Por Arnaldo Ramos Lauzurique.
No vale la pena referirse a los llamados Lineamientos, presentados en el Sexto Congreso del Partido Comunista, en abril de 2011, pues constituyen una aburrida melopea en la que nadie cree. En cambio, sí es interesante describir la historia del fracaso que, sin lugar a dudas, generarán.
Los descalabros empezaron ya desde 1959, cuando ninguna de las expectativas económicas del régimen se cumplió.
En primer término hay que revelar que el saldo de exportaciones e importaciones de bienes ha sido deficitario en cada uno de estos 54 años, que la deuda externa total, que apenas llegaba a 290 millones de dólares en 1958, ascendió a 59.000 millones en 2010, y que si no ha crecido mucho desde entonces es por la baja confiabilidad internacional del régimen, ya que solamente Venezuela se ha atrevido a invertir recursos en ese saco roto. También el saldo en cuenta corriente ha sido por lo general negativo.
El oneroso impuesto de circulación y ventas, que grava abusivamente los productos que consume la población, pasó de 5.218 millones de pesos en 1985 y no ha dejado de crecer hasta alcanzar los 15.602 millones en 2012, lo cual representó el 33% de los ingresos al presupuesto y el 56% de la circulación mercantil minorista. El "generoso" régimen proclamó que en 2013 subsidió la canasta familiar, es decir el racionamiento, en 2.123 millones de pesos, mientras la población subsidiaba al Estado en más 16 mil millones en base al ya mencionado impuesto de circulación.
Una primera etapa, desde 1959 a 1966, contemplaba que el país superaría a Latinoamérica en la producción per cápita industrial, gracias a las ideas de industrialización de Ernesto Guevara. La producción de azúcar, que fue de 6.039 miles de toneladas en 1959, tuvo un repunte en 1961 con 6,9 millones, pero se redujo en los siguientes años del quinquenio y solo alcanzó 3,9 millones en 1963. Es de destacar que en 1962 se implantó la cartilla de racionamiento, que más de 50 años después se mantiene, constituyendo un record mundial histórico.
Para 1966-70 Fidel Castro concibió como estrategia llegar a producir 10 millones de toneladas de azúcar en 1970, con una programación anual desde 1965 que preveía un volumen total para esos seis años de 47 millones, pero solo se alcanzaron 35,6; y a pesar de que en ninguno de esos años se cumplió el plan, el señor Castro persistió en mantener la meta de 10 millones para 1970, lográndose solo 8,5 millones con graves trastornos para el resto de la economía.
El ya olvidado Osvaldo Dorticós Torrado, presidente de la República y de la Junta Central de Planificación —actual Ministerio de Economía y Planificación—, caracterizó la situación que se creó de la siguiente forma: "Lo peor desde luego en 1970 no fue siquiera el revés que significó el no tener la meta de 10 millones de toneladas de azúcar. Diría que lo peor tal vez —aunque desde el punto de vista político esto fuera lo más subrayable— desde el punto de vista estrictamente económico, lo peor fue la afectación que se produjo en el país a todas las actividades económicas de las ramas y sectores de la economía, a excepción de la rama azucarera". Baste decir que el desabastecimiento produjo un crecimiento descontrolado del dinero en circulación, de 574 millones de pesos en 1965 a 3.478 millones en 1971, lo cual provocó el incremento de la bolsa negra, que se enraizó en el país.
Entre los incumplimientos de esa etapa está el del incremento del ganado vacuno que se preveía elevar en un 18%, para lograr 8 millones en 1970, pero solo se llegó a 5,6 millones. A partir de 1965 se pretendió cuadruplicar la producción de leche, pero nada más se incrementó en un 56%, llegando a 591,3 miles de toneladas.
El quinquenio 1971-75 fue una etapa de repliegue ante los desastres del anterior período, con un acercamiento a las posiciones ortodoxas de la Unión Soviética, lo cual produjo una reconsideración de las relaciones mercantiles en la economía. La producción azucarera logró una cierta estabilidad de entre 6 y 6,4 millones de toneladas y el incremento de la "generosa" subvención soviética permitió superar el bache del período anterior, ya que pagó la libra de azúcar de 6,11 centavos en 1972 a 30,40 en 1975, muy por encima del mercado mundial.
El quinquenio 1976-80 fue la época más estable de la economía cubana, cuando Fidel Castro tuvo que inclinar a regañadientes su cabeza ante la hegemonía soviética implantando una conservadora reforma, que permitió recibir cuantiosos recursos de ese país y del llamado campo socialista. Pese a esa considerable ayuda, hubo notables incumplimientos en la industria y la agricultura: se previeron 5 millones de toneladas de cemento y solo se llegó a 2,8; de 350 mil toneladas de capturas pesqueras planificadas únicamente se lograron 186,5; de 1,5 millones de toneladas de cítricos el promedio fue de 287,4. En viandas y hortalizas se pretendió llegar a 1,5 millones de toneladas y el real fue de menos de 1,2; incumpliéndose también el plan de producción de huevos. Pese a esos incumplimientos esa fue la etapa más estable que el régimen había logrado hasta ese momento.
En 1981-85 los resultados fueron mejores pero a costa de un incremento notable del endeudamiento externo, que obligó a su refinanciamiento en el área de moneda libremente convertible desde finales de 1982 y también en 1984 y 1985; así como la elevación de las inversiones en proceso, muchas de las cuales nunca se concluyeron.
A partir de 1986 Fidel Castro tomó desquite después de verse obligado a ceder en su alocada carrera de desaciertos e implantó el llamado Proceso de Rectificación de Errores y Tendencias Negativas. No vale la pena ocuparse de lo que ocurrió después ya que a partir de 1990 desapareció el llamado campo socialista y se desintegró la Unión Soviética, quedándose el régimen sin su apuntalamiento. Todo ello obligó a realizar concesiones, ya que la situación era desesperada. Solo se puede agregar que de los objetivos trazados en la Resolución Económica del V Congreso del PCC en 1997, ni uno solo se había cumplido 13 años después, cuando se convocó en 2010 al VI Congreso.
Faltando dos años para que concluya el presente quinquenio, se puede asegurar que los principales objetivos económicos no se cumplirán. Se trazó un crecimiento promedio anual de un 5,1% del PIB a precios comparables de 1997 y lo planificado en los cuatro primeros años oscila entre 2,2 y 3,6; pero lo más significativo resulta que en los tres primeros años esos modestos planes no se cumplieron y si en 2014 se lograra el 2,2% previsto, en 2015 la economía tendría que crecer nada menos que en un 15,4% para satisfacer los planes del quinquenio, algo que no tiene precedentes mundiales, aunque eso tampoco compensaría las penurias de los años precedentes. En estos años la industria azucarera ha continuado deprimida, y las principales producciones agrícolas han decrecido o se han estancado. Todo ello obligó a incrementar la importación de alimentos, elevándose el déficit comercial de bienes y empeorando la situación financiera del país.
El estado de opinión generalizado, al contrario de lo que proclaman los medios oficiales, es de un completo rechazo al régimen; solo falta pasar de la opinión a la acción.
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