miércoles, 26 de mayo de 2010

Cuento de primavera.

Por Miguel Iturbia Savón.

Aunque el gobierno de Raúl Castro parece mover el dominó a través de la Iglesia Católica, la ofensiva de las autoridades cubanas contra una supuesta campaña mediática internacional parece más un cuento de primavera para atraer turistas, que una cruzada ideológica frente a enemigos agazapados. Como los artífices de la embestida parten del verticalismo interno quieren hacernos creer que el mundo funciona a imagen y semejanza de la prensa insular, acostumbrada a dorar la píldora del socialismo aplicando las directivas recibidas desde un centro de poder.

Según esa lógica, las informaciones sobre Cuba que no sean apologéticas, clasifican como intromisiones en los asuntos internos. De manera que las agencias de prensa, los gobiernos, parlamentos, partidos políticos y entidades cívicas que criticaron la muerte del prisionero Orlando Zapata Tamayo y la represión contra las Damas de Blanco, no lo hicieron por voluntad propia sino por las órdenes y el dinero recibidos desde una misteriosa oficina del gobierno de los Estados Unidos.

Más que una razón de Estado se trata de un pretexto de los ancianos que gobiernan la isla, quienes olvidan que el mundo está interconectado y que las nuevas tecnologías democratizan la información. La represión tiene su costo político y la impunidad sus límites. Al monopolizar la prensa el régimen cubano omite o manipula los sucesos hacia dentro, pero no puede impedir su rebote exterior.

Las historias contadas por nuestros medios de comunicación no solo omiten las cifras del desempleo y los problemas que afrontan las escuelas y los hospitales del país, sino que obvian la tenaz persecución de los agentes de la policía política contra los defensores de los derechos humanos, mencionados a veces en tono denigrante.

Se encubre, por ejemplo, las causas de la corrupción generalizada, las detenciones arbitrarias de opositores pacíficos, las golpizas y los suicidios en las cárceles, la enorme deuda externa contraída por el gobierno, el éxodo de 2.000 médicos que pasaron de Venezuela hacia los Estados Unidos, y el trapicheo de los cubanos que viajan hacia Ecuador, donde miles contraen matrimonios para no regresar a la isla.

La prensa gubernamental no reporta las demandas presentadas por familiares de reclusos a la Fiscalía General, el Tribunal Supremo o el Ministerio del Interior. Tampoco informa sobre la salud del huelguista Guillermo Fariñas Hernández, quien exige desde el 24 de febrero la excarcelación de 26 presos políticos enfermos. Los asalariados de nuestros medios de comunicación no entrevistaron a ninguna de las personas que se abstuvieron de asistir a las elecciones locales del Poder Popular.

Pero la lista de exclusiones es compensada en parte por los corresponsales extranjeros acreditados en La Habana y, principalmente, por los bloggers alternativos y los periodistas independientes. Como escriben sin permiso ellos abordan temas prohibidos y rompen la telaraña informativa entretejida por los censores del Departamento Ideológico del Partido Comunista, a través de la prensa plana, la radio y la televisión.

Más que una conspiración para "desacreditar a la revolución y el socialismo", hay mucho humo, rabietas y cuentecitos de verano tras la tediosa contraofensiva cubana contra la supuesta campaña mediática internacional.
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