De economiacubana.blogspot.com
Un Informe elaborado por la Oficina Nacional de Estadística de Cuba (ONE) ha mostrado con datos que la construcción de viviendas por los individuos privados ha sido más eficaz que la correspondiente a las empresas estatales en 2010.
El asunto no es baladí, sobre todo si se tiene en cuenta que es la actividad estatal la más relevante, y hasta la publicación de los "lineamientos", la única que podía desarrollarse sin el temor a represalias o a sanciones en el marco de una economía intervenida, en la que la iniciativa privada se presume como un delito.
Según las estadísticas oficiales divulgadas, las construcciones "con el esfuerzo propio de la población' tuvieron un cumplimiento del 158,8% sobre el plan anual establecido para ese sector, mientras que el estatal no llegó a la meta fijada y cayó un 7,5% sobre lo previsto. O dicho de otro modo, las viviendas construidas por el estado apenas alcanzaron la cifra de 3.873 frente a las 22.777 terminadas por el denominado "esfuerzo propio", es decir, casi 7 veces más.
Pero si han sido negativos los resultados de la actividad estatal en este importante sector, peores fueron los resultados alcanzados con la modalidad de cooperativas que ''apenas rebasó la mitad de las casas nuevas previstas', según indican fuentes oficiales. Tampoco hay que restar importancia a este hecho, sobre todo si se tiene en cuenta la relevancia que otorgan los "Lineamientos" de Raúl Castro a las cooperativas en el sector de la construcción de viviendas. La experiencia real viene a confirmar que esta apuesta, de materializarse, deja mucho que desear.
Lo cierto es que la construcción de viviendas es una actividad perteneciente al sector de la empresa privada, por excelencia. Tan solo en momentos de debilidad económica cíclica, los gobiernos asumen algún protagonismo en el sector, impulsando la construcción para estimular el crecimiento económico generando empleo. Los planteamientos estalinistas y trasnochados del régimen castrista, que otorga a la actividad estatal el control absoluto de todas las actividades económicas, eliminando la iniciativa privada empresarial, muestra en el estado de la vivienda y las infraestructuras en Cuba las consecuencias de ese grave error.
La vivienda en Cuba se encuentra con evidentes síntomas de deterioro, acumulando los daños de ciclones, de la falta de mantenimiento y la ausencia de planes específicos para recuperar el sector. Planes que deberían basarse en la iniciativa privada empresarial, habida cuenta de que no sólo cumple mejor lo que se establece, sino que tiene más capacidad y eficiencia para funcionar.
En los debates iniciados por Raúl Castro al poco tiempo de asumir sus funciones dirigentes, muchos ciudadanos se quejaron insistentemente del estado de la vivienda. Es cierto que demandas como 'la disponibilidad de vivienda es uno de los problemas más agudos de la población cubana', o " necesitamos fórmulas flexibles para la permuta, compra, venta y arriendo de viviendas, para facilitar la solución de las demandas habitacionales de la población' se han incorporado a los "Lineamientos" pero tengo mis dudas de que se pueda avanzar algo en estos objetivos sin iniciativa privada empresarial.
El crecimiento del sector de la vivienda podría estimular el crecimiento de la economía cubana, mejorando los empleos y las retribuciones salariales. Para ello, se necesita liberalizar la actividad, favoreciendo la construcción por la modalidad de "esfuerzo propio" que es en suma, la creación de iniciativa empresarial directa, y que se debe apoyar con la puesta en marcha de establecimientos de venta libre de materiales de construcción que pongan fin a las prácticas a que se ven abocados muchos ciudadanos para poder enderezar sus viviendas. Dar entrada al capital extranjero en este sector es fundamental permitiendo la transferencia de tecnología y know how que facilitaría una rápida adaptación tecnológica del sector en Cuba.
No conviene olvidar que según datos de ONE, la cifra de viviendas terminadas en Cuba no ha hecho más que descender desde el máximo alcanzado en 2006 cuando se alcanzaron 111.373. El último dato, correspondiente a 2010, sitúa la cifra en 34.014, lo que supone un descenso del 70% que ofrece una idea de los bajos niveles de actividad de este sector, fundamental para la economía nacional. A ello, es preciso añadir que en los últimos años no sólo se ha reducido la construcción de viviendas en un 70% como ya se ha destacado, sino que el estado, principal promotor de esta actividad, no ha podido cumplir los planes de construcciones.
Si no se construyen casas, aparece un problema de "déficit de viviendas". Hasta el año pasado se calculaba ese déficit en torno a unas 600.000 viviendas para atender las necesidades de una población de 11,2 millones de habitantes. El hacinamiento de las familias, la división de los espacios existentes o la ocupación de la infravivienda se han convertido en prácticas habituales en un país en el que la prioridad para este derecho fundamental, se ha perdido completamente. Las potencialidades de este sector hacen urgente la adopción de decisiones en defensa de la iniciativa privada y la liberalización económica, y no las cortapisas de los llamados "Lineamientos".
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