martes, 19 de enero de 2010

Najasa (prosa con prisa).

Por Joaquín Estrada Montalván.

El municipio de Najasa está ubicado al sureste de la provincia de Camagüey, fue creado el 10 de octubre de 1976.  Cuenta con 901.4 Km2 de extensión superficial y una población de 16 089 habitantes; de ellos en la zona urbana, 2880; y en la rural 13 290 habitantes, lo que arroja una densidad poblacional de 17.8 habitantes/km2. Limita al norte con Jimaguayú y Sibanicú; al este con Sibanicú, Guáimaro y “Amancio Rodríguez”; con este último y con Santa Cruz del Sur al sur; y al oeste con Vertientes.

Najasa es hoy un pueblo muerto debido a los fracasos de los megaproyectos de la revolución. En este municipio crearon la cuenca lechera y una planta para producir la zeolita, ambos intentos llegaron a ningún lugar y produjeron la ruina total del territorio.

Najasa, es lugar rico en historia, por ejemplo mencionando de paso en el siglo XIX: Gaspar Betancourt Cisneros, El Lugareño introdujo la pequeña parcela rural con trabajo libre, asalariado y con hombres instruídos, Rosa La Bayamesa fundó hospitales de campaña. Era zona de talleres artesanales mambises donde se producían zapatos, monturas, armas, etc. Enrique Loynaz del Castillo compuso, en la finca La Matilde, El Himno Invasor, …

Entre sus tesoros naturales se encuentra el bosque fósil …

Llegué al entronque de Najasa una mañana de septiembre de 1991, donde está el Jimbambay, luego de coger un par de botellas, iba con mis botas rusas, pitusa viejo de la yuma, camisa de mangas largas de caqui, sombrero de guano, mochila de la alfabetización y tabaco de la bodega, debajo del brazo un sobre amarillo reciclado con los papeles que me condenaban a pasar el servicio social en el municipio de Najasa, variante camagüeyana del pueblo de las maravillas de la fílmica Alicia.

Una guagua escolar destartalada, echando humo por casi todos los lados, con un chofer sin camisa lleno de grasa se detiene y me ofrece el último ride hacia el pueblo prometido, por el camino mientras metía y sacaba la mano del motor que quedaba al lado del timón, me preguntó qué hacía yo por esos lares; cuando le expliqué la misión que recién estaba iniciando se limpió las manos con un trapo que debió haber sido parte de una sábana blanca y se presentó como Bolanes, el director de Cultura Municipal; de esta manera se iniciaron los tiempos del Servicio Social que se extendió por algo más de un año, pero que recuerdo siempre con afecto del bueno.

A Najasa llegaba con cierta frecuencia la caravana de los 4×4 del Comandante, como le nombran a Guillermo García Frías, quien pasa  raudo y veloz por el pueblo a disfrutar de los excesos permitidos a los que dirigen al proletariado insular, en la zona que se conoce como el Coto de Caza de Belén o Area Protegida de Flora y Fauna. De todas maneras hace una breve parada en el Partido Municipal para recibir las reverencias de los dirigente locales.

Aunque no escasearon los conflictos con el director, el del sindicato … por los intentos fallidos de enviarme a construir refugios militares, o a construir cercas estilo voisan o quererme implicar en jornadas agrícolas de dos o tres semanas; recuerdo con satisfacción que doté a ese municipio del documento escrito más antiguo hallado hasta el día de hoy, que corresponde a 1729 y que trata de unas transacciones comerciales relacionadas con cacao (si la memoria no me falla), también encontré el primer asentamiento con material arqueológico que demuestra la presencia habitacional aborigen en una cueva en la sierra de Guaicanamar (hasta ese momento se conocían pictografías, pero no se habían hallado pruebas de sitio estable). Hice una investigación social-cultural en la comunidad de Revolico y diseñé un pequeño catálogo del museo.

Recuerdo con cariño que amé a una maestra que también andaba por esos lares cumpliendo su servicio social y nos enamoramos en nuestras idas y venidas en el guacamión (como yo le llamaba al híbrido de Kamaz con cabina para pasajeros en la parte de atraá, con un diseño que recordaba una guagua). Amigos recuerdo a un músico y un pintor todos en el servicio social. Tiene Najasa su poeta Miguel Andreá, y muchos otras personas buenas con las que compartí buenos ratos.

Mis amigos y familia también agradecen mi pequeño destierro najasense pues viajaba de vuelta con una jaba llena de tilapias provenientes de la presa de najasa, y que cada día le correspondía a alguien diferente que me iba a esperar a Ferro Omnibus para recojer su alimento tan escaso en aquellos tiempos del llamado período especial  en tiempo de paz.

He escrito estos recuerdos de prisa, pero con afecto tanto al lugar y al tiempo que estuve en Najasa, como al fraterno Ichikawa quien me ha pedido este testimonio hace menos de un par de horas.
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