Por Angel Tomás González.
Pepe Ortega, de 83 años, era uno de los barrenderos que durante la madrugada del 10 de marzo de 1952 se ocupaba de limpiar el manto de serpentinas y confetis del último desfile de carnaval en la avenida del Paseo del Prado, en el municipio capitalino de Centro Habana. A día de hoy recuerda que la piel se le erizó cuando le llegó el ulular de sirenas de coches policiales. El mal presagio se hizo realidad cuando un agente de recorrido, después de hablar por el teléfono del vehículo, le dijo: «El hombre se metió en Columbia [el mayor cuartel militar que existía entonces en la capital cubana]».
El general Fulgencio Batista, que había sido presidente de la isla en los años 40, había tomado el poder con el apoyo del ejército y la policía. A partir de entonces Cuba padeció hasta el año 1959 -cuando triunfó la revolución liderada por Fidel Castro- la más cruel dictadura en su historia.
El dictador Batista tenía el apoyo de Washington, por lo que Pepe Ortega aún manifiesta recelos por el reciente restablecimiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos. «Ellos siempre van a intentar torcerle el rumbo a este país», afirma Pepe Ortega.
La primera medida tomada por el Gobierno Revolucionario, el 9 de enero de 1959, fue la solicitud al Gobierno norteamericano de la extradición de Rolando Masferrer Rojas y Julio Laurent, dos altos oficiales de las fuerzas del Gobierno de Batista, reclamados como criminales de guerra y con causas pendientes con la justicia cubana. Esta y otras reclamaciones posteriores fueron desoídas por Washington. En ese mismo mes de enero se solicitó al Gobierno norteamericano la salida inmediata de los miembros de las misiones militares estacionados en el campamento de Columbia (hoy Ciudad Libertad) y que actuaban como asesores en las ramas de ejército, aérea y naval del ejército de la dictadura de Batista.
Primeras conversaciones secretas
Fidel Castro, que entonces tenía el cargo de primer ministro del Gobierno Revolucionario, visitó Estados Unidos, donde se entrevistó con el entonces vicepresidente Richard Nixon. Al concluir la entrevista, Nixon escribió un memorándum en el que alegaba que Castro «se mostró increíblemente ingenuo con relación a la amenaza comunista y pareció no tener miedo alguno de que los comunistas pudieran llegar eventualmente al poder en Cuba».
El presidente Ford, en enero de 1975, aprobó las primeras conversaciones secretas sostenidas entre Cuba y Estados Unidos. El primer encuentro se celebró el día 11 enero de 1975 en una cafetería del aeropuerto de La Guardia en Nueva York.
La hostilidad, que se transformaría en una relación verdaderamente conflictiva, se desató completamente al publicarse la Ley de Reforma Agraria, el 17 de mayo de 1959, al haber sido expropiadas tierras que pertenecían a ciudadanos de Estados Unidos.
Pero el momento álgido del conflicto entre Cuba y Estados Unidos ocurrió cuando por iniciativa del Gobierno soviético de Nikita Jruschov se instalaron cohetes nucleares en Cuba durante el año 1962 que fueron detectados por aviones militares estadounidenses que trasgredían el espacio aéreo cubano.
Moscú había tomado la decisión de instalar esas ojivas nucleares en Cuba como contramedida a la ubicación de cohetes nucleares de Estados Unidos en Turquía. El alegato de Cuba a favor de la posesión de cohetes nucleares se justificaba en que aviones militares de Estados Unidos trasgredían regularmente el espacio aéreo cubano.
Los Gobiernos de Estados Unidos y la Unión Soviética sostuvieron conversaciones en torno a esta crisis y acordaron retirar cohetes de Turquía y Cuba. Pero Fidel Castro impugnó el retiro de estos cohetes nucleares alegando que Moscú no había negociado con Estados Unidos un pacto de no acometer una agresión militar contra Cuba.
Por lo pronto ahora los cubanos están a la espera del desembarco turístico de los yumas como llaman en la calle a los estadounidenses. Cuando ello ocurra se desatará la cacería del dólar
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