Hace cinco años, en el Mercado de Tercera y 70 en la barriada de Miramar, al oeste de La Habana, de acuerdo su presupuesto familiar, usted podía adquirir un paquete de muslos de pavo por 10 cuc o un pavo congelado por 50 cuc.
Había otras opciones más baratas: pechugas de pollo brasileño o estadounidense a 4.50 cuc el kilogramo y bolsas de muslo y contramuslo a 4 cuc. En los anaqueles se exhibían seis o siete tipos diferentes de cerveza; vinos españoles, franceses y chilenos; whisky Made in USA y un stock completo de rones cubanos.
Pareciera que el embargo comercial y financiero de Estados Unidos al régimen castrista no funcionaba en esa tienda por divisas. Porque además de pollo, pavo, arroz, jugos y salsas, compradas a empresas estadounidenses, se ofertaba una variedad de refrescos que iba desde la famosa Coca Cola hasta Dr Pepper, menos conocido.
No faltaban los chocolates suizos ni las uvas de California. Este año, si va de compras al Mercado de 70, además de precios absurdos, como si viviéramos en Qatar, observará que el desabastecimiento es notable.
Desde luego, la mayoría de las familias cubanas compran piernas de cerdo, arroz, frijoles negros, viandas y hortalizas en los mercados agropecuarios y, si acaso, un par de botellas de ron en moneda dura. Otros ni siquiera pueden festejar.
Celebrar las Navidades y esperar el año nuevo en Cuba, representa un gasto entre ocho y veinte veces superior al salario mínimo de 250 pesos. Les invito a recorrer dos agromercados habaneros.
En la sucia Calzada de Diez de Octubre, justo frente a la intersección con la Avenida Santa Catalina, existe un agro estatal. Unos días antes de Nochebuena, Navidad y 31 de diciembre, numerosas personas cargadas con jabas de nailon y bolsos de tela rústica desandan entre los anaqueles intentando comprar al mejor precio posible.
Un cartel escrito con lápiz informa que la libra de cerdo cuesta 35 pesos, de bistec 45 igual que la de lomo. Una pierna de puerco deshuesada, a 50 pesos la libra. Mireya, maestra, intenta regatear con el carnicero. “Oiga, no me puede hacer una rebajita, le voy a comprar doce libras de lomo, me la puede dejar en 500 pesos”.
El carnicero ni se inmuta. “Pura, te voy a dar un consejo. Mira bien esta carne de puerco y cuando te la comas guarda bien el sabor, porque el fin de año de 2019 seguro que va costar 70 pesos la libra”, responde el carnicero.
Los estantes donde en ese agromercado el Estado debe vender productos, entre ellos carne de cerdo a 21 pesos la libra, hace semanas que están vacios. Mientras revisa los tomates, Miguel, chofer de ómnibus, se queja de los altos precios, la mala calidad y la ineficiencia del gobierno. “Esta gente (el régimen) debe colgar los guante. El particular te vende a diez pesos la libra de tomates, pero al menos están limpios y grandes. El Estado los vende a 4.20 pesos y son unos tomaticos que parecen cabezas de ajo. Todo cada vez más caro y los salarios estancados. Vaya mierda de país”.
Según estadísticas oficiales, el salario promedio ha crecido alrededor de 139 pesos. “Seis años atrás el sueldo promedio era de alrededor de 500 pesos, actualmente es de 639 pesos. Ese salario promedio crece por la sencilla razón que a los médicos y trabajadores de ETECSA el salario se lo subieron considerablemente. Ahora un doctor o ingeniero en telecomunicaciones gana 1.500 pesos, hace cinco años ganaba de 400 a 600 pesos. Pero en los sectores de servicios apenas ha crecido el salario. La subida de 70 pesos a los jubilados es un chiste de mal gusto. El salario mínimo es de 250 pesos, es lo que ganan las personas que limpian pisos y los bodegueros. Di tú sí con esa cantidad se puede esperar el fin de año”, comenta Gerardo, economista.
Si usted anda bien de dinero, puede llegarse al agromercado particular situado la Calle 19, en el Vedado. Ofelia, una vecina del lugar, al agro le llama el museo. “Hay de todo mi’jo, pero por los precios, se mira y no se toca”. Una libra de tomates cuesta 12 pesos, un melón 50 pesos, una libra de naranjas seis pesos, la libra de bistec de cerdo 55 pesos y una pierna de cerdo deshuesada, 60 pesos la libra. “Ahorita vamos que tener que comernos el dinero”, dice Jorge Luis, jubilado y después de mirar los precios se decide por unas libras de carnero.
Melisa, ama de casa, tiene parientes en Miami. “Todos los años vienen varios pasar estos días en Cuba, pero cada vez tienen que gastar más. Para la cena de Navidad un pavo congelado les costó 46 cuc, 7 kilogramos de queso gouda 56 cuc, un paquete de uvas, de 5 a 6 cuc y seis turrones españoles costaron casi 30 cuc. Si a eso le sumas los frijoles, vegetales y dos piernas de puerco para esperar el año, te da más de 350 cuc. De verdad que es un abuso”.
El martes 18 de diciembre, el Mercado de Tercera y 70 en Miramar estaba abarrotado de gente. Los almaceneros llegaban con un parle de cajas de pollos y se vaciaba en pocos minutos. Sheila, vive a caballo entre La Habana y Milán y afirma cada año que pasa se nota más desabastecimiento en Cuba. “Este mercado era el mejor, mira ahora como está. Solo hay pavo congelado, paquetes de uvas y dos o tres tipos de turrones. No sé qué hace el gobierno con el dinero que le entra. Son tan inútiles que ni siquiera pueden mantener abastecidas las cadenas de tiendas que les generan ganancias altísimas”.
Héctor, abogado, su esposa y dos hijos, caminan con dos carritos desbordados de alimentos. “Se me fue 309 fulas en las compras. Se dice y no se cree. Pero al menos ya aseguré las navidades y el fin de año”, dice con un gesto de alivio.
En Párraga, barriada al sur de la capital, Glenda, quien gana 250 pesos limpiando pisos en un políclino, no piensa celebrar nada. “Si viene el pollo a la carnicería haré pollo asado. De lo contrario comeré lo de siempre, arroz con frijoles y lo que aparezca para acompañarlo. La cosa está que arde. No hay huevos, hay que hacer tremenda cola para comprar el pan y con lo que yo gano no me da pa’ comprar una pierna de puerco”.
Glenda también limpia en casas particulares y lava ropa para la calle. “Me pagan en chavitos (cuc). Con ese dinerito más o menos puedo mantener a mi hija. No tengo tiempo ni dinero pa’ pensar en Nochebuena ni fiesta de fin de año”.
Lo peor es que no se vislumbran buenas noticias. Para el año venidero, el neocastrismo ofrece más de lo mismo: planes con vistas al 2030 y el compromiso de que en una década acabarán con el déficit de viviendas en Cuba.
Como música de fondo, los viejos discursos de Fidel Castro.
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