Por Arnaldo M. Fernández.
A poco intervenir los americanos en Cuba por segunda vez (septiembre 29, 1906), las autoridades sanitarias obligaron a demoler el nicho 134 de la galería sur del cementerio de Santa Ifigenia. Por segunda vez, los restos de Martí fueron exhumados y se procedió a la tercera inhumación (febrero 24, 1907) en modesto templete (foto) dentro del mismo cementerio. La viuda, Carmen Zayas Bazán, se excusó por razones de salud, pero a la ceremonia vino el hijo único, José Francisco, ayudante del gobernador militar yanqui Charles Magoon.
Los forenses dictaminaron "fractura completa de la tibia y el peroné derecho en su tercio superior", que no aparecía en el acta (mayo 26, 1895) de Valencia Forns, pero había sido apuntada por el doctor Joaquín Castillo Duany en trámite de reconocimiento del cadáver (mayo 27, 1895), sólo que en "la pierna izquierda" (Publicaciones del Archivo Nacional, número 36, 1953, página 436). No pudo corroborarse la fractura del esternón ni la huella de proyectil en el maxilar superior que Valencia Forns había informado, así que la imaginación cubana tuvo razón suficiente para echar a rodar el rumor sobre la sustitución del cadáver, que prosiguió incluso después de confrontarse sin discordancias el dictamen del odontólogo in situ, Juan Montero Zambrano, con la ficha dentaria de Martí que guardaba su dentista en Nueva York (108 East 17 Street), Virgilio Zayas Bazán.
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