Recientemente la televisión oficial exhibió en las pantallas chicas de la Isla un documental de título "Hundan al Belgrano". Como casi todo lo que oferta Mesa Redonda, se trató de una productora "independiente" y de la distribución se ocupó Telesur.
El material en cuestión abordó el episodio bélico que concluyó con el hundimiento de un buque de guerra argentino durante la guerra de las Malvinas. La víctima fue el Belgrano, con sus marineros y oficialidad. ¿Los victimarios? Pues los ingleses y su Royal Navy.
Este episodio fue abordado desde sus aristas políticas y en él, se ponía de relieve las "tácticas" del viejo imperio británico para retener a las Islas Falkland. Una de ellas, -por cierto muy exitosa- fue repoblar las islas con súbditos británicos leales a su majestad. Elemental. Si en las islas viven ingleses, las islas son inglesas. Entonces, al menos en este día, cualquier autoridad ajena a la corona o que no hable inglés insular sin acentos ajenos, será vista –con derecho- por los pobladores como una fuerza de ocupación. En fin, las islas Falkland son inglesas, porque en ella, viven ingleses. Así de sencillo.
Desde hace un tiempo, en Cuba el descontento popular creció indetenible desde los juanes de esta tierra. Como la horda verdeolivo era en esencia rural, sin clase y de escaso vuelo intelectual,-nunca más allá del vuelo de un gato- podría pensarse que no habría mayores dificultades para desembarazarse de todos ellos de una santa y buena vez, pero no fue así. Aprendieron a conspirar y lo hicieron muy bien. Tuvieron los mejores instructores para ello. El viejo Partido Socialista Popular se encargó de la tarea.
Las primeras manifestaciones visibles del descontento emergente fueron enfrentadas con las herramientas tradicionales de fusilamientos y cárcel degradante. Tres jóvenes –dieciocho, veintiún y veinticinco años respectivamente- que irrumpieron en la embajada del Vaticano en La Habana, luego de ser entregados por los sacerdotes de la nunciatura a las autoridades -con cristiana y fatalista mansedumbre- fueron ejecutados luego de un brevísimo juicio sumario. A la madre de estos tres infortunados hermanos la sancionaron a veinticinco años de cárcel por no denunciar a sus hijos. Una clara muestra de los límites que la horda verdeolivo impone al amor materno y la forma retorcida en que este es visto desde la óptica biraní.
Años más tarde, este mismo descontento se tradujo en el fusilamiento de tres infelices jóvenes negros habaneros, también seguido de un brevísimo juicio sumario. Como ya ha sido destacado, pretendían llegar a los Estados Unidos, ¡en la lanchita de Regla! Como los anteriores, tampoco lastimaron a nadie. Pero la lógica y crueldad biraní fue implacable.
En la actualidad, la horda verdeolivo parece haber encontrado la piedra filosofal para trasmutar a su favor o reencauzar el descontento. Para ello cuentan con la labor de los consumados artistas de la Dirección General de Inteligencia (DGI) y la Dirección General de Contrainteligencia (DGCI) del Ministerio del Interior, la jefatura de Contrainteligencia militar (CIM) y la Inteligencia militar (IM) del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (MINFAR). Ellos sentaron las bases de las nuevas tendencias en lo que podría llamarse, "Repoblar el descontento".
Para repoblar el descontento, se promovió con el concurso de muchos y entre otras, de la llamada Fundación Panamericana para el Desarrollo -la benemérita FUPAD- a una interesante y conocida corte de sapingos. Aunque dejaron de ser noticia, sirven de ejemplos prácticos sobre cómo repoblar el descontento. Pero ciertamente, los más importantes no son estos ya conocidos sapingos. Los verdaderamente importantes se mueven aún entre las sombras.
El esfuerzo involucra además una sui generis "reconciliación nacional" que los contiene a todos. Allí tienen cabida religiosos de todos los colores. Desde la iglesia católica con su Papa, hasta la iglesia nacional con su cardenal, sacerdotes, laicos, etc. Además, hay protestantes, santeros, budistas y hasta musulmanes. También desde la sombra y la distancia, se mueven los sempiternos promotores ocultos de todas las cosas que nadie comprende.
Lugar primado para repoblar el descontento lo ocupa –y siempre de acuerdo a la receta inglesa- colonizar la disidencia. Para ello, unos desaparecerán y dejarán su espacio a otros que completarán el nuevo escenario. Para los nuevos colonos, habrá el espacio mediático que abrirán los promotores ocultos y el financiamiento lloverá desde las más inexplicables fuentes. Desde Saladrigas y Fanjul hasta ¡Telesur! Habrá de todo en esta viña, campañas mediáticas, medidas activas y al final, como joyas primadas, dos líneas de trabajo: mariconería de estado y reconversión racial.
Por supuesto que el escenario natural para repoblar el descontento y colonizar la disidencia son los Estados Unidos. ¿Dónde si no? Allí si se declara con tiempo, se puede hasta espiar y servir a un poder enemigo. Veamos algún ejemplo al azar. ¿De dónde saca la flamante líder de la campaña a favor de los cinco espías en USA, dinerito contante y sonante para colocar anuncios, en diarios de primera, que cuestan más allá de 100 000 USD? ¿Será Saladrigas? ¿Fanjul? ¿Telesur? ¿Los Castro? ¿Hugo Chávez?
Repoblar el descontento y posteriormente colonizar la disidencia cuesta. Falta saber con exactitud: ¿Quién paga y quién está detrás?
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