Por Juan Gonzalez Febles.
Hay dos grandes mitos consagrados por la maquinaria propagandística del régimen cubano. Uno fue que el triunfo de la pandilladesalojo armada revolucionaria puso fin a los desalojos y el otro, que esta misma pandilla terminó con la prostitución.
Continuamente salen a la luz desalojos ordenados por las distintas instancias de la Dirección de Viviendas y por otra parte, La Habana y el resto de la Isla son un destino primado para el turismo sexual. Dentro de esta clasificación, la prostitución infantil y el cultivo de todo tipo de perversiones convierte a Cuba en un destino privilegiado.
Muchos ilustres depravados acuden para desahogar las fantasías que les están vedadas en sus cultos, ordenados y prósperos lugares de procedencia.
En 1959 la pandilla armada de los hermanos Castro, rompió vestiduras por los "crueles" desalojos campesinos. Cuba no era el país miserable que es hoy en día. Los desalojos estaban casi circunscritos al espacio rural, pero nunca fueron una situación que pusiera en peligro un equilibrio social afirmado en valores que hoy lamentablemente no existen.
La prostitución estaba restringida y controlada en zonas con límites muy precisos. No existía prostitución infantil en escala preocupante. Podían existir casos aislados, pero estos fueron tan aislados y esporádicos, que cuando salían a la luz, lo hacían desde la crónica roja de la prensa libre de entonces, que al menos reflejó, -hasta su clausura por la pandilla verdeolivo- el país real de los cubanos con sus virtudes y con sus defectos.
La ruralización del espacio capitalino y del resto del país, a partir de la decisión del Máximo Líder, dictada por sus frustraciones, falta de clase, distinción, etc., promovió entre otras cosas la destrucción arquitectónica de La Habana y del resto de aquella Cuba. Junto con la miseria llegó la destrucción sociológica y la aparición de ese ciudadano sin valores, ocupado en detalles elementales de subsistencia. Alguien centrado en la interrogante de si comerá o no. Alguien interesado más que todo en este mundo, sobre que colocará en el estómago o si habrá algo que pueda ser colocado en él.
Esta fue la fórmula para que la dictadura militar totalitaria cubana consiguiera aportar, las "prostitutas más cultas", y más baratas del mundo. Desde niñas, las futuras prostitutas crecen con la preocupación sobre que comerán y cuando será la próxima comida. El hambre es una presencia que nunca consiguen rebasar del todo.
De forma paralela, se interrumpió la construcción de viviendas y nunca más se alcanzó el ritmo constructivo que encontró la pandilla armada verdeolivo en 1959. La ciudad se llenó de remiendos y nacieron las barbacoas. Por supuesto, la pandilla armada verdeolivo, nunca vivió en barbacoas ni bajo techos de fibrocem. Ellos se apropiaron de los mejores espacios y las mejores residencias.
La necesidad impuso irregularidades y estas pusieron de moda los desalojos. Los desalojados son hombres y mujeres de a pie. Estos hombres y mujeres se ven enfrentados a situaciones que les rebasan y a las decisiones tantas veces arbitrarias de las instancias del Instituto de la Vivienda que son, el emporio más próspero de la corrupción que crece en todos los niveles del aparato administrativo y político generado por la pandilla revolucionaria desde su inicio, hasta este precario presente.
Más allá de los muchos mitos consagrados por una propaganda capaz de crear desde 20 000 muertos que nunca nacieron, hasta santos uniformados de escobilla, el fin de los desalojos y el fin de la prostitución, son los mitos mejor consagrados de la pandilla armada verdeolivo. Junto con la salud pública y la educación gratuitas, son la ópera prima más acabada del ilusionismo político en los últimos tiempos.
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