Por Alberto Roteta Dorado.
Los cantautores: Pablo Milanés, Vicente Feliú, Silvio Rodríguez y el tirano Fidel Castro.
Retomemos la respuesta de Silvio Rodríguez en la que se refiere a los supuestos “logros” de la política de la enseñanza artística de Cuba:
"Promociones nuevas de egresados de las escuelas de arte forman orquestas, grupos de cámara, tocando y asombrando a cuantos pasan por aquí, ganando becas que otorgan instituciones y gentes solidarias. Piedras preciosas que relucen en nuestra pobreza, gracias a la política de enseñanza artística que inauguró la Revolución hace 60 años”.
¿A qué política de enseñanza artística promocionada por la revolución cubana hace mención Silvio Rodríguez? ¿Acaso desconoce de la existencia de múltiples academias de música, conservatorios y profesores de música, danza, actuación, pintura y escultura antes de 1959? No lo creo. Rodríguez podrá ser dogmático y simpatizante del castrismo – suponiendo que sea cierto y no por conveniencia–; pero no es un ignorante. Recordemos que en La Habana, en la década del veinte del pasado siglo, había dos orquestas sinfónicas, la Orquesta Sinfónica y la Orquesta Filarmónica, cuyos integrantes tenían la formación necesaria para asumir las más exigentes partituras de un repertorio que abarcaba desde los grandes clásicos hasta las obras contemporáneas. ¿Dónde se formaron?
La historia del ballet cubano con la emblemática bailarina Alicia Alonso no comienza con la revolución castrista del 59; sino mucho antes. La Alonso ya era una celebridad antes de que Castro tomara el poder. Téngase presente la labor de la Sociedad Pro-Arte Musical, institución que después de 1959 fue catalogada de manera despectiva por los sensores de la cultura cubana como una sociedad para la élite burguesa.
Luego la entrevista alcanza su clímax cuando el periodista le precisa: ¿Qué piensa de la ola de derecha reaccionaria que triunfa actualmente en América? Es una corriente mundial, pero tenemos los fenómenos de masas de Bukele, Milei, puede que Trump en unos meses…
¿”En América? ¿Y qué me dice de Europa"? Responde Silvio utilizando como recurso la mayéutica socrática. De nuevo el trovador se escuda en la idea de la pandemia (Covid-19, declaración de estado de emergencia en enero de 2020, declaración de pandemia en marzo del propio año, fin de la pandemia en mayo de 2023) y de las dos guerras (Rusia-Ucrania e Israel-Palestina), lo que, según su opinión, provocó un retroceso económico en todas partes, y que ahora, se agrava por las dos guerras. No obstante, carga contra la derecha – ya el periodista le había dado el "pie forzado" al referirse a la derecha como una ola reaccionaria– al responsabilizarla de culpar a los gobiernos “progresistas” ante la debacle económica. "Por eso levanta cabeza un neofascismo", afirma Rodríguez para estar a tono con el disparate periodístico de la ola de derecha reaccionaria en América Latina.
La situación sociopolítica en América Latina se comporta de una manera oscilante, como si siguiera ciertas leyes divinas relacionadas con los grandes ciclos de alternancia que tienen lugar en el universo. En una misma nación sale victorioso un candidato de derecha y para el siguiente mandato se posesiona uno de izquierda. La persistencia de regímenes totalitarios de extrema izquierda como los que se mantienen en Cuba, Nicaragua y Venezuela, o como los que existieron en Argentina, Ecuador, Brasil, Bolivia y Chile han dañado sobremanera la imagen de la región.
No es que la pandemia y las guerras desaten la pobreza y la extrema pobreza en estas naciones. La pobreza ha estado presente per se y los latinoamericanos inmersos en su ignorancia, fanatismo e incultura política eligen mal. El reciente caso del retroceso de Brasil al socialismo con la toma del poder por Lula da Silva, un expresidiario y acérrimo defensor de las ideas socialistas, es un ejemplo en este sentido, sin olvidar la mala elección de los colombianos para entregar el país a un ser como Gustavo Petro con un amplio historial criminal en sus espaldas.
Este eterno fracaso latinoamericano no es nada nuevo. Desde los lejanos tiempos de Simón Bolívar ya se hace referencia, con un pesimismo sinigual, a esta imposibilidad de progreso en la región. En carta a Juan José Flores, el famoso político venezolano que llegó a ser primer presidente de la República del Ecuador, Simón Bolívar expresó:
"Usted sabe que yo he mandado veinte años y de ellos no he sacado más que pocos resultados ciertos: 1º) La América es ingobernable para nosotros. 2º) El que sirve una revolución ara en el mar. 3º) La única cosa que se puede hacer en América es emigrar. 4º) Este país caerá infaliblemente en manos de la multitud desenfrenada, para después pasar a tiranuelos casi imperceptibles, de todos colores y razas. 5º) devorados por todos los crímenes y extinguidos por la ferocidad, los europeos no se dignarán conquistarnos. 6º) Si fuera posible que una parte del mundo volviera al caos primitivo, éste sería el último periodo de la América… (Latina)”.
