Por Frank Correa.
A la caída del bloque socialista, que sustentaba la economía cubana, se implantó un periodo especial en la isla que trajo consigo inventivas y soluciones rápidas.
Así vemos como el Estado sustituyó la carne de res racionada por picadillo de soya. El yogurt de soya también se ganó un lugar, como el extracto de refresco, las croquetas del Mercomar, el cerelac. En el interior del país también la gente ayudó, incorporando a la mesa la jutía conga, la jicotea, la iguana, el cocodrilo y las ancas de rana.
La gente perdió la repulsión a las carnes de caballo, mulo y burro, cuando ya era delito consumirlas. El venado y el manatí fueron diezmados; el pez león desapareció de la escena. También la anguila de río, y las morenas.
Los gatos y los perros, que en ciertos países se consideran platos de lujo y en Cuba producen aversión, tuvieron una merma considerable en Jaimanitas en los años noventa, cuando Chingle y Coky se comieron muchos ejemplares. Sólo cuando fueron a parar a la prisión de Guanajay por el delito de robo con fuerza, otras vez mininos y canes gozaron de cierta tranquilidad en este poblado costero.
Algunas especies de pájaros, como el cernícalo, el totí, el sinsonte, la bijirita, hoy no se perdonan en los campos por los muchachos que las cazan con tirapiedras y trampas, y los borrachos de Jaimanitas acechan la desembocadura del río, esperando que aparezca flotando algún animal sacrificado a Oshún.
Hace poco se corrió la noticia de que en Gibara encontraron a un majá de Santa María con el largo y el peso récord para la especie. El campesino que lo halló se retrató junto al animal, lo exhibió durante el día y por la noche lo devolvió a su habitat, en los alrededores de su finca. Días después la piel del majá apareció cerca del río.
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