Por Lourdes Rey Veitia y Jorge Pérez Cruz.
La intervención activa del trabajo por cuenta propia en el entramado económico cubano es un imperativo a tono con la actualización de nuestro modelo económico. Así lo refrendan los Lineamientos de la Política Económica y Social de la Revolución aprobados en el VI Congreso del Partido; empero, las ilegalidades se ciernen como una amenaza real sobre la sostenibilidad de esta práctica.
Mientras muchas personas honestas asumen con integridad el trabajo no estatal, otras éticamente desvalorizadas buscan brechas para ejercerlo violando las normas jurídicas establecidas.
Las direcciones provinciales de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), en Las Tunas y Villa Clara, con el propósito de organizar a estos nuevos actores económicos, efectúan los activos sindicales con la presencia de funcionarios de la ONAT, Planificación Física, dirección de Trabajo y Seguridad Social, Ministerio del Interior y los consejos de Administración municipales, entre otras entidades relacionadas con esta labor, confirman Martha Cuenca Alonso y Abel Quintana, integrantes de los secretariados del movimiento sindical en esos territorios, respectivamente.
Ambos dirigentes argumentan que en estos intercambios analizan este tema, entre otros asuntos, y todo indica que es necesario actuar con más energía contra los violadores.
"No se trata, enfatiza Martha, de dejar al libre albedrío a quienes tienen patentes, pero la acción más contundente debe estar dirigida contra los ilegales. Todavía hay cierta impunidad y eso daña la imagen de esta forma de empleo y lacera sus buenas intenciones".
Entre las violaciones más frecuentes en el sector del Transporte están los cocheros ilegales. "Esos les ‘roban’ los pasajes a los oficializados, llegan a las piqueras y no hacen colas, violan las regulaciones del tránsito, además de evadir el pago de impuestos", critica Katia Labrada Vidal, secretaria general del sindicato del ramo en la provincia.
En Villa Clara, por ejemplo, es usual ver en la parada de coches del estudio Sandino y en la zona hospitalaria el arribo de otros transportes —autos ligeros, camiones, camionetas sin licencia— llegan y recogen pasajeros, lo que incluso puede ocasionar accidentes.
"Otra irregularidad, relaciona Julio César Acosta Campos, miembro del secretariado provincial del Sindicato del Transporte en el territorio oriental, es la aparición de una nueva figura, el peón de coche, que no es el dueño del medio, solo lo trabaja y le paga al propietario una tarifa preestablecida de acuerdo con el horario. Esos no están inscriptos y por tanto burlan las normas".
El irrespeto tiene manifestaciones en la improvisación de lugares de estancia (piqueras) en sitios que no cuentan con la aprobación de la instancia correspondiente. "Sucede, es conocido, pero no se combate con la intransigencia debida", acota Julio César.
Este problema se ha manifestado también en la provincia central, y aunque se le ha dado solución con el apoyo del sindicato provincial del Transporte, de haberse consultado con los trabajadores no estatales hubieran podido evitarse las quejas de clientes y transportistas.
Las actuaciones fuera de la ley afectan también a los arrendadores de viviendas o habitaciones, pues hay quienes alquilan sin autorización.
Oscar Rosales Carreño, secretario general de la sección sindical que agrupa a 73 arrendadores tuneros da detalles: "Algunos lo hacen a la vista de todos, pero otros usan como vía las visas familiares que otorga Inmigración en el país, entonces todo parece legal", critica Oscar.
"Pienso que el otorgamiento de ese documento se ha flexibilizado mucho y en ciertos casos sirve de ardid para enmascarar la ilegalidad, pues hay ciudadanos extranjeros que no cumplen ese requisito, pero lo reciben y burlan lo establecido legalmente. Se van por ‘la izquierda’ porque les cobran menos. Claro son huéspedes de arrendadores que pueden hacerlo al esquivar las cargas impositivas", explica Oscar.
"Así nos llevan a la quiebra", lamenta, e ilustra su inconformidad con un número no despreciable de sus representados que como consecuencia de esta competencia desleal han tenido que retirarse y "eso malogra en parte el propósito por el cual se ha fundado esta actividad, cuyos ingresos ayudan a la economía nacional", resume.
Ernesto García, representante sindical de los arrendadores villaclareños, explica lo engorroso de los trámites en la ONAT y la dirección de Vivienda, y añade que el horario de la oficina de Inmigración le es muy dificultoso, "mientras nosotros hacemos todas esas diligencias, que llevan tiempo, desatendemos el negocio, lo que no le pasa a los que burlan la ley", precisa.
Similar situación enfrentan los elaboradores-expendedores de alimentos y artesanos, quienes sufren constantemente, en sus sitios de trabajo, el asedio de vendedores no autorizados.
"Pueden encontrarse en cualquier lugar", asegura Norma Leyva Carmenate, organizadora del comité provincial del Sindicato de los Trabajadores del Comercio, la Gastronomía y los Servicios.
"Sin embargo, señala, escapan con facilidad a la acción de los inspectores y, contrariamente, los que tienen licencia son más proclives a las multas y a otras medidas".
Niurka Quintana, miembro del secretariado del Sindicato de Comercio en Villa Clara, apunta que esa es una queja recurrente también en la provincia central, "los trabajadores no estatales de este sector refieren que los inspectores no actúan contra los ilegales que están a la vista de todos y en muchos casos se conocen".
La propia dirigente sindical comenta que al no existir la indicación en los mercados de entregar el comprobante de los productos adquiridos por estos trabajadores en esos establecimientos —con el objetivo de justificar el 10 % de la mercancía utilizada como insumos—, se mezclan ilegales con legales, y abren espacios por los cuales hay fugas de recursos de otros lugares.
Revender sin medida y "desangrar" a los consumidores y al mercado estatal, en particular con los artículos de primera necesidad, es otra práctica que ha proliferado entre legales e ilegales.
A todo lo anterior se suma la necesidad de buscar uniformidad y buen gusto en los anuncios y el ordenamiento de áreas de venta. En Santa Clara, por ejemplo, las que existen a pesar de los esfuerzos realizados no cuentan con las mejores condiciones, lo que provoca hacinamiento e ilegalidades.
En Villa Clara, aun cuando la labor de los inspectores puede mejorar, se han realizado mil 200 inspecciones a ilegales en el año, las cuales han dado como resultado varios decomisos, puntualmente en los carnavales de la ciudad capital, según refiere Francisco Pérez Abreu, director provincial de Supervisión Integral.
El funcionario reconoce que esas manifestaciones entorpecen al cuentapropismo: "El ilegal afecta dos veces, a las intenciones positivas de este proyecto y al presupuesto del Estado, porque no aporta nada. Lo difícil es que por lo general opera en las áreas comunes", acota.
La labor de este equipo de inspectores ha contribuido al incremento de cuentrapropistas en Villa Clara como albañiles, areneros, herreros, carretilleros y vendedores de alimentos que no estaban inscriptos.
No obstante, todo indica que se impone retomar viejas experiencias en la organización de las inspecciones estatales, tal como lo expresan los dirigentes sindicales de Las Tunas: "Es necesario unir los esfuerzos de los inspectores sociales, del MITRANS y la Policía Nacional Revolucionaria, para detener la acción de quienes quieren actuar en contra de lo establecido", reclaman.
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