Ya muchas de las naciones eran extremadamente pobres antes de la pandemia y de las guerras. No se trata de culpar los grandes sucesos de relieve mundial, sino de ahondar en la verdadera causa de los males del continente. En este sentido merecen ser citadas las palabras del Nobel de literatura Mario Vargas Llosa, para quien “los problemas de América Latina tienen solución”, aunque sea difícil ante las malas elecciones de los latinoamericanos:
"Creo que todos ellos tienen una solución siempre y cuando la mayoría de los latinoamericanos acepte una realidad, una realidad que en el campo político significa que hay un sólo modelo de desarrollo, que no hay varios modelos como ocurría cuando yo era niño, hay uno sólo que es el que tiene éxito, que es el de los países que han prosperado y todos los otros han fallado tanto que han sido enterrados, salvo quizás en América Latina” (...) “todavía hablamos de una revolución socialista, todavía hay la idea de que una revolución puede resolver problemas en América Latina, como si los ejemplos en Cuba, en Venezuela, en Nicaragua no fueran lo suficientemente claros”.
Sin embargo, para Rodríguez, fiel al castrismo con sus continuidades y creatividades, la idea es bien diferente. Prefiere, como los mandatarios de la isla, ver en el fantasma del enemigo imperial la causa de todos los males del mundo, y de manera particular, los de la región, y como es lógico, los de una nación destruida, no por pandemias ni guerras, sino por la ineficacia de un modelo económico que jamás ha funcionado en ninguna parte del mundo, lo que lamentablemente, no es percibido por muchas naciones, incluidas algunas de Europa, que se empeñan en revivir el socialismo, independientemente de que resulte demostrable su condición de sistema fallido para el desarrollo de cualquier país.
El autor de Canción del elegido sigue divagando sin reconocer la causa real del desastre de la economía cubana. Para esto retoma la idea de la dominación imperial: "Pero es obvio que hay una guerra mundial por la dominación económica. Los viejos imperios sienten su decadencia y se están batiendo con todo lo que tienen: la industria armamentística y la propaganda a todo trapo. Cero espacio para China y para Rusia; el mercado y la mente del mundo seguirán siendo nuestros o no serán de nadie. Es decir, la primitiva lucha por la supremacía: la ley del más fuerte”.
Y cuando crees que ya has visto, leído o escuchado todo, afirma que admira a Pablo Iglesias por su "lucidez radical". Para aquellos que no están familiarizados con la política española, es conveniente precisar que Pablo Iglesias, fue, por desgracia, vicepresidente durante la mayor parte del mandato anterior de Pedro Sánchez, quien se mantiene aún en el poder. Pablo Iglesias procede de un movimiento político llamado Unidas Podemos, conocido de manera más simplificada como Podemos, partido de extrema izquierda con el que tuvo que pactar Pedro Sánchez, del Partido Socialista Obrero Español, PSOE, para formar gobierno durante el mandato anterior.
Actualmente la formación morada, como también se le conoce ha quedado reducido a la nada: "se fue prácticamente al carajo" según afirmó el periodista – los españoles como siempre tan "refinados" en su expresión–. Los planes ambiciosos de la Ministra de Trabajo, la comunista Yolanda Díaz, contribuyeron, con la presencia de SUMAR, donde se reúne lo más "ejemplar" de la escoria de la izquierda española, al debilitamiento y desmembramiento de Podemos.
Así las cosas, entre comunistas criminales se entienden y se desentienden. Tal vez por esto, y por otras cosas, Silvio Rodríguez es capaz de admirar esa "lucidez radical" de Pablo Iglesias, cuya lucidez lo ha llevado a administrar un bar en Madrid después de dar unas cuantas vueltas, una vez que renunciara a la vicepresidencia del Gobierno.
Silvio Rodríguez es la personificación de una decadencia que experimenta la otrora próspera nación cubana, decadencia que se manifiesta no solo por su terrible situación económica – de las peores del continente americano y del mundo–; sino en lo ético, lo moral y lo social.
Debe ser triste tener que presentarse guitarra en mano ante los pobladores pobres e ignorantes de los barrios marginales de algunos suburbios habaneros, o cantar para prisioneros de las cárceles cubanas después de haber tenido una exitosa etapa en la que llenaba los grandes escenarios de países como Chile, Argentina, México o Brasil. Esta es la realidad de este personaje por el que aún algún periodista de España aún se interesa.
Atrás quedaron los coros de las multitudes que entonaron "ojalá que las hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan, para que no las puedas convertir en cristal, Ojalá que la lluvia deje de ser milagro que baja por tu cuerpo". También quedaron atrás esos "ideales" de una época en la que algunos sintieron admiración por supuestos líderes del mal llamado progresismo y que el viejo trovador, ahora en el olvido, pretende despertar para una generación que sabe con certeza que no quiere nada que se parezca al comunismo.
Su última presentación en España, en WiZink Center, en octubre de 2021, "con el pabellón lleno y las entradas agotadas", fue organizada por movimientos de izquierda de este país. Lo de las entradas agotadas no debe sorprendernos si tenemos en cuenta que en España la izquierda se propaga, cual maléfica plaga, independientemente que dichas organizaciones se encargaran de asumir el pago de centenares de entradas al famoso Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid, en el barrio de Goya (distrito Salamanca) de la ciudad española de Madrid.
De ahí que la prensa por aquellos días afirmara que "los asistentes participaron desde el inicio con gritos de Viva Cuba o Abajo el bloqueo, algo muy sui generis entre los aberrados simpatizantes del comunismo. En la calle se reunieron otros cientos de personas con pancartas que decían "Cuba pide democracia y libertad" y con consignas de: "Madrid, en Cuba el arte se censura", “Viva Cuba Libre” o "Patria y Vida".
las cosas, y como ya dijo el propio autor de Unicornio: "yo no podría vivir de otra forma". De modo que seguirá aferrado a esos "ideales" que ya muchos perdieron, cantando entre prisioneros y marginados. Se lo merece.
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