Por Rogelio Fabio Hurtado.
Llegó 2010 y aquí no ha pasado nada. La desganada bodeguera de siempre nos hizo entrega de la nueva Libreta de Abastecimientos idéntica a la vieja. Excepto por que ya somos todos un año más viejos, el cuartico está igualito, con las mismas goteras y estrecheces habituales. El mono-propietario nos había insinuado que algunas novedades tendrían lugar, pero de eso nada. Al cabo de 50 años de equivocaciones aplaudidas como aciertos, ahora se nos presenta a no equivocarse y para estar seguro de lograrlo opta por no hacer absolutamente nada.
En 1923, Rusia atravesaba por un momento crítico, Lenin estaba a punto de morir y aún se debatía el poder entre Stalin y Trotsky. Entonces este publicó en el periódico Pravda un artículo titulado 'Composición social del Partido' del que copiaré algunos párrafos.
Decía Trotsky, refiriéndose a los miembros del Comité Central partidarios de no cambiar absolutamente nada: “Los partidarios del 'viejo curso' que votan la resolución del comité central con la convicción de que todo seguirá igual que antes razonan más o menos así: 'Observen como, apenas comenzamos a levantar la tapa de nuestro aparato, súbitamente comienzan a manifestarse en el partido tendencias de todo tipo que tratan de agruparse; por lo tanto, es preciso poner rápidamente la tapa y cerrar herméticamente la olla'.¿No les parece familiar ese razonamiento?"
Stalin, quien era entonces uno de los integrantes del triunvirato que sustituía temporalmente a Lenin, apostaba por fortalecer el aparato, en detrimento del resto del Partido, que debía someterse y acatar sin chistar las directivas emanadas de arriba. Trotsky calificaba esto de "burocratismo, y que significaría esterilizar ideológica y políticamente al Partido". Desgraciadamente, sabemos de sobra quien ganó pírricamente este debate.
Acerca de la inveterada práctica de suprimir todo cuestionamiento crítico a las directivas emanadas del aparato, también alertó entonces Leon Trotsky " … Es preciso que los órganos dirigentes del Partido escuchen la opinión de las masas, no consideren a toda crítica como una manifestación del espíritu fraccionista y no impulsen así a comunistas conscientes y disciplinados a guardar sistemáticamente silencio o a constituirse en fracciones."
Para aplicar estas recomendaciones a nuestra realidad actual hay que tener presente que esas manifestaciones, entonces incipientes, se convirtieron en normas invariables durante el estalinismo y que, con ese prestigio se han impuesto entre nosotros como hábitos inseparables del llamado Socialismo. Por facilitar el uso y el abuso de poder, quienes detentan este, no se han sensibilizado jamás ni advertido el creciente daño que significan. Se ha vuelto parte de la normalidad "socialista" que a todos los niveles los funcionarios tanto administrativos como políticos reaccionen con agresividad frente a cualquier cuestionamiento. Esto le da luz verde al oportunismo, generaliza la unanimidad por indiferencia y socializa la apatía.
En la desmerengada URSS se patentizó como modus vivendi y por muchas décadas parecía hasta natural, hasta que todo se vino abajo. Los medios oficiales cubanos han culpado al "traidor Gorbachov" porque no se atreven a desentrañar las causas profundas y reales del desastre.
Las semejanzas entre nuestra versión y el entonces llamado Socialismo Real son tantas que fatigaría enumerarlas. A lo largo de la década del 70, el copismo y la invasión de asesores soviéticos fue inenarrable. Baste decir que se le cambiaron los nombres a los ministerios (Comité) y que impusieron planes de estudio tanto en el arte como en el deporte, sobre todo en el Boxeo. Se legisló represivamente para suprimir todo diversionismo ideológico. Realmente, ni siquiera se ha hecho una revisión crítica de fondo respecto a aquella etapa, obviamente porque eso implicaría poner en evidencia los errores supremos.
Al largo periodo de Leonid Brehzniev al frente de la URSS, hoy se le llama Inmovilismo. ¿Cómo llamarán dentro de una década al que vivimos hoy en Cuba?
0 comments:
Publicar un comentario