia prima la compra en el mercado negro, eso a pesar de que la he visto con mis propios ojos despachando con "la de los huevos" y con "el tipo de la harina". Pero nada, citando "American Beauty", el poder de la negación es grande.
Mi amiga se siente culpable, sabe que con su trabajito está incluido entre las actividades de la lista medieval y no quiere militar en la ilegalidad, al menos no tanto. Cuando conversamos me soltó una frase histórica: si todos ponemos de nuestra parte a lo mejor esta vez podemos salir adelante. No soy una persona cruel así que contuve las carcajadas. Sin embargo omitió un detalle que después su esposo me reveló: cuando sacó la cuenta de su ganancia mensual después de sacar la licencia obtuvo un numerín redondo: 2CUC.
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