Por Ariel Pérez Lazo.
La reciente noticia aparecida en Juventud Rebelde con la firma de Patricia Cáceres "El mercado liberado se diversifica", pudiera mostrar el modesto alcance de las reformas económicas en Cuba.
Se trata, en efecto, de permitir la venta de algunos productos cosméticos como jabón, detergente, desodorante en la moneda nacional. Recuerdo, al respecto, el asombro de unos turistas españoles en La Habana que caminaban por la misma acera donde transitaba, hace pocos años, al ver un letrero en plena calle 23 que rezaba "venta liberada de jamón”. Confieso que estuve a punto de detenerme y ahorrarles el esfuerzo intelectual de comprender que estaban en un país donde aún existía el racionamiento -una medida de guerra que contrastaba con la presencia masiva de turistas-.
Estos productos, ahora diversificados, estuvieron mucho tiempo bajo racionamiento y solo podían ser comprados libremente en moneda convertible. Hace dos años fueron puestos en venta, a precios de libre formación. Lo más sencillo, desde el punto de vista económico, hubiera sido eliminar la doble circulación de moneda y el racionamiento, sustituyendo a este por cupones de alimentos (como los food stamps en los Estados Unidos) pero ya van dos años de ambas promesas: el fin del racionamiento y la doble moneda y el plazo para implementar dichas reformas parece continuar alejándose.
No veo que impacto económico, en la vida de los consumidores, puede tener sustituir la libreta de abastecimiento por un impuesto a las ventas agrícolas, de manera que la obligación de vender a precios fijos al Estado por los agricultores desaparezca y pueda compensarse el aumento del precio de los alimentos. Con dicho dinero se podrían elevar los deprimidos salarios y pensiones en Cuba o crear bonos para comprar alimentos. La persistencia del racionamiento parece estar más relacionada con un factor simbólico que económico.
La noticia de la diversificación de este "mercado paralelo”, parece más bien indicar que el plazo para dichas reformas continuara dilatándose aún más. En efecto: ¿qué sentido tendría comenzar a vender estos productos en una moneda que se piensa eliminar ( el CUP)? A menos que la moneda a eliminar sea el peso convertible.
De cualquier manera, cualquier liberalización económica en Cuba, por limitada que sea, pasa necesariamente por el fin del racionamiento y la unificación de los diferentes mercados. Seguir hablando se mercados paralelos, liberados o normados, es hacer referencia a una realidad completamente ajena a dicha liberalización. Aunque para a los entusiastas de las reformas, quizás se trata de la supervivencia de la "vieja mentalidad” y su lenguaje en los burócratas de algunos ministerios.
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