lunes, 6 de julio de 2015

Producción sin calidad.

Por Juliet Michelena Diaz.

En tiempos difíciles no es sorprendente que el sacrificio esté atravesando dificultades también; sin embargo, cuando no existen personas capaces de consagrase por ayudar a otros; todo resulta peor; hace tiempo se perdió la mentalidad “me esforzare por hacerlo mejora”.

En muchas de las panaderías-dulcerías de venta en cup (moneda nacional) de la Habana, sus productos son elaborados con una pésima calidad a pesar de tener las materias primas necesarias para confeccionarlos con una mejor calidad.

En ello influyen varias situaciones, pero en particular el hecho de que el trabajador -vinculado con la producción- no tiene el estímulo económico que sea equitativo con su esfuerzo laboral, aunque exista el compromiso de la administración de hacerlo mejor cada día.

Ejemplo de esto es la panadería-dulcería “El Triunfo”, ubicada en la Calzada de San Miguel, entre 1ra. y 2da., Reparto Afán, en el capitalino municipio de San Miguel del Padrón; que ofrece a la venta dulces, que carecen de algún componente o que están mal elaborados.

Muchos clientes se quejan en el mostrador del lugar, pero la mayoría de las veces reciben repuestas evasivas por parte de las dependientas, quienes refieren que a ellas se les paga por despachar y el mismo salario siempre aunque no vendan nada. Cuando algún cliente insiste en las quejas, les dicen que se dirijan al administrador quien casi nunca permanece en la unidad.

Yanisladys González una cliente, que había encargado un cake para el cumpleaños de su hija, al irlo a recoger, de forma muy simple le dijeron que no le habían hecho el encargo; que fuera otro día a ver si lograba ver al administrador. Al día siguiente logró hablar con el representante de esa Unidad y lo que hizo fue darle un vale para la semana siguiente, después del cumpleaños.

Sin otro remedio, espero el tiempo requerido y cuando fue a buscarlo se lo dieron estropeado y mal elaborado. Ella al ver la pésima calidad del dulce, se quejó y la respuesta que obtuvo fue que era lo único que había y si no lo quería que lo dejara.

La muchacha –indignada- no tuvo más remedio que contratar los servicios de un dulcero particular, porque no podía seguir retrasando más tiempo el cumpleaños de su hija.

Esta desidia y mal trato, son los que caracterizan el servicio en todo el país y de manera desafortunada el cubano se tiene que adaptar a ello.

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