A la realidad cubana se le podrá poner sombreros, boinas, gorras de peloteros, gafas oscuras y lentes graduados, narices de payasos y bigotes postizos, pero de todas formas la gente percibirá el escenario crudo, de una sociedad enferma.
El retrato nítido de la estructura fracasada del socialismo, acosada de parches con timbres capitalistas, que son como remiendos enormes y patéticos que contribuyen a ver que el país está preso en un bache del que no se puede salir y para el que no tienen maquinaria.
Así es que, lo que buscan con cierto desespero los funcionarios que dominan los medios oficiales, es un mecanismo para cantarle a ese esperpento.
No son soluciones pragmáticas a los problemas de la vida cotidiana y del porvenir, de lo que se habla, según ha dicho a las claras uno de sus funcionarios esta semana es de levantar en los próximos cinco años “la construcción de un nuevo modelo de prensa.”
No están a las búsquedas de cambios reales, sino de adaptar la canción que los hombres y mujeres de la calle no escuchan ni creen por mentirosa, falsificadora. Están por no contar con honestidad lo que pasa en la vida de la nación.
El mismo personaje que convoca una nueva manera de describir el vaivén diario en la Isla, reconoce “un cuestionamiento creciente sobre la credibilidad de los medios públicos de nuestro país. Y eso de cierta manera, ha ido creciendo en los últimos años.”
Ricardo Ronquillo Bello, presidente de la unión de periodistas estatales, ha dicho que la publicidad se convierte casi en una necesidad de los nuevos contextos económicos, aunque luego lamentó que “las regulaciones que existen hoy impiden al sistema de prensa, por ejemplo, usar la publicidad en el sostenimiento económico de los medios y que el sistema de comunicación de nuestro país ha estado viviendo una crisis estructural en distintas dimensiones.”
De acuerdo a las declaraciones del vocero oficialista, con Miguel Díaz Canel están cambiando las maneras en que se veían los problemas en torno a la prensa hace unos años, así como “la concepción sobre qué debe de ser la comunicación de la prensa en Cuba.”
Lo que dijo Díaz Canel en su discurso de julio pasado en La Habana, durante la clausura del congreso de los escribidores del Estado, es lo mismo que dijeron siempre sus antecesores.
No hay espacio, ni chance ni vocación para la libertad de prensa. Pueden poner, si quieren, un anuncio de un refresco famoso o de un carro, en la primera página de Granma.
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