sábado, 3 de noviembre de 2012

¿Cinismo, senilidad, ignorancia, o todo a la vez en Fidel Castro?

Por Eugenio Yáñez.

Fidel Castro, como mediocre vedette de farándula superficial y barata, necesita sentirse en el centro de las candilejas, aunque ya solamente pueda ganarse chiflidos y abucheos a estas alturas.

Después del monumental conjunto de insensateces publicado durante los últimos años en sus múltiples reflexiones, donde entre las más comentadas -por absurdas- estuvieron su anuncio del inicio de la guerra nuclear antes de los cuartos de final del campeonato mundial de fútbol del 2010 en Sudáfrica, y su "descubrimiento" de que un conjunto de chicos malos dirige el mundo a su antojo, para lo cual les basta con reunirse unos pocos días al año, tomar las decisiones y lanzar las directivas correspondientes, ahora parece que asume un estilo telegráfico o lapidario, y ya ha publicado cinco "mini-reflexiones", una con un texto de 65 palabras, otra con uno de 53, y las otras más breves todavía.

Pero no piense el lector que al hacer más breves sus "reflexiones" al Comandante no le queda mucha oportunidad para insensateces, senilidad, ignorancia o cinismo: todo lo contrario, ahora logra una concentración de dislates por renglón que le envidiarían reconocidos ignorantes como Evo Morales o Lázaro Barredo, el director de Granma.

En la reciente "mini-reflexión", titulada "Conductas que no se olvidan", Fidel Castro comienza con una declaración que no hace dudar de su vergüenza, que hace rato ha demostrado no tener, sino de su más elemental sanidad mental, cuando señala que "el alemán más revolucionario que he conocido fue ErichHonecker".

Con estas diez palabras, Fidel Castro lanza por la borda a Karl Marx y Friedrich Engels, a Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo, a Ernest Thaelmann y Walter Ulbricht, y a otros ilustres no comunistas alemanes en el campo de la política, que mucho han hecho por el bien de Alemania y de la humanidad, entre los cuales cabe destacar a Karl Kautsky, Eduard Bernstein, Konrad Adenauer y Willy Brandt. Aunque posiblemente Fidel Castro, y con seguridad muchos de sus adláteres que comentan en estas páginas, no han de conocer demasiado sobre los anteriormente mencionados.

Erich Honecker carga sobre sus espaldas miles de muertos, asesinados por las tropas de guardafronteras, tratando de cruzar el Muro de Berlín o las fronteras de la Alemania "democrática" para escapar hacia la libertad. También carga sobre sus espaldas el refinamiento de la tenebrosa policía secreta germano-comunista, la Stasi, que dejó pequeña a la Gestapo, y logró el aberrante honor de poner a hijos y padres a denunciarse entre sí, a los ciudadanos a denunciarse entre sí, a denunciarse entre hermanos y esposos.

Ese miserable es el alemán "más revolucionario" que ha conocido Fidel Castro. Ese que cuando los alemanes del este pudieron expresar libremente sus opiniones lo expulsaron del poder, derribaron el Muro de la ignominia, acabaron con el "paraíso proletario", y votaron masiva y libremente por unificar su patria dividida por la soberbia y la prepotencia soviética.

Ese miserable que Fidel Castro considera "el alemán más revolucionario" que ha conocido, alegó enfermedad y problemas de salud para escapar de la justicia, y en 1993 se fue a vivir al Chile donde Augusto Pinochet continuaba de jefe de las fuerzas armadas, aunque había renunciado como jefe de estado tras un plesbicito donde los chilenos quisieron dar paso a gobiernos democráticos civiles.

Fidel Castro dice guardar hacia Honecker "el sentimiento más profundo de solidaridad", a la vez que ataca a otros, cuando dice que su miserable admirado "pagaba amargamente la deuda contraída por aquel que vendió su alma al diablo por unas pocas líneas de Vodka". Como no parece que se esté refiriendo a Raúl Castro en las frases anteriores en que menciona el vodka, hay que considerar que podría estar hablando de Boris Yeltsin o de Mijail Gorbachov: con las confusiones mentales de Fidel Castro en los últimos tiempos es difícil poder hacerse juicios exactos de lo que está hablando.

Para el dictador cubano, hombres que tuvieron el coraje de denunciar la mentira, la barbarie, la opresión y el mito del imperio soviético, permitir que naciones europeas y asiáticas aplastadas bajo las botas del Ejército Rojo pudieran decidir libremente su destino, y posibilitaron que los pueblos de la Unión Soviética pudieran escoger su futuro votando libremente, sin tanques y KGB que los vigilaran, sin "revoluciones" ni derramamientos de sangre, son definidos como alguien que "vendió su alma al diablo por unas pocas líneas de vodka", mientras que el carnicero del Muro de Berlín y "perfeccionador" de la Stasi es "el alemán más revolucionario" que él ha conocido.

Resulta algo muy conveniente que Fidel Castro escriba sobre estas cosas. Así, perfectamente, podemos tener muy clara la calaña y la bajeza moral de los individuos que él considera "revolucionarios", y a la vez los verdaderos valores y actitudes de quienes él considera que "venden su alma al diablo" cuando propician y facilitan la libertad de los pueblos.

Con lo cual, teniendo claro a quiénes define Fidel Castro de un lado y del otro, tenemos también una magnífica imagen de los valores morales y humanos de quien establece y proclama evaluaciones sobre otros como si fuera un Dios bajado del Olimpo, y no un mediocre y decadente anciano padeciendo, además de exagerada egolatría, de absoluto cinismo, senilidad e ignorancia, todo a la vez.

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