jueves, 6 de julio de 2017

Comercio con trucos.

Por Eduardo Martínez Rodríguez.

Cerca de donde estaciono regularmente mi carro, hay una Tienda Panamericana que observo por horas, cada día, mientras espero clientes. Dicha tienda tiene cuatro secciones que ofertan, en moneda convertible, diversos artículos. La primera, bisutería, por un precio que ya casi nunca es un cuc. La segunda oferta comestibles. La tercera, que es la más pequeña, artículos de limpieza y aseo, cosméticos, algo de ropa, y de cuando en cuando, zapatos. La cuarta ofrece alimentos confeccionados, refrescos, cervezas y cigarrillos.

La empleomanía de la tienda es toda joven. Cada cierto tiempo se ven nuevas caras.

Tienen relativamente altos ingreso quienes laboran allí y no precisamente provenientes de los salarios o de las propinas de centavos, que algunos compradores dejan a las cajeras, sino de los trucos que emplean impunemente.

El administrador, que es militante del Partido Comunista y fue asignado al lugar debido supuestamente a sus méritos, hoy se mueve en un Lada que dice le costó 14 000 cuc a pesar de tener veinte años de uso.

Desde mi puesto de observación, veo llegar camiones de CIMEX (aunque todas las tiendas han pasado a las FAR, CIMEX continúa siendo su principal abastecedor de bienes, generalmente importados, de baja calidad y muy caros). Usualmente acarrean productos enviados por los almacenes centrales, pero en ocasiones los choferes llevan más de lo oficialmente registrado, lo cual venderán directamente en efectivo a los empleados sin que quede ningún tipo de registro. Es una transacción por la izquierda. ¿De dónde salen las mercancías? Pues de los mismos almacenes del Estado, robadas por los almaceneros en contubernio o no con los jefes.

Estos productos llegados por la izquierda -a veces la carga entera del camión- se colocarán en los anaqueles y se venderán al mismo precio de los llegados por la derecha. El dinero recaudado irá a parar a los bolsillos de los tenderos y jefes inmediatos.

Conocí de una vivienda-almacén, que no era visible desde la calle, donde los camiones provenientes del interior del país con latas de cerveza Bucanero o Cristal dejaban su carga completa y retornaban vacíos. Los choferes traían hasta sus correspondientes hojas de ruta sin errores. Unos minutos después de haberse marchado el camión, comenzaban a llegar autos, donde cargaban las cajas de latas de cerveza por decenas. El cargamento desaparecía en un par de horas.

Este tipo de negocio es enorme en especial en los días festivos. Los dependientes siempre venderán las cervezas ilegales primero. Es un mecanismo muy bien organizado.

Esta tienda de la cual les he contado tiene una alta cerca, alarmas electrónicas y ningún extraño es autorizado a pasar a su interior.

Las auditorias y visitas de inspectores se recogen en el plan de trabajo mensual y su calendario se coloca en los murales, junto a las efemérides. Son bien pagadas las fuentes que avisan oportunamente las visitas de los inspectores, que se supone sean sorpresivas.

En esta tienda y otros establecimientos se venden productos que se consignan en los documentos contables como deteriorados, en merma total, o vencidos, y se venden por su precio original en los anaqueles sin anuncios de ningún tipo para alertar sobre su estado.

En una ocasión, mi esposa y yo fuimos a la tienda por departamentos Almacenes Ultra con la intención de adquirir un cochecito de bebé. Encontramos uno a un precio de 174 cuc, lo cual nos pareció exagerado y sospechoso. Visitamos otras tiendas y en una muy cercana hallamos uno, exactamente el mismo modelo, tamaño, color y marca a solo 74 cuc. No era una rebaja: en Ultra el precio estaba adulterado en 100 cuc.

Un amigo, experto en informática, quien controlaba centralmente las ventas en las tiendas, renunció, asustado por el monto de los robos y malversaciones que tenía que encubrir.

Si la policía tiene dudas o quiere pruebas, cerca de las tiendas deberían estacionar un auto sin marcas y expertos de civil con cámaras como lo hacen para reprimir a los disidentes. Podrán comprobar los movimientos de ingresos al almacén, así como las cargas que ingresan en autos privados o monitorear la salida de los empleados y precisar cuáles son sus cargas, las cargas de los autos que ingresan al perímetro e incluso que se quedan fuera, las cajas que se esfuman con productos deficitarios y de muy alta demanda que irán al mercado negro, a precios más altos que los oficiales.

En las tiendas y comercios en moneda nacional, el movimiento de efectivo es mucho menor, la oferta de productos mucho más escasa y de peor calidad, pero también ocurren irregularidades.

Cuando llega el pollo a la carnicería, el carnicero compra al carrero más material del que le toca para vendérselo a un precio mucho mayor a algunos clientes de confianza. También restan onzas aquí y allá, modifican las pesas, etc.

En el sector privado, los negocios llevan casi todos dos libros de contabilidad: uno para las autoridades y el fisco, y otro, el real, privado y muy secreto.

En muchos paladares, los dueños regalan comisiones de hasta diez cuc a los acarreadores de comensales. Esta forma de incentivar la asistencia sucede muy discretamente también en algunos restaurantes estatales.

En algunas paladares proponen verbalmente productos prohibidos, como la carne de res o langosta, a precios exorbitantes que solo pueden pagar unos pocos turistas.

Recuerdo, cuando era guía de turistas, cómo en una ocasión, un promotor de un restaurante privado en la Ciénaga de Zapata ofertaba carne de cocodrilo a la parrilla, venado asado, manatí frito, caguama en salsa, manjuarí grillé y aves exóticas bien sazonadas. Todas especies protegidas y en vías de extinción. No asistí, aunque los turistas insistían en ir. De ser sorprendido allí con tales manjares, hubiera perdido mi empleo. Los dueños sabían que de ser descubiertos, pararían en la cárcel, pero la necesidad hace al cubano hablar en chino, por señas, y hasta debajo del agua.

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