Por José Hugo Fernández.
El mensaje no pudo ser más directo, ni más claro su apremio: José Ramón Machado Ventura, uno de los mayorcitos dentro de la geriatrocracia que domina en Cuba, y además el más citado como ejemplo de dogmático y retrógrado, presidió hace pocos días, en Villa Clara, la Reunión de Balance de la Unión de Jóvenes Comunistas, preparatoria para el IX Congreso de esta organización.
Como era de esperar, allí fue empinada otra vez la chiringa del joven relevo, que está listo, dijeron, y que ya lo tenemos al doblar de la esquina con sus aires renovadores.
El propio Machado Ventura, nadie menos, criticó de mal talante a quienes insisten en que no abundan aquí los jóvenes con la formación y sobre todo con la disposición suficientes para ocupar cargos claves en las altas esferas del país. "Esta es una juventud fuerte, preparada, con condiciones para poder darle continuidad al proceso revolucionario, en las actuales y futuras condiciones", enfatizó.
Y de algún modo tiene razón. Por lo que no resulta conveniente llamarnos a engaño.
Cuando por fin lo decidan, o sea, cuando no les quede otro remedio, a ellos no les resultará difícil hallar jóvenes prestos e incluso entusiasmados para el inicio de un cierto proceso de sustituciones. Será una escalada compleja, tal vez traumática, y sólo el diablo sabe cómo y de qué manera la cocinarán nuestros caciques desde sus respectivos feudos, particularmente, y desde su búnker ideológico en general.
Pero sería demasiado ingenuo creer que no se están preparando para la ocasión, que no la prevén, y que no disponen ya de su lista de jóvenes promesas.
Otro asunto, bien distinto, es quiénes son esos jóvenes, de dónde proceden y cuáles podrían ser sus reales factibilidades para el éxito en la Cuba actual, con la economía en ruinas y la moral en cuarentena, con retahíla de viejos y nuevos problemas, la mayoría insolubles a corto plazo, con el desaliento, el recelo y la abulia comiéndonos a todos por una pata, y con el grueso de las estructuras socioculturales hecha añicos luego del azote de un ciclón totalitario de más de medio siglo.
Porque serán idóneos según el criterio del régimen, se impone sospechar que estos jóvenes prospectos no lo sean para enfrentar nuestras dificultades presentes y futuras.
Seguramente proceden de la alta y media burguesía cubana de nuevo cuño, una suerte de burbuja zootécnica que exhibe hoy lo más rancio, hipócrita, agresivo e indolente de la cosecha patria, dentro de una gama idiosincrática que va desde el estalinismo y el trotskismo más feroces hasta el progresismo más frívolo y cínico, sin dejar a un lado el violento misticismo guevariano, el fidelismo de intolerancia y trinchera, o la variante gorilo-chavista de democracia adocenada.
Nada nos gustaría tanto como negar en redondo la posibilidad de que por su impresentable facha, esta flamante clase política de la Isla termine llevándose el gato al agua. Nada nos permitiría dormir más tranquilos en estas noches de fría zozobra que tirar el asunto a chanza pensando que su oportunidad quedará congelada hasta que la rana críe pelos. Pero nada debiera sorprendernos menos que la confirmación de que, en efecto, están listos y a punto de agarrar el mazo.
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